por László Erdélyi
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Vuelve uno de los eventos más exquisitos del verano puntaesteño, ese donde las notas del jazz juguetean en el aire entre los mugidos de vaca, para convertir esas noches de escucha en algo inolvidable. Y no es cualquier jazz, sino el jazz de los grandes maestros, sobre todo provenientes de la gran meca actual, Nueva York, y que suelen llegar a los escenarios del Río de la Plata por cuentagotas. La posibilidad de escucharlos juntos, del 6 al 10 de enero en la finca el Sosiego, lo convierte en un evento único, entre los últimos que quedan en el mundo con esas características. Paquito D'Rivera, director artístico del festival, afirma que no hay otro donde todavía se toque jazz con estas características. Si lo dice él, siendo como es un mito viviente de la música (y con tantos premios Grammy y discos a cuestas), hay que hacerle caso, y prepararse a disfrutar.
Nadie sale indemne de esas noches, verano a verano. No se olvidan esos fraseos, el disfrute de los músicos en el escenario, las notas que vuelan y envuelven y dejan su impronta en la memoria. Lo saben los fanáticos del jazz, y lo sabe el público en general, que puede cerrar los ojos y dejarse llevar por la escucha. Los que van habitualmente cada verano saben, además, que hay que ir preparados, llevan una mantita o campera liviana para el frío que cae tarde, sobre el cierre, bajo las estrellas y en medio del campo. Todo es funcional a la música, a la escucha, al disfrute y el goce de la vida a través de la creación artística. Que en este caso es exquisita.
Metafísicas. El retorno de Vince Herring, grande entre los grandes, habla de esa calidad. Cuando estuvo en la pasada edición del Festival, ya desde que ingresaba al escenario venía como rodeado por un aura, con el estuche del saxo a cuestas, humilde, observando el piso para no caer enredado entre los cables. El Festival siempre ha tenido en el telón de fondo una imagen colgada de "Satchmo", el legendario trompetista Louis Armstrong dibujado por el gran Sábat, y este cronista puede jurar que al verlos a ambos, a "Satchmo" en el retrato y a Herring avanzando como uno más hacia el medio del escenario, aconteció un hecho imprevisto, una suerte de fusión poética entre ambos, una donde Herring parece llevar a cuestas todos los acordes que el gran maestro improvisó, como por un mandato divino. Los que saben de jazz creen que ese tipo de metafísicas son posibles, pues siempre están rindiendo homenaje a los grandes antecesores, sus maestros.
Así, el 7 de enero Vince Herring rendirá su homenaje a Horace Silver. Herring, vale decir, está considerado uno de los saxofonistas más destacados de su generación, un virtuoso que le saca a su instrumento una voz musical intensa y vigorosa. Ha actuado con muchos músicos legendarios como Dizzy Gillespie, Freddie Hubbard, Art Blakey y los Jazz Messengers, entre otros. Contaba Paquito la vez pasada que, siendo joven, cuando llegó a Nueva York a hacerse un lugar en el panorama del jazz neoyorquino, vio en la calle tocando a Herring, también jovencito, con su saxofón, y quedó deslumbrado. Ante tanto virtuosismo no le quedó otra que pensar "¿qué hago yo acá?"
Herring también es miembro fundador del grupo Elio Villafranca y los Jass Syncopators, y de hecho ese homenaje a Horace Silver del 7 de enero lo realizará junto a ese grupo. Villafranca nació en la provincia de Pinar del Río, Cuba, es un Artista Steinway y un activista cultural, autor, pianista y compositor. Ha sido nominado al Grammy en dos ocasiones, y en 2019 fue nombrado Pianista Revelación en la Encuesta de Críticos de la revista especializada Downbeat. Recibió el primer Jazz at Lincoln Center (JALC) Millennium Swing Award en 2014, ha lanzado más de diez aclamados álbumes como líder y ha actuado junto a luminarias del jazz y el Latin jazz como Wynton Marsalis, Lewis
Nash, Eric Alexander, Pat Martino, Vincent Herring, Steve Turre, Freddie Hendrix y Johnny Pacheco. Elio también ha compartido escenario con maestros del jazz como Ron Carter, Jimmy Cobb, Christian Mc Bride y Chick Corea.
Freddie Hendriz, integrante y fundador del Elio Villafranca y los Jass Syncopators, también estará en Punta del Este. Es otra estrella que deslumbra. En las últimas dos décadas Freddie se ha convertido en uno de los trompetistas más solicitados en el jazz y más allá. Ha actuado con la Count Basie Orchestra, Aretha Franklin, Stevie Wonder, Alicia Keys, Dizzy Gillespie Big Band, la Vangard Jazz Orchestra del aclamado club, y el T.S. Monk Sextet, por nombrar algunos.
Otro músico que deslumbró a este cronista en ediciones pasadas del Festival es el venezolano Benito González, cuya energía al piano casi sacó a bailar a la mitad del público presente en Punta Ballena, sin importar la edad, mientras la otra mitad quedaba en un trance epifánico. Nació en 1975 en Maracaibo. Prácticamente autodidacta, tomó sus primeras lecciones en un órgano de iglesia con su padrino. Conoció la música de Chick Corea y se enamoró del jazz. Tocó con Kenny Garrett, Curtis Fuller, Pharaoh Sanders, Azar Lawrence, Bobby Hutcherson, Christian McBride, Victor Bailey, Al Foster, Roy Hargrove, Rene McLean, Nicholas Payton y Jackie Mclean, entre otros. En 2005, ganó el Gran Concurso de Piano Jazz Americano.
