Segunda del actor y escritor
El conocido actor argentino Gonzalo Heredia acaba de sacar una novela bien lograda, con la historia de dos adicciones paralelas.
Construcción de la mentira, la primera novela de Gonzalo Heredia (n. 1982, Munro, Argentina), fue un paso bien dado; había un coqueteo con la autoficción que mantenía al lector siempre en tensión, en el intento por identificar a los personajes con el actor y alguno de sus compañeros y compañeras. Con su nueva novela, El punto de no retorno, llega una trama más elaborada, con estéticas más decididas y un enfoque de lo que la escritura significa para un autor, que se describe de manera perfecta.
Santiago Cruz, un joven de unos veinte años más o menos, al mismo tiempo que rompe su relación de pareja, queda fascinado con un autor reconocido, en un libro que ella le regala como gesto compasivo antes de separarse. Ese será casi el llamado del héroe para el ejercicio constante de la escritura.
Una vez que Cruz se cruza con la literatura de Zaiétz, el escritor que será su maestro y a modo de novela de aprendizaje, empieza a leer más o menos todos los libros que su mentor empieza a recomendarle. A su taller literario asistirán misteriosos y diversos discípulos, pocos pero consecuentes a manera de culto. Lo que diga el maestro será una visión oracular, por más que a veces no haya más que el sonido apagado de una esnifada de cocaína que provenga desde su escritorio.
Tal un “Don Segundo Sombra” de la escritura, Zaiétz encuentra en Santiago alguien a quien legarle ciertos conocimientos secretos a la hora de conseguir una buena historia, recomendando y leyendo libros, pero también llevándolo por extrañas situaciones desde lo bizarro a lo oscuro y familiar. Pero lo más peligroso que Zaiétz le transfiere a Cruz es la adicción, no por las drogas sino por la escritura. Esa cocaína que el escritor consagrado pareciera no poder parar de consumir, se vuelve en el joven la necesidad permanente de pensar la escritura, de analizarla y considerar todo a través de las letras. Ese es el “punto de no retorno”. Detrás ya no queda nada más que el humo tibio de las naves recién quemadas.
La novela cuenta con una prosa bien sólida, hija de mucho tiempo de trabajo y contemplación de la materia. El final es trágicamente tranquilizador, frente a la permanente sensación de agobio del escritor, tan bien lograda a lo largo de la novela. Gonzalo Heredia ha cruzado buenamente el umbral y parece seguir hacia su propia maldición: no poder dejar de escribir.
EL PUNTO DE NO RETORNO, de Gonzalo Heredia. Alto Pogo, 2021. Buenos Aires, 176 págs.