Nadie sabe lo que es un buen poema

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Eduardo Milán

Poéticas de Milán

Además, la cantidad no garantiza calidad.

La realidad productiva no indica la realidad de salud. Nada dice que 500 libros de poesía recién publicados aseguran mínimamente 500 poemas buenos. Sin caer en la necedad de preguntarse ¿qué es un buen poema? —para eso hay que orfeizar la operación, volverse no órfico —es decir: la metáfora del acto de Orfeo— sino Orfeo mismo, el otro Orfeo que espera al primero más adelante en el tiempo: todo Orfeo se repite. O no es Orfeo. Si no, ¿qué es volver la cabeza en este ámbito de la pregunta por un posible “buen poema”? El poema es un acto desesperado aunque sólo sereno se pueda escribir, desesperado en el sentido de ya sin espera. Hay un tiempo que nadie puede medir que es el tiempo de duración del deseo de escritura poética. Algunos lo explican misterizando: “hay algo en mí que mientras vivo normalmente está elaborando creativamente lo que será al escribir un acto así como un poema”. El poema que se arma mientras tanto. Hay otros, más arrojados de la realidad, que dicen: “mi otro escribe mientras yo vivo”. Y eso supone dos. Me mete en un problema: ¿a cuál preguntarle por qué es un buen poema? China entera puede publicar completa en su población un poema —o un libro, lo que es más realista, dada la característica que adquirió la imagen china para el mundo— y nada garantiza que ahí, entre tanto, haya un solo poema bueno. Y ahora hay que empezar a correr perseguido por el Romanticismo alemán en la figura de Hegel: “la cantidad genera calidad”, me dijeron cuando niño que él decía. Pero el poema escapa a la dialéctica hegeliana por esa razón que tiene la voluntad del poema. Con ese casualismo balístico de su Tractatus Spinoza decía: “Porque nadie sabe lo que puede un cuerpo”. La frase tenía su contexto. Pero se desprendió de él y se dio a la fuga. Hoy se la puede ubicar ubicua en cualquier cumpleaños de intelectual —conocido o no, reconocido o todavía utópicamente anónimo, “depende del gobierno”, como se dice en Uruguay responsabilizando a la autoridad en turno de todo lo que pueda suceder. Nadie sabe si habla del cuerpo o si habla de todo, como si fuera un remate lógico frente a un arco desierto. Lo cierto es que nadie sabe lo que puede un buen poema —en el sentido de su necesidad de aparecer, de manifestarse, de hacerse materia y de no ser sólo esa “pasión triste” (también de Spinoza) que habita a ciertos adolescentes —y no sólo— montevideanos genialmente retratados en su melancolía pre-poética por Leo Masliah.

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