Raynal, el náufrago que vio la gracia del mar

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François Édouard Raynal

VIAJAR EN BARCO, HUNDIRSE Y SOBREVIVIR

Relato del protagonista de un famoso viaje lleno de peripecias por los mares australes, naufragio incluido, cuando todavía no existía el GPS.

En noviembre de 1863 partió de Sidney, Australia, el Grafton, un barco con una tripulación de cinco hombres, todos de distinta nacionalidad. El capitán Thomas Musgrave era estadounidense, el segundo de a bordo, François Édouard Raynal, francés; un marinero británico y otro noruego, y un cocinero portugués. Tenían como objetivo llegar a las islas Campbell, al sur de Nueva Zelanda, en busca de estaño. No habiendo encontrado ni una veta, sobre fin de año emprendieron el retorno, pero en la noche del 2 al 3 de enero de 1864 naufragaron en las costas de las cercanas islas Auckland. Ubicadas a la misma latitud que las Islas Malvinas, castigadas duramente por el viento y los fríos subpolares, y hasta hoy deshabitadas, las Auckland ofrecen un paisaje tan hermoso como desolador, y han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Los cinco hombres pudieron llegar a tierra y allí permanecieron durante veinte meses, alimentándose exclusivamente con carne de leones marinos, algunos cormoranes, pescado y mejillones. Lograron levantar una choza que bautizaron Epigwaitt (“cerca del río” en la lengua de algunas tribus norteamericanas) que los protegió de las inclemencias y con el paso del tiempo, advirtiendo que ya nadie iría a buscarlos, construyeron con material del propio Grafton un bote, el Salvación, en el que tres de ellos partieron rumbo a Nueva Zelanda, permitiendo tras su llegada que una nueva expedición rescatara semanas más tarde a los otros dos que habían quedado en el lugar del naufragio.

La peripecia fue contada años después en dos libros, uno de autoría de Musgrave, y otro de Raynal (1830-1898), "Los náufragos de las Auckland", publicado en 1870 y se supone fuente de inspiración para que Julio Verne escribiera "La isla misteriosa". Raynal pone particular énfasis en describir las formas de relacionarse que fueron imponiéndose con extraordinaria disciplina, intercambiando tareas, apoyándose mutuamente, y la atención que pusieron en mantener un equilibrio psicológico que incluía desde construir juegos de mesa hasta largas lecturas bíblicas y la alfabetización de dos de los hombres del grupo que no sabían leer ni escribir. Y acaso fue esa esencial solidaridad la razón por la cual todos pudieron volver a sus hogares y a reunirse con sus familias.

El libro es apasionante y su estilo no parece pertenecer a un texto escrito hace 150 años. Pero hubiera sido acertado informar acerca de si esta es la primera traducción al castellano y si el traductor que aparece citado, Pere Gil, no es otra cosa que una broma de los editores.

LOS NÁUFRAGOS DE LAS AUCKLAND, de François Édouard Raynal. Jus Editores, 2017. Barcelona, 197 págs. Dist. Gussi.

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