Novela de Horacio Cavallo
Dramas de gente que carga con mochilas pesadas.
Ya cumplidos los cuarenta, Horacio Cavallo (Montevideo, 1977) en su triple condición de narrador, poeta y autor de literatura infantil, ha dejado de ser una promesa para convertirse en uno de los escritores uruguayos de obra en curso más atendibles. Lo viene mostrando desde el kafkiano universo de Fabril (2009), la emotiva historia de Oso de trapo (2007), los contundentes relatos de El silencio de los pájaros (2013), la apuesta de novela en verso de Los dorados diminutos (2017), y sus varios libros de poesía y literatura infantil.
En Casa en ninguna parte explora la violencia que puede brotar, del modo más irracional, en quienes una mirada superficial vería sólo gente común y hasta incluso pobres tipos.
Más que breve, esta es una novela concisa, en el sentido de que nada en ella está para relleno. El texto combina dos tramas, que tienen tres factores en común: el lugar de los hechos, separados entre sí por unos pocos años, uno de los protagonistas y el hecho de que en ambas historias los teléfonos celulares sean objetos perturbadores y fatídicos. Respecto al primer factor, se trata de una casa en medio del campo, cerca de una pequeña localidad rural de ubicación imprecisa. El autor utiliza el paisaje, monótono y solitario, para crear en ambas situaciones una atmósfera ominosa.
Eduardo, un mecánico que acaba de perder a su hija mayor en un accidente de tránsito (la muchacha iba atenta al celular) es el nexo entre las dos historias. Conoce el lugar por haber ido a pasar un fin de semana de asado y whisky con su patrón y dos compañeros de trabajo. Acepta la propuesta de volver ahí para tranquilizarse junto a Laura, su mujer, y Clara, su hija más pequeña, que muestra un preocupante retraso mental.
La progresión alternada de ambas tramas va revelando el desquicio de Eduardo, no sólo por el control autoritario que ejerce sobre su esposa, por la fobia obsesiva contra la ciudad y la tecnología, sino por el hecho de regresar a ese sitio, del que no conserva recuerdos agradables, sino terribles y muy violentos.
El momento en que las consecuencias del pasado alcanzan a Eduardo, con una brutalidad inmerecida pero esperable, deja a Laura y Clara solas e inermes pero, de modo paradójico, imposibilitadas de volver a Montevideo, como venía planeando Laura: el delirio de Eduardo ha capturado a su mujer. Nuestra locura y violencia viajan con nosotros — incluso si vamos al medio del campo— y podemos contagiárnoslas del modo más inesperado. Las breves pinceladas de ternura o empatía que el autor intercala en el relato, lejos de edulcorarlo, subrayan el fondo de violencia e irracionalidad que se insinúa casi desde el principio.
CASA EN NINGUNA PARTE, de Horacio Cavallo. Criatura editora, 2018. Montevideo, 168 págs.