Por László Erdélyi
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Para entender mejor lo que sucede en la guerra de Ucrania, nada mejor que la muy buena novela Orfanato, de Serhiy Zhadan, quizá el mejor narrador ucraniano actual; allí la guerra se huele, se transpira su horror, provocando imágenes inolvidables, surrealistas, en la cabeza del lector. Después de las 09:53, de Javier Sinay, es un relato casi definitivo sobre el atentado a la AMIA argentina en 1994, un crimen que de a poco, con los años, se iría tragando todo y del que todavía no se sabe quién lo cometió. Cuesta abajo de Juana Libedinsky es la crónica de un desastre familiar que la autora convierte en relato, uno que no cae en el clisé y transforma la tragedia en risa, a un ritmo que no puede dejar de leerse. Foucault en California de Simeon Wade, registra un viaje que el filósofo francés hizo en 1975, uno de fans, agasajos, fiestas y LSD; un libro tan chismoso como divertido, e inusualmente cercano a la intimidad del gran francés. La llamada, de Leila Guerriero, es sobre la violencia en Argentina de los años 70, en particular la abrumadora historia de Silvia Labayru, un caso terrorífico que inspiró a El cuento de la criada de Margaret Atwood; el libro es un ejemplo de crónica narrativa que es capaz de llegar al fondo de la locura, confrontarla, salir indemne, y relatarla. Charrúas, ¿Genocidio o integración? de Diego Bracco discute el mito de que los charrúas eran población autóctona de la Banda Oriental, cuando los datos afirman lo contrario; un aporte más para la renovación de la historia indígena del Uruguay. Fragmentos, 1974-2024, de Oscar Larroca, es un lujoso libro catálogo sobre una muestra realizada en 2024 que registra, en formato lujoso y notable impresión, la trayectoria artística de uno de los artistas plásticos más sólidos del Uruguay actual. Emperador de Roma, de Mary Beard, es una lectura imprescindible que revive las lecciones políticas del pasado romano, y las trae a la actualidad mostrando los abusos de las autocracias; cubre 221 años y la vida de 30 emperadores desde Augusto, y leerla es un verdadero deleite.

(Archivo El País)