Los recuerdos vitales

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Álvaro Ojeda

EN LONDRES, el 22 de setiembre de 1914, estalló en pedazos la poesía en lengua inglesa practicada a la sombra de los poetas románticos del siglo XIX. Una poesía que pretendía describir un mundo inmerso en la Primera Guerra Mundial por medio de rimas ripiosas. Los culpables del estallido fueron dos poetas estadounidenses que se conocieron ese día.

El mayor de ellos se llamaba Ezra Pound y había nacido en Idaho en 1885. Erudito y excéntrico, había trabajado como secretario de William Butler Yeats, el más influyente poeta irlandés de aquellos años, y llevaba publicado un par de libros de poemas. Gozaba de una fama de lector genial y poseía una escritura revolucionaria para la época. El más joven parecía lo opuesto a Pound. Lucía ensimismado, tímido y gentil. Había nacido en Saint Louis, Missouri, el 26 de setiembre de 1888, pero sus raíces culturales y religiosas pertenecían a Nueva Inglaterra. Se llamaba Thomas Stearns Eliot.

Luego de la charla sobrevino la clásica solicitud de originales de parte del poeta laureado al poeta en ciernes. Resultó una experiencia frustrante, porque Eliot no llevaba ningún texto consigo. Se debía a una mezcla de temor reverencial por la figura de Pound, y de astucia. Poco tiempo después, en lo que parece una observación desafortunada, Pound declaró que Eliot llevaba su "norteamericanidad" a flor de piel, como un pobre diablo. Distinto fue su comentario cuando recibió los poemas: "Esto es de lo mejor que he visto. Date una vuelta para que hablemos sobre ellos". Los poemas en cuestión eran "The love song of Alfred J. Prufrock" y "Portrait"; ambos pertenecían a un extraño cuaderno que cruzaría el Atlántico al menos en dos ocasiones. Al poco tiempo Pound le había puesto a Eliot el apodo de "zarigüeya", por la costumbre que tiene este animal de simular la muerte para defenderse de sus atacantes. La "norteamericanidad" parecía superada.

RAÍCES. T. S. Eliot, como firmó desde sus primeros intentos literarios escolares, o Tse-Tsé, como lo apodó su amigo Conrad Aiken en sus memorias humorísticas, es el mejor ejemplo de amalgama perfecta entre biografía y escritura. Eliot nació físicamente en los Estados Unidos pero su matriz genética indicaba otra procedencia. Esta duplicidad lo marcó para siempre y lo obligó a mantener un tenso, nervioso, equilibrio entre memoria y deseo, entre compromisos familiares y desarrollo personal, entre su comienzo y su fin.

Su antepasado Andrew Eliot era un calvinista de East Coker en Somerset, Inglaterra, de donde huyó por causas religiosas en 1669 para instalarse en Salem, Massachusetts a fines del siglo XVII. En 1690 figura como miembro del jurado en un caso de brujería que se haría famoso recreado por Arthur Miller (en Las brujas de Salem), y cuyo fallo perturbó a Andrew hasta el día de su muerte. La madre del poeta, Charlotte Champe Stearns, dulcificaba las posibles taras hereditarias y les daba un tono heroico, más cercano a la muy digna escritora que fue. Según Charlotte un tal William de Aliot figuraba entre los vencedores de Hastings, la batalla que coronó la última invasión exitosa a las Islas Británicas en 1066. El poeta oscilará entre los normandos conquistadores de Inglaterra y los puritanos fundamentalistas expulsados de su patria. En cualquier caso quedaban Francia en la retaguardia, e Inglaterra en el horizonte. Estados Unidos resonará como una momentánea excusa para volver al deseado útero, a la calma imperturbable del hogar propio.

El abuelo del poeta, William Greenleaf Eliot será el gran norte de la familia. Misionero unitario -una secta de particulares creencias- William llegó a Saint Louis desde Boston en 1834 y se hizo de una reputación religiosa luchando contra la mayoría católica local. Fundó iglesias, escuelas, bibliotecas, centros de asistencia para indigentes y prosperó. Este puritano despojado de toda fe en la encarnación divina, sólo cree en lo que toca, en lo que mensura. El hombre, liberado del plan maestro de Dios, es optimista y emprendedor y encuentra en el éxito la prueba tangible de su salvación. Eliot participó desde la práctica primero y la negación después, de esta visión religiosa. Cuando se convierta a la religión anglicana, el bagaje intelectual de su abuelo unitario le permitirá desarrollar una religiosidad de la duda desde la realidad dolorosa que observa.

