Los padres de Álvaro García tenían una panadería y trasnochar todo febrero no era una opción para la familia, así que sus recuerdos como niño en los tablados no abundan, salvo alguna ida al Teatro de Verano para ver a La Soberana o la Escuelita del Crimen.
El verdadero coqueteo del exministro de Economía y exdirector de la OPP con Momo arrancó en el 80, y fue a partir de su enganche con La Reina de la Teja y Falta y Resto. Por ese entonces, también se vinculó al Taller Uruguayo de Música Popular (TUMP) y fue precisamente en una peña del TUMP donde lo hipnotizó la murga El Firulete (que luego sería Contrafarsa).
“Quedé fascinado y me arrimé después de que terminó para decirles, ‘qué bueno esto’. Julio Brum, que era compañero del TUMP, me dijo ‘estamos precisando un bajo’. Pero al final no canté hasta el 91”, cuenta entre risas Álvaro García sobre su inicio en el carnaval.
Él, que de chico había tomado clases de guitarra y que siempre le había gustado escribir, iba a los ensayos de corbata porque ya trabajaba como contador, y está convencido de que un himno que compuso para Racing -club de Sayago, igual que Contrafarsa- es la razón de que sea letrista de murga.
“Escribí letra y música de la canción, la murga la grabó en el 88 y partir de ahí me invitan a escribir”, relata a Domingo.
García vivía solo y se había armado un estudio en su casa para poder darle a la pluma, y con gran entusiasmo -“tenía mucho para decir y transmitir”, reconoce- escribió el 60% de la actuación de Contrafarsa en el 89. El debut fue malo y la murga quedó en el puesto 17.
De los errores se aprende: al año siguiente le tocó escribir la actuación completa y salieron cuartos. El 1991, dice, fue soñado: escribió todo, se subió a cantar, lo dirigió Pitufo Lombardo y encima ganó. Acumula otros cuatro primeros premios como letrista -1998, 2000 y 2002 con Contrafarsa y 1996 conLa Gran Muñeca- y guarda esos cinco trofeos en una repisa de su casa como tesoros.
La política no alejó a García del carnaval. Fue letrista de La Cofradía del 2009 a 2012, e incluso escribió la retirada del 2010 mientras volaba a representar a Uruguay en el exterior como ministro de Economía. “Fui invitado por el gobierno coreano a un encuentro de Corea y América Latina, sabía que tenía 20 horas arriba de un avión, entonces me llevé todo para escribir y buena parte de esa retirada la escribí a 12 mil metros de altura”, relata. Su último trabajo fue con Cayó la Cabra de 2018 a 2020 y se dio a raíz de un llamado de Camilo Fernández, letrista de la murga por ese entonces, que le pedía si podía “vichar” la retirada del 2016. Aceptó y no le cambió ni una coma. Dos años más tarde, Martín Mazzella fue a su casa, lo entusiasmó con el proyecto de Las Cabras y terminaron escribiendo juntos Pequeñas revoluciones, que ganó Mejor Retirada en 2018.
En 2020 se dio el lujo de hacer nueve Sodres y un Antel Arena con Contrafarsa por los 20 años de El tren de los sueños: estuvo en todo el proceso y hasta se subió a cantar. “Estamos en contacto permanente y siempre nos debemos un encuentro con asado y pantalla para ver todos los videos que tenemos”, dice sobre la murga de sus amores.
Ser letrista y cantar en murga ha sido para Álvaro García un escape a la rutina y las ocho horas. “Yo trabajaba de contador (fui muchos años gerente administrativo financiero), cerraba balance el 31 de diciembre, por lo tanto en enero estaba a full, y era un esfuerzo muy grande, pero la murga me sacaba, era como irme de vacaciones de un lado al otro y viceversa, porque tiene todo un estrés el carnaval. Terminaba y quedaba hecho pomada. Los tres años que salí (91, 92 y 93) fueron duros”, asegura. Pero quién le quita lo cantado y escrito. Y si bien descarta la opción de escribir en 2024, siempre que puede dar una mano a una murga o aportar desde su experiencia, lo hace con gusto.