Es una disfunción que se propaga en forma silenciosa y tiene efectos muy negativos.
La vida con un adicto al trabajo siempre es complicada. Es difícil que esté en casa, pero cuando está tenés que lograr que esté efectivamente ahí y no solo de cuerpo presente", dice María (42), esposa de un adicto al trabajo y madre de dos hijos de 11 y 15 años.
Workaholic, trabajólico, o adicto al trabajo, términos que llevan más de cuatro décadas en la psicología de las adicciones, pero que aún no son reconocidos como una patología. Los psicólogos clínicos prefieren denominarlo como una disfunción. Y si bien puede parecer que se trata de una adicción benigna —las empresas para las que trabajan son las primeras beneficiadas—, a la larga termina siendo fuente de conflictos. Los primeros afectados son los miembros del círculo familiar, tal como testimonia María, esposa de un cargo medio de una empresa de comunicación que habló a condición de mantener su nombre completo en reserva.
Razones no le han faltado para preocuparse. Cuando nació su segundo hijo y su esposo continuaba con sus maratónicas sesiones de trabajo creyó que las cosas habían llegado al límite y por primera vez en todos los años que llevaban de casados pensó en el divorcio.
"Las cosas se complican cuando hay hijos. Cuando son chicos tenés que hacer como si fueras madre soltera, hasta en lo más mínimo —cuenta María—. Por ejemplo, si te vas a bañar tenés que hacerlo con la puerta abierta, o llevarte al nene al baño y jugar con él mientras te bañás, amén de ir con el celular, estar atenta al timbre de la puerta, en fin. En definitiva, estás sola como si fueras viuda".
Y cuando los chicos crecen las cosas no mejoran. La madre tiene que tratar de justificar las largas ausencias del padre, que regresa muy tarde por la noche de la oficina.
El perfil del adicto al trabajo está largamente analizado e incluso un estudiante avanzado de la Facultad de Psicología propuso un proyecto de investigación sobre el tema como trabajo final.
"Con respecto a la adicción al trabajo o workaholism, se han podido detectar causas que provienen de diferentes orígenes, como por ejemplo el estatus social que proporciona el trabajo, el cual está muy presente en la sociedad actual del éxito y el rendimiento. Muchas veces, los adictos al trabajo provienen de familias donde estas conductas fueron fomentadas ya que las obligaciones eran lo primordial a cumplir, y por lo tanto el trabajo era lo principal y el dedicarle muchas horas, estaba totalmente justificado (Ng. Sorensen, y Feldman, 2007), apunta en su fundamentación Erix Ettlin, autor del pre-proyecto de investigación académica.
Negar el problema.
Un rasgo típico del workaholic es su negativa a reconocer el problema. El planteo es que le gusta trabajar, ¿qué hay de malo en ello?
"Buena parte del problema radica en que la persona que es adicta al trabajo lo niega, no reconoce su adicción y por ende raramente recurre a la consulta con el profesional", dice la psicóloga Carolina Moll, docente de posgrado de Psicología del Trabajo y Organizacional.
La académica agrega que la preocupación clínica por el tema radica en su asociación con afecciones más graves, como el denominado burn-out. "No todos llegamos a ser adictos al trabajo, tiene que haber un componente de personalidad base que haga manifestarse esta conducta", explica Moll.
Hay cinco rasgos típicos del adicto que permiten reconocerlo de inmediato en una oficina. Negar su adicción; ejercer control en su entorno laboral; una gran cuota de narcisismo; tendencia a centralizar muchas tareas y, por ende, concentrar poder; se presta a solucionar los problemas de los demás; y no hace lo que hace simplemente por dinero. Esta disfunción afecta más a hombres que a mujeres, con cargos gerenciales y de entre 30 a 40 años.
"A poco de analizar en esta personalidad aparece un nivel importante de inseguridad. Generalmente la persona está tapando otras problemáticas de fondo, como familias disfuncionales", describe la psicóloga Moll.
Otra de las características estudiadas es que estas personas, generalmente, ocupan cargos gerenciales o mandos medios dentro de las estructuras organizacionales. Pero también es habitual observar estos rasgos en empresarios y es más frecuente cuanto más porte tenga la compañía. De la mano de la responsabilidad viene también una cuota de dedicación casi absoluta a las tareas, de hecho muchos ejecutivos ni siquiera se toman una semana de vacaciones.
"Las organizaciones empresariales han ido cambiando su punto de vista sobre estos casos, porque terminan perjudicando el rendimiento por diversas razones, de salud, por ejemplo", señala por su parte Federico Muttoni, ejecutivo de la consultora laboral Advice.
Como experto en recursos humanos Muttoni ha conocido varios casos de adictos al trabajo, particularmente en los niveles gerenciales. "He visto que ocurre mucho en las organizaciones globalizadas, donde la empresa tiene múltiples locaciones con distintos horarios y eso implica que los ejecutivos de esas empresas tengan que estar pendientes en jornadas muy prolongados o fuera de los horarios habituales", explica el asesor.
