El amor imposible entre ambos escritores en un libro subjetivo, honesto, valiente.
En 2014 se conmemoró el centenario del nacimiento de Julio Cortázar y los treinta años de su muerte. Las publicaciones y eventos referidos al autor belga-argentino se han multiplicado. A su lugar de privilegio en el llamado boom de la literatura latinoamericana de los sesenta, se une sus características especiales como escritor y también como personaje, que lo han hecho atractivo para nuevas generaciones de lectores. Se ha dicho que a Cortázar, además de apreciar su literatura, se lo quiere. Esa relación fraternal entre lector y autor hace que sus seguidores sean intransigentes a la hora de enfrentar la visión crítica, esa que afirma que su obra ha envejecido. Más allá de la polémica, Cortázar es un formidable cuentista que supo experimentar con el género novela, plasmando en Rayuela (1963) una obra que marcó a más de una generación. Es un escritor fundamental del siglo pasado. También su vida personal fue peculiar. Cortázar era un enamorado del amor y su admiración por las mujeres fue notoria. Decía que se entendía mejor con ellas porque los hombres “son demasiado serios y formales” mientras que las mujeres “hablan con el lenguaje de la emoción”.
La narradora, poeta, traductora y ensayista uruguaya Cristina Peri Rossi conoció a Cortázar a través de una carta. La escritora ya se había exiliado en Barcelona cuando el secretario de Marcha, Hugo Alfaro, le reenvió una misiva donde Cortázar hacía referencia a su novela El libro de mis primos. El escritor entendía que el azar, un componente tan significativo en la literatura de Cortázar, había hecho de las suyas. Aseguraba que ese libro lo había buscado a él por alguna razón. Un librero español, que usualmente le guardaba ejemplares de Marcha, le comentó que había recibido un solo ejemplar y que se lo había guardado. Concluyó que el protagonista de El libro de Manuel, en el que trabajaba en ese tiempo, era uno de los primos del libro de Peri Rossi y que ambos autores -ella en Montevideo y él en París- tuvieran la misma idea, casi al mismo tiempo, de mezclar géneros –prosa y poesía- en una novela. “Entonces miré la contraportada del libro y vi tu carita dulce y un poco tristona, tu carita hermosa y tu mirada profunda y supe quién era la mujer que había escrito unos primos que se parecían a Manuel… y ahora se han venido a encontrar”. En esa frase de esa primera carta se condensan las características que tendría la larga relación que se entabló entre los dos escritores. Su admiración y complicidad, más allá de las palabras, unida a una fuerte atracción de Cortázar hacia la autora uruguaya, se idealizaría dada la opción homosexual de Peri Rossi.
VAIVENES
Julio Cortázar y Cris es, en realidad, una reedición de parte del libro Julio Cortázar, publicado en 2000. A ese relato, que abarca la primera parte de este nuevo trabajo, se agrega una segunda parte con material más reciente. De forma paradójica el comienzo es con la muerte del escritor. “No fui al entierro de Julio Cortázar. No estoy en la foto”, son las primeras dos oraciones de esta historia. La autora reitera su versión –opuesta a la oficial- donde afirma que Cortázar no murió a causa de una leucemia sino que fue una de las primeras víctimas del SIDA, contraído por una transfusión de sangre infectada. Afirma que también Carol Dunlop, última esposa de Cortázar, falleció por la misma enfermedad, contagiada por su esposo.
Peri Rossi repasa, en forma rápida, las distintas etapas de su relación con Cortázar. Cuenta el cariño que siente por la primera esposa del escritor, Aurora Bernardez, su difícil relación con la segunda y celosa pareja, Ugné Karvelis, y su breve conocimiento con Carol Dunlop. Resalta la importancia de Bernardez y confiesa su secreto deseo de que, finalmente, volviera a unirse con Cortázar como pareja, algo que de hecho ocurrió en los últimos meses de vida del escritor cuando Aurora lo cuidó, transformándose en su heredera y albacea. Merodea el relato, aunque siempre en forma tangencial, la tensión sexual que existía entre ambos escritores. Esa relación que tuvo, como feliz consecuencia, los “Cinco poemas para Cris”, “Otros cinco poemas para Cris” y “Cinco últimos poemas para Cris” publicados, con la autorización de Peri Rossi, en el libro póstumo Salvo el crepúsculo (1984). Según la autora, Cortázar consideraba a la poesía el género mayor de la literatura pero, al reconocerse limitado como poeta, se dedicó a la narración. En un reportaje, hablando de esos poemas, ella dijo: “…creo que escribió algunos muy buenos, por ejemplo, la serie de quince poemas de amor dedicados a mí. Me parecen excelentes, aunque quizás los lazos afectivos no me permiten ser completamente objetiva”. En esos quince poemas, el amor y el deseo no correspondido son sus ejes centrales. En uno de ellos, Cortázar acepta que, más que a la mujer, quería “la imposibilidad tan obvia de quererte, como la mano izquierda enamorada de ese guante, que vive en la derecha”.
COMPLICIDAD Y ADMIRACIÓN
Parece innecesario decir que este libro está bien escrito. Los antecedentes de Peri Rossi hacían prever ese resultado. Lo que no debe esperarse, como en el caso de los poemas, es que la autora sea objetiva en cuanto a Cortázar. No existe un análisis exhaustivo de la obra del autor argentino ni tampoco aceptación de defectos o debilidades. Hay una defensa cerrada ante cualquier crítica que se haga de la misma. Así como el autor argentino la idealizó como mujer, Peri Rossi idealiza la figura de Cortázar como escritor. En ese punto el libro se aleja del excelente La fascinación de las palabras (Trilce, 1990; Alfaguara 1996), largo y profundo reportaje realizado por Omar Prego Gadea, que se transformó en un ensayo escrito a cuatro manos, donde Cortázar dejó su legado literario revelando a Prego historias, técnicas y entretelones de su obra. Prego admiró mucho a Cortázar pero supo morigerar dicho sentimiento. Tampoco se acerca a la profundidad de Julio Cortázar. La Biografía (Seix Barral, 1998) donde, además de relatar la vida del escritor, Mario Goloboff analizó su vida y obra.
El tono de este libro es, antes que nada, nostálgico y entrañable. Es nada más, pero también nada menos, que la visión de Cortázar a través de los ojos de una íntima amiga que ocupó, ocasionalmente, el lugar de musa y que mantiene firme su forma de pensar, tanto en política como en literatura, tan relacionada con los sesenta. Una escritora que asume su perplejidad al observar cómo Cortázar fue utilizado hasta por la publicidad, actividad propia de esa sociedad de consumo que rechaza. Acaso el único reproche que le hace a su amigo lo motive una frase de uno de esos poemas que ella inspiró: “tantas veces mirábamos fascinados a una misma mujer”. Ese error Cris no se lo puede perdonar. Nunca miraron a una mujer de la misma manera porque “vos sos hombre, yo soy mujer”. Cortázar intentó una excusa que a la vez era una rendición típicamente masculina: “Dejame que por lo menos viva con esa ilusión”.
JULIO CORTÁZAR Y CRIS. Cristina Peri Rossi. Estuario Editora, 2014. Montevideo, 117 págs.
julio cortázar recordado por cristina peri rossiLuis Fernando Iglesias