En 1949 el periodista Alessandro Pellegrini recoge esta lucha permanente entre el esfuerzo por creer como norma de conducta inevitable y los resultados, siempre provisorios. "Advertí que Eliot deduce su fe como un proceso de raciocinio a partir de la situación histórica. Tal fe consiste en el reconocimiento del papel que ha cumplido el cristianismo en la historia. Eliot me recordó que en nuestro caso, el de los modernos, debe hablarse, más que de posesión de la fe, del deseo de adquirirla".

Si la madre -autora del interesante poema "Savonarola"- le aportó al poeta el dibujo literario de su futura vida, su padre, Henry Ware Eliot, lo rodeó de prosperidad económica. Henry olisqueó el desarrollo de Saint Louis, situada a orillas del río Mississippi. Se hizo millonario fabricando tabiques de madera para la construcción de las casas de los trabajadores que llegaban en masa a emplearse en las fábricas y en el puerto. Este ejemplo perfecto de unitario próspero, sumirá al poeta en una rutina de trabajo agobiante durante toda su vida.

La familia Eliot era vasta y femenina. Estaban su nodriza católica, Annie Dunne, con la que el pequeño Thomas sostenía debates religiosos a los seis años de edad; y sus cuatro hermanas, todas mayores y todas omnipresentes, siempre auxiliando al frágil hermano menor con su hernia de nacimiento. Se trataba de relaciones matriarcales, a la manera de Fellini. En uno de sus últimos viajes a Estados Unidos, Eliot recordaría ante las estudiantes del Mary Institute, la escuela fundada por su abuelo y lindera a su casa, cuyos pasillos oscuros y silenciosos solía recorrer de niño luego de la salida de las alumnas. Cierta vez calculó mal la hora, topándose con las niñas. Huyó despavorido. Esta geografía afectiva y física comparece en su obra poética. Siempre fue un Virgilio viajero al borde de la fuga en un paisaje agobiante: "vamos, por ciertas calles medio abandonadas/ los mascullantes retiros/ de noches inquietas en baratos hoteles de una noche/ y restaurantes con aserrín y conchas de ostras".

CUADERNO. En junio de 1906 Eliot ingresa al mundo universitario de Harvard para estudiar literatura y filosofía. Allí obtendrá una maestría en literatura inglesa y se aburrirá, luego de un comienzo prometedor, con cierta impostación abrumadora. Sin embargo, no son años vacíos. Descubre a los simbolistas y al poeta franco-uruguayo Jules Laforgue y de éste un verso, que reciclará "elegantemente" en su futura obra maestra Tierra baldía (The Waste Land) de 1922: "sí, divinos esos ojos/ pero nada existe detrás". Versos que se adecuan a su estado de ánimo en Harvard, donde se lo conoce como "el ermitaño". Por esos años Eliot se definía a sí mismo como "melindroso". La presencia de símbolos en la naturaleza que el poeta descubre o mejor dicho, transita, comienza a ceder terreno ante la posibilidad de transmitir experiencias sensoriales del propio poeta, que el lector rearmará según su sensibilidad. El asunto es encontrar la llave, el manojo de experiencias que abran la afectividad del lector a la vez que alejen la intimidad expuesta del poeta del centro de la lectura. El otro problema radica en hallar la forma.

Por esos años, en el comercio de Procter Brothers Co., Old Corner Bookstore en Gloucester, Massachusetts, Eliot compra un cuaderno de 72 páginas con renglones, por 25 centavos. En ese cuaderno comienza a transcribir los poemas escritos entre los años 1909 y 1917, según se consigna en las fechas que el propio poeta detalló. El primer poema, transcripto en 1909, se llama "Inventos" mientras que las últimas composiciones corresponden a 1917 y llevan por título "Aires de Palestina nº 2", "Petit Epître" y "Tristan Corbière".