En opinión de Muttoni hay sectores de actividad que son más proclives a crear adictos que otras. "Tiene que ver mucho con el tipo de negocio que se trate, hay áreas que están más predispuestas a generar adictos al trabajo: las empresas de servicios, las de trading, las vinculadas al consumo, las que se dedican a la compra y venta de comodities", señala.
Como corredores de fondo, los ejecutivos de este tipo de compañías cumplen largas maratones diarias que los dejan exhaustos, pero a la vez prontos para la jornada siguiente. Muttoni aprecia un detalle que cree estrechamente vinculado al fenómeno. "He percibido más estos casos, en general, desde el desarrollo de la telefonía celular que en un primer momento produjo como una ola de adicción al trabajo", asegura. Y también observó que luego de este auge llegó una nueva ola en busca de equilibrios, con más cuidados en los tiempos de descanso y recreo, tal vez a instancias de grandes compañías modélicas como Google.
Riesgos asociados.
Los efectos negativos en la salud son también frecuentes, aunque desde el punto de vista clínico no se ha establecido una relación causa-efecto tan clara.
En tal sentido, el decano de la Facultad de Medicina, Fernando Tomasina, que además es catedrático en salud ocupacional, dice que si bien no ha atendido a nadie como "adicto al trabajo", sí ha tenido casos con sintomatología que bien pueden estar vinculadas al problema.
"A nivel clínico he tratado casos de fatiga crónica, que pueden estar asociados aunque en realidad se deben a personas que realizan horarios de trabajo muy prolongados. La literatura médica sobre el tema la llamaba a principios del siglo XX fatiga industrial y se refería a esas personas que siempre estaban fatigadas, se despertaban por la mañana y continuaban cansadas como si no hubieran dormido", dice Tomasina.
No es el único tipo de trastorno que pueden verse asociados a los casos de workaholism. La psicóloga especializada en bullying (acoso escolar) y mobbing (acoso laboral) Silvana Giachero asegura haber tratado casos de víctimas de adictos que se han transformado, a su vez, en nuevos adictos por temor.
"Muchas víctimas de mobbing terminan siendo adictos al trabajo, por lo que llamamos el efecto Karoshi, que es un término originario de Japón donde estas situaciones son muy frecuentes por estar muy asentado el servilismo. Lo que ocurre es que las personas que son acosadas por sus superiores terminan convertidos en adictos por el miedo a perder el trabajo", explica Giachero.
Quienes padecen este cuadro tampoco lo perciben con claridad, de hecho, recuerda la especialista, los pacientes llegan a la consulta movidos por "problemas en el trabajo" y padecen "un agotamiento terrible". Y desde ese punto inician una terapia psicológica. "No es lo más frecuente, pero en mi experiencia lo he visto en dos de cada diez víctimas de mobbing que he tratado", apunta Giachero.
Estas víctimas de los adictos no son más que parte de la lista de distorsiones que quien padece el problema puede ocasionar en su entorno laboral. Por ello, a la larga y como señalaba el director ejecutivo de Advice las empresas modernas han cambiado su enfoque respecto del problema.
"Es muy difícil que el adicto asista a una consulta, en general suele hacerlo cuando han bajado todos sus controles y sus defensas, y esto ocurre cuando perdió su trabajo por distintas causas, reestructuras de la empresa, cierre, etcétera", constata la psicóloga Moll.
Desde el punto de vista clínico, señala la especialista, este tipo de casos constituyen un desafío. A diferencia de otras disfunciones, esta no se presta para el tratamiento grupal ya que difícilmente el paciente se avenga a reconocer su situación frente a otros. E incluso la terapia individual es compleja.
Mitos derribados.
El economista argentino especializado en recursos humanos Alejandro Melamed es autor de varios libros en torno al mundo laboral, entre ellos Historias y mitos de la oficina (Planeta, 2015), entre los que aborda el de los adictos al trabajo. Y, precisamente, uno de los mitos derribados en su publicación es el de la visión de las empresas acerca del problema.
"Todo exceso es negativo. Hay casos de gente que sufre enfermedades graves por exceso de trabajo y baja capacidad de responder ante una intensa demanda. Cuando uno se siente sobrepasado, debe expresarlo. El exceso de estrés y su sostenimiento en el tiempo es nocivo y tóxico", señala Melamed en uno de sus pasajes.
Entre los datos manejados Melamed registra un estudio sobre los efectos del estrés en el medio laboral argentino. A modo de ejemplo, señala que 54% de los consultados manifestó que en los últimos seis meses ha tenido menos tiempo para dedicar a su familia. En el mismo sentido, 58% dijo que su trabajo le deja poco tiempo para sus tareas personales y 43% considera que la forma de avanzar en su trabajo es, precisamente, dedicarle muchas horas por día.
En el plano local, y con datos relativamente parecidos, los especialistas observan que estas condiciones se acentúan en momentos de crisis económica, o aún sin llegar a estos extremos, en momentos de adversidad.
Vivir con un adicto.
