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Alaska: "El concepto influencer está muy ensuciado, cualquiera con una cara bonita tiene seguidores"

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Foto: Estefanía Leal
Nota a Alazka, en Plaza Cagancha, Montevideo ND 20220328, foto Estefania Leal - Archivo El Pais
Estefania Leal/Archivo El Pais

EL PERSONAJE

Gimena Sauchenco es Alaska para el universo de las redes, ese que la lanzó a la fama y le permitió cumplir sus sueños. Y va por más: quiere ser nómada y armar movidas solidarias.

La protocolar fiesta de 15 no seducía para nada a Gimena Sauchenco, o “Alaska” -como se la conoce en el universo de las redes sociales -. “No voy a hacer que mis padres gasten toda esa plata para que un montón de pelotudos coman, bailen y después encima critiquen el vestido y la música”, pensaba a sus 14 años. Quería un viaje pero sabía que en su casa no estaban en condiciones de pagárselo así que barajó “opciones más terrenales” y económicas: se tiró en paracaídas y su madre casi infarta. En esa época ya estaba obsesionada con ser youtuber y para crear contenido precisaba una cámara. En su cabeza era todo “muy pro” así que usar un teléfono para hacer videos era la muerte. La cámara salía muy cara y al final le regalaron una guitarra. Quedó chocha, porque, según cuenta, tiene un lado muy musical.

Los deseos de Alaska son órdenes para el universo. Al poco tiempo, se enteró que una prima de su madre que vive en el exterior y estaba de visita en Uruguay tenía una cámara de calidad a la venta y la consiguió súper barata. La compró con sus ahorros y fue el puntapié para hacer de su hobby su trabajo.

Filmó muchos, muchos videos que no vio nadie antes de dar el golpe de fama. Probó copiar las tendencias de turno y no pasaba nada. Hasta que un día, dejó de mirar para el costado, se filmó siendo ella misma con la consigna “Sos uruguayo si...” y pasó todo. A las pocas horas había superado el medio millón de visitas en YouTube sin que hubiera hecho nada más que grabar, editar y dar clic. Porque así sucede la magia inexplicable de lo viral.

A sus 20 años, Alaska acumula medio millón de suscriptores en YouTube, un millón de seguidores en TikToky más de 306.000 en Instagram. Vive de las redes y no del canje: cobra por su trabajo. Le costó poner un precio a lo que hace. La llamaban marcas para preguntarle su cachet y no sabía qué decir. Entonces optó por delegar esa tarea a Leticia Píriz, su representante. “Pasaba una hora viendo cómo responder un mail o estresándome por cosas que me quitaban tiempo de creatividad”, dice a Revista Domingo.

Hoy trabaja con tres marcas y procura hacer contratos a largo plazo, en vez de acciones puntuales. También cubre partidos de Uruguay en las redes de AUF TV y tiene una cantidad de proyectos en vista, entre ellos ir al Mundial de Qatar. “Todavía no sé cómo ni tengo ninguna propuesta, pero no me lo pierdo por nada”, dice.

Es su propia jefa, trabaja desde donde quiere y vive de su pasión. Cursa segundo año de Facultad de Comunicación pero asegura que la experiencia le ha dado “mil veces” más enseñanzas que la Facultad.

El suyo es un caso de éxito y ayer sábado lo compartió en el Campus Party, uno de los eventos de tecnología, ciencia e innovación más importantes del mundo. Alaska dio cátedra sobre cómo explotar al máximo las redes sociales para triunfar: “Las redes te potencian y democratizan, hagas lo que hagas. Tenés la herramienta para llegar al lugar que sea”, opina.

Influenciar bien

Alaska usa más el celular de lo que le gustaría. No tiene el me gusta fácil. No consume YouTube: la aburren los videos largos. Pero puede pasar horas scrolleando en TikTok. Se “auto consuela” diciendo “es por trabajo”, pero sabe que está malgastando su tiempo. E incluso se cuestiona que haya tantas personas que pierden horas de su vida mirando el contenido que ella crea: “Podrían usar ese tiempo en algo más productivo”, apunta.

Es muy exigente consigo misma. Llegó a levantarse a las cinco de la mañana porque creía que a esa hora era más productiva. Después comprobó que si ponía la alarma a las ocho era lo mismo. Dice que el trabajo en redes demanda mucho más esfuerzo de lo que la gente imagina: si juega Uruguay puede pasar 15 horas editando un video. Y encima está el plus de la creatividad, que aparece cuando se le antoja. “Capaz que una vez a la semana se te ocurre una idea genial y después vas probando. No se puede obligar a una persona a ser creativa”, afirma.

Detesta la palabra influencer y siente que “el concepto está muy ensuciado. Cualquiera con una cara bonita tiene seguidores solo por eso”, opina. Sabe que hay hombres que la siguen solo porque les parece linda y eso le da mucha bronca.

No concibe que el rol del influencer sea exclusivamente publicitar marcas a cambio de canje, sin que haya un buen contenido detrás o sin despertar algo en la gente. De niña decía que había venido al mundo para hacer algo importante y ya no le alcanza con salvar a sus seguidores de un mal día con un chiste ocurrente. Tiene en mente armar una movida solidaria y hacer distintas acciones para ayudar. Craneó el plan con una amiga y aún está en pañales. No puede adelantar mucho pero quiere hacer de su influencia algo productivo.