Eliot, que vivía obsesionado por las dudas sobre su talento artístico, doblegado por lo que llamaba "habituales períodos de sequía" toma, al comprar este cuaderno, una decisión trascendental. Rompe con las expectativas de prosperidad que la familia depositaba en su persona y sobre todo en la educación que le había impartido y además, se abre al mundo. Se disciplina, se obliga al acto físico de la transcripción y genera un legado. El cuaderno lleva un encabezamiento sugestivo: Inventos de la liebre de marzo. La liebre de marzo remite al personaje de Lewis Carroll en su libro Alicia a través del espejo y es una alusión irónica y amarga. Originariamente los inventos literarios en la obra de Carroll están referidos al Caballero Blanco, patético autor de obras que nunca escribió. Pero resulta que Eliot le atribuye los inventos a la liebre de marzo, no al frustrado caballero. Y la liebre de marzo está loca porque según el refrán inglés es una liebre en celo, con lo que todo toma un cariz más apropiado para ciertas poesías soeces que Eliot eliminó de su cuaderno pero que fueron halladas en el archivo de Ezra Pound. Un Eliot insatisfecho social y sexualmente, en un mundo en guerra, abrumado por el consumo, en escenarios de soledad. "La señora de la sección de porcelana/ sonríe al mundo con su dentadura postiza/ es eficiente y lleva un lápiz en el pelo/ pero tras sus penetrantes ojos levantan el vuelo/ las tardes de verano en el parque/ y las noches calurosas en salones de baile de entresuelo/ la vida del hombre es impotente y breve y oscura/ y no me es posible hacerla feliz". El poema está fechado en 1915.

En 1922 Eliot vendió su cuaderno al abogado neoyorquino John Quinn por 140 dólares. Sólo estaban escritas 52 páginas, faltaban 12, y 7 aparecían sueltas e intercaladas. Escrito en las dos últimas páginas pero en sentido inverso al resto del cuaderno aparecía el siguiente título: Poesías completas de T. S. Eliot.

Conversiones. Cuando en 1944 Eliot publicó Cuatro cuartetos (Four Quartets) su vida y su escritura se cerraron al pasado. Se encontraba alejado de Pound. El poeta a quien se dedica Tierra baldía, el que había suprimido casi la mitad de los versos del poema más famoso de Eliot, creía en una poesía más emparentada con el montaje cinematográfico, incluso con el futuro video clip, que con la búsqueda de un consuelo frente a una realidad hostil. Eliot, por su parte, comenzaba a abandonar el barco de los vanguardistas y se concentraba en la introspección y el orden. Su vida, en el momento de publicar Four Quartets, ya había acumulado suficientes sobresaltos, infamias, poses de utilería.

Su patético retrato de 1926, luciendo bombín y bastón, sumado a una sonrisa entre irónica y desvalida, mostraba más de su estado de ánimo que las maneras gentiles y caballerescas que practicaba hasta el hartazgo. Era Eliot representando el equívoco papel de un caballero inglés. Cuando por esos años se lo consultó acerca de la función social de la poesía declaró: "Ocupa menos espacio". Con respecto a los cambios en su vida privada, había quedado atrás el desquiciante matrimonio de dieciocho años con Vivien Haigh-Wood, una historia de engaños y escamoteos que incluyó un episodio de adulterio de Vivien con Bertrand Russell. También habían finalizado sus ambivalentes y tensas relaciones con el grupo literario Bloomsbury comandado por Virginia Woolf.

Los extenuantes y polifacéticos trabajos de casi todo -enseñó desde lenguas clásicas hasta natación y baseball en la Highgate School de Londres- habían concluido, así como el empleo de nueve años en el banco Lloyds de Londres. Murieron su padre y su madre y con ellos el unitarismo, al que abandonó convirtiéndose a la religión anglicana en 1927.

