NOMBRES
El multimillonario puso a su país en el escaparate internacional. Hoy es una de las figuras más mediáticas de la política
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El jeque Tamim bin Hamad Al Thani ha logrado que el mundo del fútbol (y el resto también) ponga su mirada en el país que gobierna de una forma prácticamente absoluta desde hace casi una década. Qatar es 10 veces más chico -y tiene menos población- que Uruguay. Y su deporte nacional son las carreras de camellos. Pero hoy, con la pelota girando, este pequeño estado árabe se encuentra en boca de todos.
El secreto de Tamim bin Hamad Al Thani para estar bajo los focos del mundo no es otro que la superabundancia de dinero: la escasa superficie y población de Qatar es inversamente proporcional a su riqueza e influencia en la región y el mundo occidental.
Según la biografía del emir escrita por Roberto Ortiz de Zárate, desde su ascenso al trono en 2013, Tamim bin Hamad ha mantenido una política exterior tan ambiciosa como incisiva y polémica. Esta aúna las mediaciones pacificadoras, las injerencias tendenciosas en las guerras civiles de Oriente Medio, las autopromociones nacionales con el hub tecnológico de la capital Doha y una autonomía regional -tratos económicos con Irán, cooperación militar con Turquía y patrocinio subterráneo de islamistas sirios en la órbita de Al Qaeda, entre otros movimientos unilaterales- que despertó las iras de Arabia Saudita.
A ello (los resquemores con otros países árabes) se vienen sumando los flirteos que se dan un día sí y otro también con la tierra del Tío Sam.
Por nombrar solo uno: el jeque se unió en 2014 a la coalición encabezada por Estados Unidos para atacar desde el aire al Estado Islámico en Siria.
Mientras se deja cortejar por los gobiernos de Occidente y Oriente sedientos de gas y petróleo, el emir del Golfo confía en que un Mundial exitoso apagará las controversias futbolísticas arrastradas desde que se le adjudicó a Qatar el campeonato por parte de la FIFA (en un proceso denunciado por el pago de coimas y corrupción). Y que el mundo mirará con otros ojos a su país, cuestionado entre otras cosas por el maltrato a las mujeres y a los trabajadores migrantes, así como por la censura a los homosexuales.
Casi diez años en el poder
Cuando en junio de 2013, con 33 años y al cabo de una década como príncipe heredero destacado en la promoción y organización de eventos deportivos, recibió las riendas del país por la abdicación voluntaria de su padre Hamad, Tamim Al Thani se propuso continuar y profundizar las líneas establecidas por el emir renunciante en sus 18 años de reinado.
“Se trataba de aprovechar la extraordinaria riqueza hidrocarburífera para hacer de Qatar un actor prominente en la escena global a través de una diplomacia mediadora de conflictos (Palestina, Sudán, Líbano, Yemen), el diálogo ‘pragmático’ con todo tipo de gobiernos y organizaciones, el hospedaje de grandes citas internacionales, las emisiones de la cadena panárabe Al Jazeera e inversiones de cartera a lo largo y ancho del planeta”, analiza Ortiz de Zárate.
Y agrega: “Todo ello, supuestamente, como correspondía al Estado que, rozando los US$ 100.000, disputaba al banquero Luxemburgo el primer puesto en la tabla mundial de PIB por habitante a paridad de poder adquisitivo (en la actualidad, Qatar es superado en este elitista ranking por Luxemburgo, Singapur e Irlanda). Los objetivos internacionales trazados por los Thani rebosaban ambición y audacia, pero algunos de ellos se revelaron además temerarios”.
El Mundial ha mostrado al planeta algo que solo pasa en una minúscula parte del mundo árabe: que es posible crear, desde la nada y en medio del desierto, una fastuosa ciudad que rompe los ojos y la línea de cielo. Con muchos costos, claro está, como la explotación de los trabajadores extranjeros que en reiteradas ocasiones han perdido sus vidas, por ejemplo para levantar los imponentes estadios en los que se juega el certamen.