“Siento que todo el reconocimiento que tengo no puede ser solo para mi éxito personal. Viajo, tengo la vida que tanto soñé pero puedo ir más allá y ayudar a los demás”, asegura.

En sus redes no hay mensajes partidarios aunque tiene su ideología. Vivió el 27 de marzo con la importancia que tiene toda jornada electoral y lanzó una indirecta: “No iba a poner algo celeste o rosado pero algo tenía que publicar. Fui sutil pero la gente lo entendió”, dice. La noche del referéndum posteó en una historia de Instagram un grafiti con la inscripción “lucha aunque no te falte nada porque a algunos les falta todo”.

Poderosa

Cumplió el sueño de ir a un partido de Champions y Federico Valverde la invitó a su casa.
Cumplió el sueño de ir a un partido de Champions y Federico Valverde la invitó a su casa.

Hace dos años publicó su libro autobiográfico Alaska, los sueños se cumplen si te animás a ser vos, y el título no podría haber sido más acertado. Alaska es determinante: se traza una meta y no descansa hasta conseguirla. En 2018 no paraba de repetir que iba a ir a la Copa América. Su madre la miraba con poca fe. Y era lógico: estaba en cuarto de liceo y no tenía un peso. Ella en ningún momento vio esa cara de la moneda: siempre estuvo segura de que iba a viajar a Brasil. Y así sucedió. En 2019 sus videos explotaron en YouTube y con el dinero que recibió por las reproducciones pagó su pasaje y el de su hermano para ver dos partidos de Uruguay en fase de grupos.

Cree en la ley de atracción y el poder de la mente. Cada vez que quiere algo, lo afirma como si ya lo tuviera, sin sembrar dudas. El fenómeno en que se convirtió no era algo impensado, sino más bien muy premeditado. Alaska no quería una cámara de última generación para presumir: “En mi cabeza estaba segura de que me iba a ir bien y que esto iba a pasar de ser un hobby a ser mi trabajo”.

La técnica le ha dado buenos resultados y los sueños se le han ido cumpliendo. Su ilusión era conocer el mundo y se abrió camino para vivir la vida que quería. Tiempo atrás llevó a su madre a Punta Cana y fue muy feliz: “Quería devolver a mis padres todo lo que habían hecho por mí”.

El trabajo también le regaló otras alegrías que no visualizaba. En febrero recibió un llamado inesperado: una marca la invitó a Madrid para ver Real Madrid versus PSG en un partido de Champions. “Es el sueño del futbolero”, dice. Pero no termina ahí. Federico Valverde la invitó a su casa. “A veces pienso que mi vida es demasiado surrealista”, confiesa emocionada.

Tenía una camiseta de Valverde para sortear y estando en España le mandó un mensaje a Mina Bonino, esposa del crack uruguayo, preguntándole si había chance de que él se la firmara. Alaska pensaba en hacérsela llegar, pero ella en seguida le contestó, ‘sí, claro, venís a casa’. Y así fue. La recibió en su hogar al día siguiente del triunfo 3 a 1 del Real Madrid ante el PSG.

“Llegué y el tipo estaba durmiendo. Me contó que miraba mis videos y no lo podía creer. Siento que si Valverde ve mis videos los puede ver cualquiera”, dice.

-¿Pensás en la posibilidad de que el éxito se acabe? ¿Dónde te ves de acá a 10 años?

-Hoy mi éxito es esto y me hace feliz, pero el día de mañana digo, me cansé y encuentro mi éxito en otra cosa; o en la tranquilidad de no subir contenido, de vivir en una montaña y que no me conozca nadie. Antes era más de proyectar pero me pasan cosas tan locas que no sé qué puede pasar de acá a 10 años. Lo que me imagino es viajar, conocer la mayor cantidad de países que pueda y ser un poco nómada.

Sus cosas

Su mayor logro: El deseo de escribir un libro lo tuvo desde siempre pero lo concretó mucho más rápido de lo que imaginaba. Es que donde pone el ojo, pone la bala. Con 18 años lanzó su libro autobiográfico Alaska: Los sueños se cumplen si te animás a ser vos, y tachó uno de tantos anhelos de la lista: “No me iba a morir sin publicar un libro”, reveló.

Su pasión: Los momentos más felices de su vida han sido viajando. Quería ir a la Copa América 2019 y pudo financiarse ese gustito con el dinero que ganó trabajando. Brasil fue el primer destino que conoció y resultó “soñado”. Luego vinieron Perú, Punta Cana con su mamá, España y su plan es seguir recorriendo el mundo.

Su creencia: Es fanática de la ley de atracción y sus deseos se hacen realidad: “Cuando me propongo algo no contemplo la posibilidad de que no pueda pasar”, dice. Así fue con el viaje a la Copa América, la ida a Madrid para ver un partido de Champions, que Federico Valverde la invitara a su casa e incluso con su meta de hacer de su hobby su trabajo.

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