Ese año confesaba con orgullo los elementos esenciales de su ya famosa trilogía: clásico en literatura, monárquico en política y anglocatólico en religión. Ese mismo año obtuvo la ciudadanía británica. Pero hubo otros cambios. Devaneos con el fascismo, el empleo desde 1926 en la editorial Faber & Faber (donde publicó lo mejor de la literatura inglesa del siglo XX), la dirección de la revista The Criterion entre 1922 y 1939, la actividad como dramaturgo y ensayista y una nueva escritura. Una escritura que sustituía el fragmento, el trozo, la disolución, por la búsqueda obligada de una fe purgativa, dolorosa y en tinieblas. A ese giro copernicano responde Eliot en Cuatro cuartetos.

El esquema de escritura refleja la organización que su vida ha encontrado y en rigor es organización y sugerencia lo único que Eliot entrega al lector. Cada uno de los cuatro extensos poemas se subdivide en cinco partes o movimientos, dado el evidente carácter musical del título de la obra. Las primeras partes siempre tratan el tema del tiempo y la eternidad como trascendencia inexplicable: "Yo no sé mucho de dioses, pero creo que el río es un fuerte dios pardo".

En las segundas partes irrumpen el presente insatisfecho y la agonía de la no comprensión del mundo: "Cenizas en las mangas de un viejo, es todo lo que dejan al arder las rosas".

Las terceras partes reflejan la necesidad del desapego cristiano a los bienes terrenales: "Tiniebla, tiniebla, tiniebla, todos entran a la tiniebla. Los vacíos espacios interestelares, lo vacío en lo vacío, los capitanes, mercaderes, banqueros, eminentes hombres de letras, los generosos protectores de las artes, los estadistas y gobernantes" y la enumeración continúa logrando un efecto de acumulación, condensación e intensidad, perturbador. Las cuartas partes son oraciones de ruego, pedidos por la calma que sólo Dios puede conceder: "La sangre goteante, nuestra única bebida. La carne sangrienta, nuestro único alimento". Y las últimas secciones -acaso las más confesionales- funcionan como advertencias de la contradicción entre arte y gracia divina: "Las palabras se mueven, la música se mueve sólo en el tiempo; pero lo que está sólo vivo sólo puede morir".

Los recursos de estilo que Eliot desarrolla en Cuatro cuartetos son simples y contundentes: utilización de sustantivos de rango general, rimas que aligeran las secciones más intensas y (al igual que en Tierra baldía y como herencia de los consejos de Pound), cuartas secciones breves y anecdóticas. El poeta W. H. Auden decía que Eliot había forjado todo un universo poético a partir de algunos recuerdos vitales, en especial de su infancia, desarrollados convenientemente. Si esto es verdad, el genio del poeta pudo vencer los estragos del cambio, algo que Eliot jamás supo asimilar. Por esa necesidad de asimilación de todo lo que muta, fue estadounidense unitario, británico desacomodado y a veces ridículo y por fin un católico que desea contemplar el horizonte sentado sobre una piedra sólida. Eliot siempre declaró que sólo había sido feliz en su infancia y desde su segundo matrimonio. Certezas en alfa y omega. Cuando en 1957 el sereno, eficaz y poderoso amor de Valerie Fletcher lo abrazó, pudo detener su angustia y descansar. Estaba de nuevo y por fin en casa.

Razones de paisajes

CADA UNO DE LOS TÍTULOS de Cuatro Cuartetos (Four Quartets) responde a una mezcla de razones biográficas profundas, connotaciones personales e incluso a la interacción de ambas con el simple azar.

El primero de los poemas, "Burnt Norton", alude al nombre de una propiedad ubicada en Evesham del oeste de Inglaterra. El nombre deriva del incendio de la misma en el siglo XVII. Burnt es el participio pasivo del verbo burn, quemar. El poeta desconocía esta relación. Visitó el lugar durante el verano de 1934 y lo utilizó por el aspecto pacífico, casi pastoril del entorno, conveniente al tono contemplativo de la obra.

"East Coker" es un pueblo cercano a Yeovil, en el condado de Somerset, al suroeste de Inglaterra. De allí partió hacia el Nuevo Mundo su antepasado, el cazador de brujas Andrew Eliot. El poeta visitó el lugar en agosto de 1937 y allí fueron esparcidas sus cenizas en 1965, cumpliendo con su voluntad. El tono confesional de este segundo poema se descubre con claridad en el primer verso, que reproduce una traducción modificada del francés del lema bordado en el trono de María Estuardo: "En mi comienzo está mi fin". Este verso opera como leitmotiv de toda la obra.

