Adriana del Capellán: "De niña jugaba a cocinar en la televisión como lo hacía Cordon Bleu"

Trabaja en Presidencia de la República desde la administración Mujica, pero la pandemia de covid la hizo más visible en la era Lacalle Pou. Este año se jubiló de su trabajo periodístico en Canal 4.

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Adriana del Capellán.
Foto: Francisco Flores.

"Yo te hacía mucho más alta”, “te hacía una señora mayor”… algunas de las frases que Adriana del Capellán (60 años) suele escuchar cuando sólo es una voz en los medios de comunicación. Eso le ha pasado varias veces en su extensa carrera, en la que ha entrado y salido de la televisión en diferentes oportunidades.

La última salida se produjo en marzo de este año, cuando finalmente se jubiló como funcionaria de Canal 4. “Ya venía de un proceso largo y de transformación también dentro de la empresa. Hace cinco años, Gonzalo Terra, gerente de Informativos, quiso darle al formato un cambio más tipo revista, con gente más joven… y a mí, después de 18 años en la conducción, no me parecía mal dejar la silla porque creo que se van cumpliendo etapas”, confiesa a Domingo.

Fue así que pasó a trabajar en producción, pero con la mira puesta en que cuando cumpliera 60 años dejaba el canal. Si no lo hizo antes fue porque todavía tenía compromisos familiares que atender: su madre aún estaba viva y su hija vivía con ella.

Alejarse de la conducción lo vivió como un proceso natural, máxime teniendo en cuenta que no se sentía a gusto con la nueva forma de comunicación que empezó a apoderarse de los medios. “No me sale, para mí en el informativo lo principal es la noticia, yo soy el vínculo con el televidente y tengo que presentar con el mayor respeto la noticia. No me encuentro cómoda haciendo un chiste o yéndome de tema”, alega.

Tampoco la entusiasmaban los nuevos formatos en los que un informe puede llegar a durar cuatro minutos cuando en otra época el máximo era 1’20”, o tener que estar todos los días lidiando con noticias que duelen aunque pasen muy lejos o desde hace mucho tiempo. “Con los años uno se vuelve un poco más sensible y no es fácil decir todos los días ‘la guerra de Ucrania’ o hablar del conflicto en Siria con 12 millones de desplazados”, comenta quien tenía como una de sus tareas seguir los temas internacionales.

Sumado a eso, la exigencia actual de tener que estar muy pendiente de las redes sociales o de lo que dice el celular, la ayudó a tomar la decisión. Además, su hija se recibió de socióloga y se fue a vivir en pareja.

De todas formas, Adriana no se alejó por completo de la comunicación porque conserva su empleo público, que desde hace 13 años es un pase en comisión en Presidencia de la República donde es una especie de asistente del coordinador del área Video y Producción Audiovisual. Antes de eso trabajaba en Relaciones Públicas y Comunicación de la UTU, donde hizo la carrera de Técnico en Comunicación y quedó dando clases.

Vocacional

De niña Adriana jugaba a la televisión y a la radio. Como le gustaba cocinar y en esa época estaba Cordon Bleu en la TV, ella imitaba a la famosa cocinera uruguaya preparando platos para un público imaginario. Además, por tener un registro de voz privilegiado era la típica alumna que en la escuela elegían para leer en los actos, aunque le daba vergüenza.

Viendo todas esas cosas fue que su madre un día le sugirió: “¿Por qué no hacés Comunicación?” Fue así que Adriana comenzó a estudiar la carrera en la UTU y, mientras cursaba, entró a trabajar en radio Sport. “Sin saber nada y creciendo de a poquito”, apunta. Pasó por varias secciones, salió al aire, realizó notas, hizo producción, iba a levantar comunicados a Jefatura de Policía… “El trabajo era totalmente diferente a lo que es ahora”, aclara.

Cuando estaba por nacer su hija, como la carga horaria laboral era mucha, decidió dejar radio Sport. Por ese entonces ya trabajaba en la UTU y era parte del programa Muy buenos días de Canal 4. Se trataba de una coproducción entre el canal y la productora de Hugo Brugnini que tenía dos espacios bien marcados: el noticiero y la revista. “Yo hacía de nexo entre los dos, daba los datos del tiempo, noticias en off, interactuaba con los conductores, leía las recetas o el horóscopo”, enumera sobre su rol en la propuesta que comenzó con nombres como Gerardo Sotelo, Verónica Peinado o Patricia Murialdo.

Ese programa terminó y Daniel Romay la llevó a conducir Monte Carlo a sus órdenes en CX 20, con Robert Rocha. Estuvo de 1997 al 2000, cuando retornó a Canal 4 para ser locutora de lo que ahora era Buen día, Uruguay. De eso al noticiero, apenas un paso.

A Presidencia llegó gracias a que fue a grabar unas cosas para la UTU y se le ocurrió preguntar si no necesitaban una locutora. “A veces cuando uno se afinca mucho en los lugares empieza a achancharse, entonces estaba bueno un nuevo desafío”, explica. Durante las administraciones de José Mujica y Tabaré Vázquez su labor no fue tan notoria para la gente porque no tuvieron lo que tuvo la presidencia de Luis Lacalle Pou: la pandemia del covid.

En 2020 se necesitaba alguien que estuviera en la tarde, haciendo las presentaciones, justo cuando había conferencias de prensa casi a diario. “Fueron las primeras veces que trabajaba con el Presidente y su equipo y me sentí muy cómoda. Eran épocas de mucho nerviosismo y estrés”, recuerda quien debió ocuparse de presentar y organizar las conferencias, haciendo que a los uruguayos se nos hiciera habitual escuchar su voz diciendo frases como “quedan las últimas dos preguntas”.

“Un día el Presidente dijo ‘vamos con la yapa’, pero como es muy compinche en eso de no dejar mal parada a la persona, agregó enseguida: ‘¡Ay! ¿Qué pasó? Me equivoqué”, comenta Adriana. Otra de sus anécdotas es que la única selfie que se sacó con Lacalle Pou salió movida. Lo cuenta y ríe a carcajadas.

No tiene definido aún cuando dejará Presidencia. Afirma que de volver a los medios, le gustaría más hacerlo en radio y que si fuera en TV le quedó pendiente tener un programa de investigación de temas sociales o médicos.

Pero es muy pronto para pensar en todo eso, hace apenas tres meses que se alejó de la pantalla chica y aprovecha el tiempo libre que eso le dejó para leer mucho de varios temas y varios libros al mismo tiempo —“soy una voraz lectora”, apunta—, o salir a caminar por la rambla —“obligada, porque no soy fanática del ejercicio”, aclara— o para reencontrarse con esas amigas para las que antes no había mucho tiempo.

“Extrañar extraño porque la comunicación es algo que se lleva en la sangre. Lo que no extraño es tener que madrugar”, concluye a las risas.

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Adriana del Capellán.
Foto: Francisco Flores.

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