Luis Fernando Iglesias
SI LA SEGUNDA GUERRA Mundial tuvo una banda sonora, en particular del lado alemán, fue la canción "Lili Marleen". Un soldado recuerda la despedida de su amada, bajo un farol cercano al cuartel y la melancólica imagen lo acompaña en el frente de batalla. A la primera versión, el autor agregó un par de estrofas de sentido fatalista donde se presume que el soldado no volverá. Ese oscuro poema fue escrito por el alemán Hans Leip en 1915, antes de su partida hacia el frente ruso durante la Primera Guerra Mundial. Al poema se le anexó la música compuesta por Norbert Schultze en 1937, dos años antes que comenzara una nueva guerra de proporciones mayores. El primer nombre de la composición fue "La chica bajo el farol".
La inspiración del soldado Leip surgió del amor por dos mujeres. La primera, de nombre Betty, era hija de verduleros que tenían su comercio debajo de la habitación donde el escritor vivía. Éste la llamó Lili, nombre de la primera novia de su admirado Goethe, inmortalizada en el poema "El parque de Lili". Esa relación no tuvo un buen final para el escritor. Uno de sus amigos conquistó a la rústica muchacha. Al poco tiempo una enfermera de nombre Marleen, mucho más sofisticada y liberal que Betty-Lili, se transformó en amante de Leip. La unión de estos dos amores, uno platónico y el otro consumado, dio origen a "Lili Marleen".
Un artículo publicado en 1948 en un diario suizo, firmado por Margit Freud, sobrina de Sigmund Freud, niega esta mítica historia. Afirma, en cambio, que la inspiración tuvo su origen en otra mujer: Lylli Freud Marlé, hija de una hermana y de un primo del maestro del psicoanálisis, casada con Arnold Marlé y a la que Leip conocía. Esta posibilidad da a la canción un toque sádico: la letra que tanto hizo soñar a los soldados nazis en los frentes de batalla estaría inspirada en una mujer de ascendencia judía. La versión fue negada por el autor en una carta abierta publicada en el mismo medio de prensa.
Tardío éxito. Rosa Sala Rose, autora española especialista en temas germánicos, hace un pormenorizado estudio de "Lili Marleen" e intenta explicar las razones por las que tantos soldados de bandos antagónicos la adoptaron como propia. La canción, definida por John Steinbeck como "la única contribución de los nazis al mundo", fue grabada en 1939 por la cantante alemana Lale Andersen, pero no tuvo casi ninguna repercusión. Hasta 1941 el disco había vendido alrededor de setecientas copias pero en ese año una radio militar ocupada por los alemanes, ubicada en la ciudad serbia de Belgrado, cambió el destino de la canción.
Los estudios de la radio habían quedado prácticamente destrozados, pero su potente transmisor se salvó de los ataques. No tenían demasiados discos y pronto se hizo una costumbre diaria emitir "Lili Marleen" poco antes de las 10 de la noche. Leip se encontraba bebiendo vino en un taberna cuando escuchó una voz que cantaba "…algo que había sido creado un cuarto de siglo antes, una canción de despedida a Lili y a Marleen..." esas dos muchachas de las que el joven soldado había estado enamorado a los 21 años.
Si bien la canción llegó a todos los frentes de batalla, fue entre los soldados de las fuerzas del Mariscal Rommel, enfrentadas al Octavo Ejército Británico comandado por el General Montgomery en el frente de África del Norte, donde su popularidad creció con mayor fuerza. A Rommel le gustaba y dio la orden de que las tropas la oyeran cada noche: "…la soledad y el silencio del desierto, con su fantasmagórico paisaje de horizontes interminables, debió de acentuar al máximo la dimensión existencial implícita de la canción". Escucharla se convirtió en un ritual que al poco tiempo se extendió a las tropas enemigas que también recibían la emisión de Radio Belgrado. Una noche de calma, cuando algunos soldados alemanes que se encontraban vigilando su posición escuchaban la canción, un grito se sintió del lado enemigo: "camaradas ¡más alto por favor!". Nunca se sabrá si esta historia es cierta, si ocurrió una sola vez o si se transformó en una pequeña tregua tácita que tenía lugar cada noche.
Permanencia. No hay, del lado británico, ninguna historia que corrobore la anterior versión. Por el contrario, en el bando aliado se consideraba a "Lili Marleen" una "prisionera de guerra" del Octavo Ejército, al decir de Steinbeck. En la batalla de El Alamein, que significó la derrota definitiva de los nazis en África, la infantería británica marchaba cantándola ante la impotencia de los alemanes que sentían que a su canción se la había apropiado el enemigo. Un eficaz golpe de efecto para destruir el ánimo de las tropas alemanas.
El disco compacto que acompaña al libro contiene diez temas con variantes de la canción. Incluye la primera versión interpretada por Andersen, con el título -no autorizado por Leip- "Canción de un joven centinela". Y también composiciones derivadas del personaje como "La boda de Lili Marlene", cantada por Frank Sinatra o "Canción de cuna de Lili Marlene", cantada por Anne Shelton, ambas con letras en inglés. En estas dos últimas, el apellido del personaje cambia de Marleen a Marlene.
Definida como la canción alemana más famosa del siglo XX -ninguna otra ha sido traducida a tantos idiomas- , "Lili Marleen" estiró su popularidad a través de la discutida película de 1980 de Werner Fassbinder, basada en forma muy libre en la biografía de la cantante Lale Andersen. Rosa Sala Rose entiende que su trascendencia e importancia se va apagando con el correr del tiempo y que las nuevas generaciones la escuchan como una mera curiosidad. Sus estrofas no poseen ya el significado que tenían para aquellos hombres que, aislados en el campo de batalla, amaban a la mujer bajo el farol tanto como a las que los esperaban en casa. Gracias al consuelo que dio a esos hombres, "Lili Marleen" gozó de una vida más larga que la mayoría de las canciones populares.
LILI MARLEEN. CANCIÓN DE AMOR Y MUERTE, de Rosa Sala Rose. Globalrhythm, Barcelona, 2008. Distribuye Océano. 219 págs.
Las caras de Lili
PARA LOS contemporáneos de la Segunda Guerra Mundial no existen dudas: Lili Marleen es Lale Andersen, quien vivió una relación sentimental con el director suizo, de origen judío, Rolf Liebermann. Algunas cartas privadas la muestran con posturas críticas hacia el régimen nazi, pero, paradójicamente, terminó siendo un símbolo del III Reich. Más de una declaración hecha pública en apoyo a la obra de Goebbels la comprometió al final de la guerra. Finalizado el conflicto, luego del correspondiente proceso, los tribunales de "desnazificación" la absolvieron.
Después de la guerra, otra mujer se identificó con Lili. También alemana de nacimiento, Marlene Dietrich fue contraria al nazismo y se exilió en Estados Unidos, donde llevó adelante su carrera, apoyando a las tropas aliadas. Cantó la canción hasta su retiro y siempre jugó con la similitud de su nombre con el apellido del personaje que, en las versiones en inglés, se llamó Marlene en lugar de Marleen. A partir de 1974, luego de la muerte de Andersen, la Dietrich se consideró la única con derecho a cantarla.