El tercer poema, "The Dry Salvages", es el único que presenta en la edición inglesa una explicación por parte del autor, ya enviada antes al primer lector de estos textos, su amigo John Hayward. Las Dry Salvages son un grupo de tres rocas situadas frente a las costas de Massachusetts, cerca de Cape Ann. Eliot explica que el nombre quizás derive de la mala pronunciación por parte de los pescadores de la zona, de la oración en francés "les trois sauvages". Lo cierto es que en esas costas aprendió Eliot a navegar en el Elsa, el pequeño bote de su único hermano, Henry. En el poema aparecen referencias directas, las más claras de toda su obra, a Saint Louis y al río Mississippi.

"Little Gidding" es el nombre de una casa de campo, a la que se retiró el sacerdote anglicano Nicholas Ferrar en 1625. El título indica la voluntad de Eliot de señalar su conversión a la religión y a la ciudadanía inglesa. Ferrar es un personaje interesante. Intentó una suerte de vida comunitaria en la zona donde está ubicada la casa, a partir de su familia: madre y hermanos. Este experimento comunitario es similar al que realizaron en Europa en el mismo período, personajes ilustres de la religión católica. Allí debe encontrarse una clave personal de la vida del poeta, así como en el hecho de que Carlos I de Inglaterra -el primer monarca ajusticiado durante una revolución- visitó esa comunidad con frecuencia. Monárquico, anglocatólico, clásico.

Otro Eliot

ENTRE 1961 Y 1964 se produjo un interesante intercambio epistolar. Por un lado el laureado Premio Nobel de 1948 T.S. Eliot y por el otro el mítico Groucho Marx.

"Querido Groucho: unas líneas para comunicarle que ha llegado su retrato y me ha proporcionado un gran placer y pronto estará en su marco en la pared junto a otros amigos famosos como W.B. Yeats y Paul Valéry. Tanto si quiere realmente una fotografía mía como si la pide simplemente por delicadeza, va a recibir una. He encargado una copia de una de las mejores mías y por supuesto se la dedicaré con mi gratitud y testimonio de admiración. Tiene que saber que es usted mi más codiciada pin-up. Yo seré feliz de ocupar un lugar mucho más humilde en su colección. Y, a propósito, siempre y cuando usted y la señora Marx estén en Londres, mi esposa y yo esperamos que coman con nosotros. Muy sinceramente suyo, T. S. Eliot

P.S. A mí también me gustan los puros, pero tampoco hay puros en mi retrato".

La contestación de Groucho es magnífica, y típica.

"Querido T.S.: Su foto llegó en perfecto estado y espero que estas líneas de agradecimiento lo encuentren en la misma condición. No tenía la menor idea de que fuese usted tan atractivo. El hecho de que no le hayan ofrecido el papel de protagonista en alguna película sexy sólo puedo atribuirlo a la estupidez de los directores de reparto. Si voy a Londres me aprovecharé, por supuesto, de su amable invitación y si viene a California espero que me permita hacer lo mismo. Cordialmente, Groucho Marx."

Bibliografía

Inventos de la liebre de marzo. Poemas 1909-1917 de T.S. Eliot. Traducción, prólogo y notas de Dámaso López García. Visor, Madrid, 2001, 175 págs.

Cuatro cuartetos de T. S. Eliot. Versión bilingüe de Esteban Pujals Gesalí. Cátedra, Madrid, 2006, 161 págs.

Poesía reunida 1909/1962 de T. S. Eliot. Introducción y traducción de José María Valverde. Alianza, Madrid, 1978, 231 págs.

T. S. Eliot, de Peter Akroyd. Fondo de Cultura Económica, México, 1984, 377 págs.

Las cartas de Groucho Marx. Introducción de Arthur Sheekman. Anagrama, Barcelona, 1975, 331 págs.

Sobre la poesía y los poetas. T. S. Eliot. Traducción de María Raquel Bengolea, Editorial Sur, Buenos Aires, 1959, 283 págs.

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