Aunque no todo es deporte: Tamim se ha empeñado en modernizar las infraestructuras del país y viene construyendo carreteras por todos lados. También ha puesto en marcha un nuevo metro y un flamante aeropuerto. Y quiere diversificar la economía, para que no solo dependa de los hidrocarburos.
La fortuna de la familia Al Thani proviene de las materias primas como el gas y el petróleo, aunque Qatar, un país fundado en 1868, maneja inversiones en todo el mundo: tiene participaciones en el famoso edificio Sharp de Londres, en el no menos icónico Empire State Building de NY, y acciones en compañías como British Airways y Volkswagen, entre otras.
Nacido en cuna de oro
Tamim bin Hamad nació el 3 de junio de 1980 en Doha. Es el tercer hijo del jeque Hamad bin Jalifa Al Thani y el segundo de la jequesa Moza bint Nasser al-Missned.
Se calcula que la fortuna personal del actual gobernante de Qatar ronda los US$ 2.500 millones, aunque esto es algo difícil de comprobar. Y poco relevante para un hombre que no ha conocido -y no conocerá jamás- una vida que no sea de opulencia.
El jeque tiene tres esposas (ver nota aparte), siendo al parecer su predilecta la primera, Jawaher Al Thani. Según ha informado el periódico La Vanguardia, la jequesa tiene una importante rival en la madre de su esposo, el rostro más conocido de la numerosísima familia real catarí. Moza bint Nasser al-Missned es la favorita entre las tres esposas del padre del actual emir. Fue una figura clave en la política del país durante el reinado de su marido y se la considera una de las mujeres más elegantes del mundo. En 2010 obtuvo el puesto 74º entre las cien mujeres más poderosas a nivel internacional según la revista Forbes.
Un informe realizado por el periódico español El Independiente da cuenta que Tamim recibió una educación muy occidental: lo matricularon en el colegio Sherborne de Dorset, en el Reino Unido, luego asistió al internado Harrow, uno de los más destacados del país y, más tarde, se alistó en la academia militar de Sandhurst, la misma a la que fueron los príncipes Guillermo y Harry.
De regreso a casa, Tamim no dudó en utilizar el deporte como herramienta para promover la imagen y el prestigio de su país en el exterior. En 2005, fundó Oryx Qatar Sports Investments, a través de la cual, entre otras muchas adquisiciones, compró el afamado Paris Saint-Germain. Gracias a él Qatar acogió los mundiales de natación de 2014 y se presentó para ser sede de las Olimpiadas de 2020. En ese caso no lo consiguió, pero se llevó la presea de oro de todos modos, al constituirse como la sede del espectáculo más lucrativo y mediático del mundo.
Tiene tres esposas y 13 hijos
El emir catarí tiene tres esposas: Jawaher Al Thani (foto superior) desde 2005, Anoud Al Hajri desde 2009 y Noora Al Dosari desde 2014. Con ellas tiene 13 hijos, todos ellos menores de edad (aún no ha nombrado un heredero al trono).
A diferencia de otras casas reales árabes, la historia de la nobleza qatarí no se remonta siglos atrás ni desciende del profeta Mahoma. Los Al Thani solo llevan en el poder desde el siglo XIX. Su ascenso al trono se debe al intervencionismo británico para poner freno a la piratería en la región.
El que le paga el sueldo a Lionel Messi
El emir es dueño del Paris Saint-Germain (PSG) y por lo tanto tiene una gran relación con Nasser Al-Khelaifi, el presidente del club que cerró el contrato con Lionel Messi, una de la figuras de la final de la copa que se disputa hoy.
El 10 de agosto del 2021, Messi firmó con el PSG un contrato de dos años, con extensión de uno más si él lo quisiese. Nasser convenció rápidamente al argentino tras salir del Barcelona, dándole un contrato de 36,5 millones de euros por temporada.
Según el portal mexicano Publimetro, que Lionel Messi se corone en Qatar 2022 con Argentina, significaría mucho para el presidente del Paris y para Tamim bin Hamad, pues a seis meses de que finalice su contrato, probablemente se podría extender ese año más que tienen como cláusula por el buen momento en el que llega la “Pulga” (para muchos el mejor jugador del mundo) a la final.