EL PERSONAJE
El artista visual se prepara para una nueva edición de su proyecto más exitoso, que se nutre del la cultura, el arte y la gestión política.
Desde afuera, la fachada de la casa del artista Alfredo Ghierra no parece querer impresionar. Más bien, lo opuesto. Aunque está en uno de los barrios más coquetos y pudientes de Montevideo —Punta Carretas— la cara de la casona parece querer pasar casi desapercibida.
Pero una vez adentro, la impresión es la opuesta: ahí se despliegan muchas habitaciones, una gran cocina, un jardín bastante grande y frondoso en el fondo, pisos hacia arriba con más ambientes, techos altos, escaleras que van hacia el subsuelo, balcones hacia el jardín y más.
Hay muchos dibujos, pinturas, fotografías y otros ornamentos en las paredes y también en mesas y otros muebles. Hay libros por doquier. Lo que no hay es un televisor. “Hace más de 20 años que no tengo tele”, dice el anfitrión. Se desprendió de ese aparato cuando se dio cuenta que, si tuviera una, pasaría todo el día mirándola. “Tengo un proyector en el subsuelo, conectado a la computadora y ahí miro alguna serie”, cuenta.
Ghierra (51) tiene tantas tareas actualmente que aunque tuviera televisión, no tendría mucho tiempo para mirarla. Se viene una nueva campaña electoral municipal y ahí reflotará, como ya hizo en las municipales de 2010 y 2015, su proyecto artístico (y político), Ghierra Intendente, que a partir del 16 de abril estará en el Centro Cultural de España.
Más allá de que todavía tiene años para nuevos proyectos creativos y artísticos, Ghierra Intendente es su obra más exitosa, la que más repercusión ha tenido. Y aunque no sea una coronación, sí es un hito en una trayectoria que comenzó temprano. Otro hito fue la muestra que se realizó el año pasado en el Museo Natural de Artes Visuales.
—¿Cuándo te diste cuenta que querías ser artista?
—El arte siempre estuvo presente en mi vida. De chico, jugaba a armar museos y no es que mis padres me llevaran a museos todo el tiempo. También escribía poemas y dibujaba.
El arte, entonces, era algo cotidiano en la vida de Ghierra, uno de cinco hermanos. Convertirse en uno no era una idea extravagante para el entonces niño. En su familia figuraban dos de los más ilustres artistas visuales uruguayos: María Freire y José Pedro Costigliolo. “Me di cuenta de muy chico que un adulto podía ser empleado bancario, tener una fábrica de pastas o ser pintor. Y que cualquiera de esas cosas les permitía ganarse el pan, tener una vida. Entonces, el arte siempre fue una opción posible. Creo que eso también es muy importante: ver en la vida real que hay gente que vive del arte y que vive bien. Eso en mi imaginario ayudó mucho”.
Ghierra arrancó en Bellas Artes y en Arquitectura al mismo tiempo y dejó la academia cuando se mudó a San Pablo, donde vivió dos años. “Todo lo que era un handicap acá, allá eran virtudes. Como el culto a la juventud. Acá para ser alguien tenés que esperar, tener paciencia. Cuando llegué, tenía 23 años. Entré a un gran estudio de arquitectura. Casi enseguida me dicen: ‘Tal día a tal hora llega tal cliente. Atendelo’. Y yo: ‘Miren que no soy arquitecto’. Pero ellos tenían otra actitud. Veían mi juventud y mi inexperiencia como algo positivo, porque no tenía prejuicios.
—¿Por qué regresaste?
—Por varias razones. Una de ellas, ¡el calor! (se ríe, pero dice que padece las altas temperaturas), pero también porque me quedé sin trabajo, se había muerto mi jefe... Además, me angustiaba ver las noticias. Te estoy hablando de mediados de los noventa. “Asesinan a transeúnte para robarle los championes”. Cosas así eran inimaginables en Uruguay. Me parecía que no valía la pena construir algo en una sociedad así.
Cuando regresó, más allá de que siguió con sus obras, se metió en el mundo de la producción audiovisual. Durante 15 años, su mundo fue el de los rodajes de avisos publicitarios, videoclips y películas. Todo como director de arte, un oficio que él mismo dice es medio “secreto”, pero importante. “Es interesante cómo los directores de arte le hacen la cabeza a millones de personas en cine y publicidad. Y nadie sabe que somos nosotros. Cuando te llega el guion de una serie, aviso o película tenés que imaginar qué mesa poner cuando hablan de una mesa. Cuando hablan de una pared, qué color tiene. Uno crea una ambientación que tiene que ver con los personajes. Y para hacer eso uno se basa en todo lo que vio, en lo que está de moda, en lo que estuvo de moda en cierto momento... Todo eso”.
