Amistades virtuales, una moda de la que cuidarse

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La mayoría de adultos en Estados Unidos tienen vínculos solo virtuales.

En la era de las redes sociales, cada día hay más personas que tienen amigos a quienes jamás han conocido en persona. ¿Pueden estos vínculos tener el mismo valor que los que se construyen en la vida real?

SOFÍA BEUCHAT I CAROLINA BUSTOS I El Mercurio/GDA

El número clave es 150. Esa cifra corresponde al número de amigos que las personas tienen, en promedio, en Facebook, a nivel internacional. Y es, también, el "Número Dunbar", que alude a la cantidad de "relaciones humanas significativas" que el cerebro (la neocorteza, para ser exactos) es capaz de procesar a la vez. Este número nació en 1992 y es el resultado de las investigaciones que ha liderado el antropólogo Robin Dunbar, actual director del Instituto de Antropología Cognitiva y Evolutiva de la Universidad de Oxford, Inglaterra, quien se ha convertido —según la revista Bloomberg Businessweek— en una suerte de insospechado gurú para los programadores de redes sociales en Silicon Valley gracias a sus hallazgos.

Pero, si el número de vínculos que una persona promedio puede sostener de manera eficiente es 150, ¿qué pasa con esas personas que tienen quinientos, mil o mil quinientos "amigos" conectados a través de una red social?

"Es esperable que alguien pueda preguntar, incluso, cómo alguien en su sano juicio va a tener 150 amigos", acota Sebastián Valenzuela, profesor e investigador en nuevas tecnologías de la Facultad de Comunicaciones en la Universidad de Chile. Eso pasa porque tendemos a juzgar los comportamientos de hoy con los criterios históricos, según los cuales un amigo era una persona a quien conocías, con la cual tenías historias compartidas y diferentes grados de confianza e intimidad. Antes de las redes sociales, teníamos una noción consensuada sobre qué es una amistad. Pero Facebook cambió esto, al crear el concepto no de seguidores, no de fans, sino de "amigos", para etiquetar a quienes quieren conectarse contigo a través de esta plataforma virtual. Por eso, de esos 150, tal vez solo el cinco o el diez por ciento son amigos en el sentido tradicional de la palabra.

Y así como esta red no distingue entre lo que la mayoría considera "amigo" de lo que se suele llamar "conocido" —alguien con quien, por ejemplo, conversamos alguna vez en un viaje—, también dio pie a que hoy un amigo pueda ser, incluso, una persona con la que jamás se ha estado frente a frente. Alguien a quien nunca hemos visto, más allá de las fotos que sube a la red (y que, suponemos, son suyas). Incluso un personaje anónimo, escondido bajo un seudónimo.

Esto ha hecho que los extraños, en el siglo XXI, también puedan ser amigos, con diferentes niveles de cercanía y complicidad. Un fenómeno que en el mundo techie se conoce como eLationships (nombre que viene de electronic relationships, relaciones electrónicas).

Según investigaciones recientes, se trata de un fenómeno en alza. En enero de este año, la compañía de investigaciones de mercado Deep Focus (con agencias en Nueva York, Los Angeles, San Francisco y Shanghai), en conjunto con Cassandra Report (informe trimensual de tendencias) presentó un estudio con estadounidenses de entre 18 y 34 años y concluyó que están teniendo cada vez más amigos virtuales completamente desconocidos para ellos en la vida real. Las cifras sorprenden: el 76 por ciento de los encuestados en este panel en línea afirma tener amistades en las redes sociales que solo conocen en el mundo online, y afirma que estas relaciones son de importancia para ellos. El 32 por ciento incluso califica estas relaciones como "cercanas". Y hay más: para un tercio de los encuestados, estos vínculos están empezando a ser tanto o más importantes que los que se forjan sin pantallas de por medio.

"No hay que subestimar el significado de estos vínculos para los jóvenes. Su deseo de intimidad hoy trasciende las barreras físicas y digitales, impactando cada aspecto de sus vidas. Este cambio conductual masivo ha devenido en una nueva era de compromiso digital, donde se está creando un nuevo tipo de relaciones significativas", comenta Jamie Gutfreund, de Deep Focus.

El fenómeno excede Facebook. Aunque en Twitter la comunicación es muy abierta, con foco en generar un diálogo público, de todos modos muchas personas se contactan a través del sistema de mensajería directa, que permite abordar asuntos más personales con privacidad.