"Cuando no tenés hijos estar casada con un adicto al trabajo es la gloria. Por ejemplo, salís del trabajo y a las ocho te vas al cine con las amigas, después vas a tomar algo y cuando volvés cerca de las doce él recién está llegando. Charlás un poquito, cómo fue tu día, esto y lo otro, y a la cama", relata María.
Pero con hijos es diferente, como relató al principio esta esposa de un adicto al trabajo que aceptó hablar del tema. Aunque con el correr de los años su esposo logró esforzarse para mantener mejores equilibrios —sobre todo después de padecer las consecuencias de un pico de estrés—, aún continúa con jornadas maratónicas.
"Y después están los otros reclamos familiares, mis suegros que preguntan por qué no va a tal o cual reunión familiar, o mis padres que viven preguntando por él y yo siempre tengo la misma respuesta: está trabajando. Todos los reclamos los termino bancando yo, es así", cuenta.
Ni siquiera cuando llegan las vacaciones las cosas cambian demasiado. "Hace años, por ejemplo, había logrado convencerlo de ir a veranear a La Coronilla porque no había señal de celular. Ahora que la cobertura ha mejorado es más complicado", sonríe con cierta resignación.
En otra "escapada" de vacaciones terminó por arruinar un celular cuando olvidó dejarlo bajo la sombrilla para ir a tomar un baño de mar. "No podía entender por qué estaba tan contenta", recuerda María con un guiño.
¿Qué actividades son las más problemáticas?
Hay áreas de trabajo que los especialistas consideran como más proclives para generar adictos al trabajo en sus respectivos "caldos de cultivo". La publicidad y el periodismo ocupan los primeros lugares, pero también algunas profesiones como las de médicos —el área de la salud está aquejada por el fenómeno del multiempleo, lo que muchas veces encubre estas situaciones—, también las de psicólogos, abogados y arquitectos. Otros sectores de actividad, como las de brokers o especialistas en trading (negociadores en mercados financieros), expertos en compra y venta de commodities y algunas áreas de servicio completan la lista de las zonas con mayor riesgo de workaholism.
Alcohólicos del trabajo
El término inglés workaholic —cuya traducción literal sería "trabajólico", un híbrido de trabajo y alcoholismo— se utilizó por primera vez en 1971 y fue acuñado por el psicólogo estadunidense Wayne Oates. Como cuadro clínico, su nacimiento es muy reciente, hasta tal punto que no está incluido en el DSM IV, algo así como la Biblia de la psiquiatría. Otros conceptos como laborodependencia o trabajólicos son aún posteriores.
"Fui un workaholic sin saberlo".
"En algún momento de mi vida en aquellos años estuve las 24 horas conectado, no tenía sábado o domingo, trabajaba sin parar", cuenta Marcos (39) quien por diez años se desempeñó como gerente general de una firma multinacional, primero en Barcelona y más tarde en San Pablo. Aún ahora que su vida cambió drásticamente por decisión propia Marcos no se reconoce como un adicto al trabajo. "Yo no me daba cuenta y no me pesaba para nada pasarme trabajando tantas horas, era de lo más normal por la propia dinámica del trabajo", cuenta ahora a la distancia de aquel período de su vida —entre los 27 y los 37 años de edad— en los que vivió como un verdadero workaholic. Sin embargo, su perspectiva cambió de inmediato con el nacimiento de su hija. "Cambió todo, ahí tomé la decisión de volver a Uruguay y dejar mi empleo en San Pablo. Ahora estoy en un cargo inferior al que tenía, pero hago horarios más razonables porque quiero tener tiempo para estar con mi hija", dice Marcos. Si se le planteara volver a cumplir el mismo régimen, cree que ya no lo haría.
CUADROS PARECIDOS PERO NO IDÉNTICOS.
Workaholic.
"Es trabajar hasta la exclusión de todo aquello que sea ajeno a esta actividad, lo cual se torna en una obsesión que involucra al individuo tanto emocional como físicamente. Cuando el adicto al trabajo es el jefe, las consecuencias en el resto de la organización son nefastas", define el economista Alejandro Melamed. El workaholic niega su condición, es narcisista, quiere tener todo bajo control y le gusta acumular poder.
Karoshi.
Es un fenómeno descubierto en Japón, implica "morir en el lugar de trabajo" (la traducción del japonés es "morirse por exceso de trabajo"), como si esa fuera la ofrenda máxima que un ejecutivo puede brindar a la organización. Los primeros casos fueron presentados en 1969. Actualmente, en países asiáticos se reportan más de 100 casos anuales. Según cifras oficiales se estima que 20% de los trabajadores japoneses son adictos.
Burn-out.
El síndrome de burn-out fue descubierto por el psiquiatra norteamericano Herbert Freudenberger a principios de la década de 1980 y descripto en su libro Burn Out, cómo derrotar el alto impacto del éxito. Se manifiesta en un estado de fatiga o frustración generado por la devoción a una causa, tipo de vida o relación que falló en la producción de su recompensa esperada. Es una extenuación nacida de las exigencias continuas y excesivas.
DE PORTADARENZO ROSSELLO