De ese mundo se llevó dos enseñanzas importantes: aprendió a trabajar en equipo y a negociar. “Pero tras 15 años, dejé porque el mundo de los rodajes es para gente joven. De afuera, puede parecer que todos están rascándose pero una vez que estás adentro te das cuenta se vive una presión muy grande. Cada atraso son miles de dólares que se pierden. Es como ver el aparato de fichas de un taxi: cada ficha que va cayendo equivale a mucho dinero. Y hay que responder por eso. También pasaba que podía estar meses afuera del país trabajando. Llegó un momento en que no daba más”.
Pero de sus años como director de arte no solo aprendió a negociar y trabajar en equipo. Ahí nació, también, Ghierra Intendente. En charlas con el director de cine Guillermo Casanova, Ghierra hablaba a menudo sobre Montevideo y todo lo que esta le inspiraba, además de lo que se podía hacer para conservar lo bueno y mejorar lo malo de la ciudad. “¡Vos tendrías que ser intendente!”, le decía Casanova, medio en broma, medio en serio.
Años después, Ghierra recordaría esas conversaciones y tomaría la decisión de empezar a delinear las principales características del proyecto, que tiene tanto de arte conceptual y visual como de proyecto político.
Muy sintéticamente, Ghierra Intendente presenta a un candidato a intendente ficticio pero con un programa real y concreto, elaborado por expertos y entendidos. Así, entre la ficción y lo real, el proyecto se ubicó en la agenda política gracias a su repercusión en los medios. La primera edición fue en el Subte Municipal. La segunda, en el Centro Cultural de España. Si bien la primera edición tuvo una respuesta muy buena, con la segunda todo “explotó”, como dice Ghierra. “No sé quién quedó por entrevistarme”. Además de las 35.000 personas que fueron a ver la exposición, Ghierra Intendente colocó a su autor en el radar de varios políticos, que lo siguen llamando. “A menudo se sorprenden de que no querramos ocupar ningún lugar de decisión. Lo que les digo es: ‘Estas son nuestras ideas. Si les parecen buenas, adelante: tómenlas’”.
La ambigüedad del proyecto (un candidato “ficticio” con un programa “real”) puede llevar a alguna confusión y de esa confusión pueden surgir preguntas que, en realidad, no son pertinentes. “Me han preguntado si hemos logrado algo concreto, si algo de todo lo que propusimos se pudo hacer. Y si bien podría responder a esa pregunta, nuestro propósito era meternos en la agenda y que esta deje de ser ‘Voy a limpiar más. Voy a iluminar más’. Que deje de ser tan obvio, que levante vuelo. Y eso lo logramos. Que ahora la demolición de una casa valiosa sea un escándalo antes no pasaba. Te lo puedo asegurar. Ahora sí pasa. Y lo único que ocurrió es que lo que parecía que no le importaba a nadie tuvo un espacio para expresarse. Si nosotros denunciamos tal o cual demolición, la respuesta es inmediata y de miles de personas”.
No se trata, remarca, de un sueño naif. “Si no te convence porque no tenés sensibilidad artística, miralo como un tema puramente económico: es dinero que te perdés de ganar. Mirá Bilbao. Era un agujero. Estaba fundida, se habían ido todas las industrias a China, había huelgas, desempleo, estaba toda pintarrajeada. Un prefeto vio que había un llamado del Guggenheim para que se postularan ciudades a tener una sucursal del museo. Apostó todo a eso y ganó. Hoy Bilbao es una ciudad a la hay que ir, es deslumbrante. Y vive de la cultura. Le da más plata la cultura que una papelera o un pozo de petróleo.”
Sus cosas
“Imposible elegir uno solo, así que van mis preferidos: Otto Wagner, el vienés mas refinado de la historia. Frank Lloyd Wright, autor de obras de arquitectura totales, desde el espacio a los muebles. De Uruguay, mis preferidos son dos ingenieros: Luis Andreoni y Eladio Dieste (foto)”.
“El museo del vidrio de Shanghai (foto). Desconocido pero fabuloso, un ejemplo de propuesta museográfica moderna, amén de que el tema del vidrio me apasiona. También el de Orly, en la ex estación de trenes de París, dedicado a las artes aplicadas, imperdible. Y el Sorolla de Madrid, que funciona en la casa taller del artista”.
Tampoco acá Ghierra es capaz de elegir un solo nombre y menciona a dos artistas que son muy importantes para él: el italiano Giorgio de Chirico (1888-1978), conocido por sus su “pinturas metafísicas”. Y Louise Bourgeois (1911-2010, foto), a quien Ghierra elige por “sus instalaciones: una artista total”.