WhatsApp va en alza: un buen ejemplo son los estudiantes que se conocieron a través del grupo de estudio Facebook PSU 2014 y que, antes de comenzar el año académico, formaron comunidades en esta nueva red, según las universidades en las que habían quedado. Mucho antes de conocerse en persona y en muchos casos sin llegar nunca a ello, hablaron de horarios, becas, de cómo usar los portales de cada universidad, y de mucho más.

"Es súper frecuente que los jóvenes tengan amistades que no conocen presencialmente", asegura el doctor Alejandro Maturana, psiquiatra infanto-juvenil de Clínica Las Condes (Chile). Esto crea, muchas veces, la falsa idea de que tienen a mucha gente cerca. "A veces les preguntas ¿y este amigo del que me hablas, qué atributos tiene? y no son capaces de contestar. No saben quién es efectivamente el que está al otro lado de la pantalla".

El grado de cercanía y confianza que puede alcanzarse en estas amistades virtuales es variable. Es común que el vínculo surja en torno a algún tema de interés común —un videojuego, el running, el cine, la música— y luego la conversación avance hacia otros ámbitos, más personales, lo que ha llevado a los especialistas a usar el término "intimidad digital" para referirse a este nuevo tipo de amistad. A veces, surgen ganas por conocerse personalmente, lo que da lugar a vínculos con resultados dispares. Pero, advierte el doctor Maturana, en no pocas ocasiones ni siquiera existe el interés real de forjar una amistad real.

"A veces la motivación tras tanto amigo es solo competir; tener a una persona más dentro de un listado, sin preocupación por ella. Piensan que mientras más tienen es mejor. Eso se ve mucho en las descripciones que los jóvenes hacen en la consulta", comenta.

Desde el mundo de la investigación, Sebastián Valenzuela también ha observado este fenómeno. "Se usa la métrica del número de amigos como indicador de popularidad. Yo soy popular y para demostrarlo al mundo, voy a hacerme amigo de cuánta persona vea allá afuera, y Facebook lo va a decir a través de mi perfil. Esto no es lo que vive el grueso de las personas que tiene una cuenta, pero ocurre. Lo preocupante es cuando hay una disociación; cuando ves gente que en el día a día es retraída, de pocos amigos reales, y construye una personalidad virtual opuesta. Esto se conoce como narcisismo digital y consiste en estar permanentemente preocupado de cómo uno se ve en línea. Al cultivar esto, todo se convierte en una decisión estratégica: la foto que subo, la cantidad de amigos que tengo, a quiénes yo sigo, qué comentarios hago".

En este caso, el interés por el otro prácticamente desaparece, junto con la espontaneidad y la posibilidad de instaurar real confianza real y transparente entre amigos virtuales.

Para Maturana, no hay duda de que estamos ante un nuevo tipo de relaciones humanas. Pero estas relaciones son distintas, advierte. "Lo que se construye a partir de lo virtual no siempre va a andar bien al llegar a la vida real. La tecnología no lleva necesariamente a que conozcas al otro, porque a veces este otro puede crear una personalidad absolutamente ficticia. Y esto puede crear una dimensión falsa de las personas y de los vínculos". 

Cuestionarse quién está del otro lado.

- Según expertos es fácil caer en conductas de riesgo, en la medida en la que se empieza a abrir un espacio de confianza y de intimidad, sin un mínimo cuestionamiento sobre quién está al otro lado de la pantalla. Puede ser que la supuesta amistad termine en alguna situación complicada desde el punto de vista de lo sexual, pero también en otro tipo de abusos.

- No es solo un problema de niños o adolescentes: hay adultos que tienen un comportamiento bastante pueril; un funcionamiento de mucha dependencia en el que muchas veces, frente a la dificultad para establecer relaciones reales, se van apegando a estos códigos virtuales, donde pueden exponerse fácilmente.

- El propio fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, da luces sobre este nuevo escenario en un artículo donde sostuvo: "Facebook siempre ha tratado de correr los límites. A veces esto implica lograr que la gente se sienta cómoda en cosas en las que todavía no está cómoda. Finalmente, todo esto tiene que ver con cómo las normas sociales están poniéndose al día con lo que la tecnología es capaz de ofrecerles".

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