Y la lista sigue. El saxofonista Mark Gross, por ejemplo, es un músico clásico y a la vez vanguardista que ha realizado más de 80 grabaciones y ha obtenido dos premios Grammy como parte de la Dave Holland Big Band. Ha tocado con artistas de la talla de
Delfeayo Marsalis, Philip Harper, Nat Adderley, Jimmy Heath, John Lee, Freddie Hubbard, y Lionel Hampton, entre otros. Hijo de un pastor evangélico, tiene afinidad por la música gospel, ha actuado en comedias musicales de Broadway y grabado en bandas musicales de cine.
Multinacional. La lista de los maestros del jazz que actuarán del 6 al 10 en la finca el Sosiego es larga, tanto como los méritos de cada uno de ellos que los sitúan en el olimpo de los fuera de serie, a puro virtuosismo y deliete de escucha. Y si bien la mayoría tiene base en Nueva York, llegaron allí de todas partes del mundo, con un amor común: el jazz. Jansel Torres Albelo, por ejemplo, es graduado del Instituto Superior de Arte de la Habana y ha tocando en Buenos Aires. O Julian Miltenberger, talentoso joven baterista y compositor de Filadelfia, (USA), graduado de Harvard y del Berklee College of Music. También Noam Tanzer, bajista israelí de gran demanda basado en New York; Camila Cortina, pianista, compositora y musicóloga nacida en la Habana, Cuba; Tatev Yeghiazarian, de Armenia, es una creativa multidisciplinaria que compone y hace alarde del tipo de voz que se siente como en casa en el rock, el jazz, el soul, el folk armenio, la música clásica y el pop; Edward Perez comenzó su carrera como bajista de jazz, pero rápidamente se extendió hacia el Jazz latino y los estilos tradicionales de Perú, Colombia, Brasil, y otras partes de América del Sur; Dion Gary Parson nació en St. Thomas y, en la década de 1990, vivió en la ciudad de Nueva York, donde Co-fundó la organización United Jazz International junto a Steve Coleman y Branford Marsalis en 2007.
Y también está la clásica banda "Los amigos del Sosiego", que en dos días del Festival harán un homenaje al maestro Kenny Dorham. Es un lujo de virtuosismo ese grupo, los habitués lo saben, y los que no, merecen disfrutarlos. Allí estarán como siempre el uruguayo Popo Romano en el contrabajo, el argentino Diego Urcola en la trompeta, el brasileño David Feldman en el piano, el uruguayo Nico Mora en guitarra, y con la novedad este año de sumar al baterista de Filadelfia Julian Miltenberger.
Cada día es una fiesta, con puntos altos para disfrutar. El final del Festival, sin embargo, suele tener un número de destaque. Para el cierre del día 10 Paquito D´Rivera, con el saxo alto y clarinete, hará un homenage a George Gershwin en el centenario de Rhapsody In Blue, acompañado por Camila Cortina, Noam Tanzer, Julian Miltenberg, Diego Urcola, y Jansen Torres. Una cita infaltable.
Una utopía musical. Detrás de este evento hay una producción, y ella recae en los hombros de Francisco Yobino. A veces no se toma conciencia del esfuerzo que significa traer a todas estas estrellas (a quienes no hace falta convencer mucho, el Festival tiene su prestigio en el mundo), alojarlos, trasladarlos todos los días, darles de comer, recibir al público, poner luces, sonido, y todo al nivel que este tipo de eventos exige, con un público que se ha educado a lo largo de las 28 ediciones del festival, y exige.
Charlamos con Yobino el pasado mes de noviembre. "Mañana 14 cumplo treinta y ocho años trabajando intensamente para el Turismo, Rural, Cultural, desde que fundé Lapataia el 14 de noviembre de 1985, y aunque ya nada es igual ni parecido a lo que fue este lugar que lo he sentido como mi sexto hijo, he dejado un legado muy importante". Esos cambios tuvieron puntos altos, y también bajos. "A principios del año 2007, me vi obligado a vender, como consecuencia de la crisis sufrida en los 2001/2003, (de un dia para el otro el dólar que estaba a $ 13 pasó a $ 30, y a esto sumarle los resultados negativos de esta Propuesta Cultural, que nunca fue, ni será un negocio). La cuestión es, simplemente, brindarle Cultura al turismo, intentando ser útil y darle sentido a la vida. Desde el año 2007 yo trabajo durante todo el año, de lunes a domingo, y desde el amanecer hasta el anochecer absolutamente solo (mis hijos no están en el pais y vienen durante la semana del Festival para ayudarme), y a veces mirándome al espejo, digo en voz alta, 'solo cuento contigo, no me falles'”.
Todo sucederá del 6 al 10 de enero en la Swing Street s/n de Punta Ballena, a partir de las 20 horas. Ahí, donde hasta las vacas mugen sin desafinar, es la cita ineludible para quienes aman la música y la vida.