Manuel Soriano y un rugby que no es solo cosa de chetos

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Manuel Soriano

Novela con mirada social

El narrador argentino se mete en el tercer tiempo.

Rugby no es un libro de deportes. Tampoco una novela de principio a fin, aunque tal vez su autor así lo haya planeado. De alguna forma Rugby es una mezcla de varias cosas: un poco de novela, un poco de mirada social, un poco de introspección. Acaso la miscelánea sea la razón principal de lo que bien pudo ser una historia que atrapa de principio a fin. Y es que al final sí es atrapante, aunque para ello se deba pasar con paciencia unos dos tercios del libro.

El autor, Manuel Soriano, revela enseguida las claves del narrador. Es el joven Moncho, que se presenta a los lectores para llevarlos de la mano (innecesariamente) por el microcentro porteño, mostrándoles la flora y la fauna que uno se puede encontrar un día cualquiera caminando por Corrientes y Florida. Luego Moncho sigue dando claves de su identidad: es peruano y su nombre completo es José Ignacio Sánchez de la Puente. Pero antes y después aclara: “Yo no soy un negro”. Y es que los negros son una cosa, como de otra casta, mientras que él, el Moncho, es un joven de alcurnia de la sociedad porteña, que de Perú apenas guarda el recuerdo familiar de un viaje.

Esta doble introducción dará paso a la historia medular que se pretende contar: el día con la noche de un sábado de octubre de 2007. Así, mientras palpita la semifinal que el domingo los Pumas (la selección argentina) jugarán contra Sudáfrica por el Mundial de Francia, Moncho se prepara para jugar con su humilde club —el Christian Club, un rejuntado de exalumnos del colegio homónimo— un partido por la tercera división; y más que eso, para lo que luego será el tercer tiempo junto con los rivales del San Roque. Moncho con sus amigos pierden el partido; pero ese detalle casi que no importa, más que para justificar el título, y para decir alguna cosa de la ovalada.

Importa en cambio que las muchas historias, de tan diversas que son, hacen perder el foco, y nunca terminan de encajar del todo. Al tiempo que habla de amigos, entrenadores y jueces, de viajes y recuerdos propios, Moncho traza las líneas de una Buenos Aires dividida en dos. La que él conoce, desde Recoleta al norte pasando por San Isidro, hasta los country de Pilar. Y la otra Buenos Aires casi pegada de la villa miseria, vista como metáfora, que Moncho no conoce pero que bien quisiera. Aunque en el fondo no sea más que un cheto de izquierda de ideas liberales, un joven de 22 que nunca se tendió la cama.

Igual que sus amigotes del tercer tiempo, jóvenes, rubios, irreverentes. Ciegos por una testosterona sin control, y, a fin de cuentas, tan poderosos que son capaces de hacer creer que la inseguridad es un tema solo de ricos.

RUGBY, de Manuel Soriano. Estuario, 2022. Montevideo, 156 págs.

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