DE PORTADA
Dibujantes, ilustradores y caricaturistas hablan de su trabajo en una época casi sin espacio para publicar, con la "competencia" de los memes y las redes como aliadas de doble filo.
Afuera —en la realidad, en el mundo, en el exterior— pasa algo y Luis “Tunda” Prada, dibujante, artista visual y músico, va y lo anota. Acumula ideas escritas hasta que una es lo suficientemente buena como para dibujarla. Porque lo más difícil, dice, siempre son las ideas, que también son las que hacen que un dibujo tenga sentido, que no sea vacío, que diga algo. Con una buena idea lo demás sale solo: a veces lleva más tiempo, a veces menos, pero sale. Las idean hacen, también, al humor, al chiste.
Para que una idea sea buena no hay fórmulas, pero sí hay algunas cosas a tener en cuenta. Primero, tiene que ser lo suficientemente potente como para convencer a quien la va a dibujar, después depende de muchas subjetividades, porque, como todo, dibujar y hacer humor gráfico implica también un punto de vista. En general, dice Tunda, el “buen chiste no es complaciente, golpea y marca bien una contradicción”. Y entonces se produce el golpe en quien lo mira. Un dibujo, una caricatura o una ilustración siempre tiene una misma finalidad: que llegue a alguien más.
Por eso para Horacio Guerriero, “Hogue”, dibujante, caricaturista y artista plástico, nada cambió con la pandemia, solo la realidad. Para él, el objetivo del humor gráfico, de las caricaturas, de los dibujos (y del arte en general) se trata siempre de generar algo en otra persona. “Siempre digo lo mismo y lo sostengo ahora: más allá de que quienes trabajamos en esto y todas las personas creativas que trabajan en arte lo hacemos para nosotros mismos y para nuestros egos, siempre hay otro destinatario que son las personas a las que llegan. Siempre ha sido así. ¿Por qué debería cambiar ahora, en esta época de coronavirus? Para mí no cambió nada, excepto lo que cambió para todos. Dibujo para mí y después para quienes lo quieran ver”.
Lo que sí es cierto es que casi siempre los dibujantes, ilustradores, caricaturistas y humoristas gráficos sacan sus ideas de la realidad. Y eso sí cambió. Y con ella surgió, por ejemplo, La Patota de Guambia, una idea que nació del grupo de WhatsApp de los antiguos integrantes de Guambia, la emblemática revista de humor uruguaya que funcionó durante y después de la dictadura, para dibujar sobre la pandemia y el coronavirus. Y con ella surgió, por ejemplo, una necesidad de expresión que quizás es mayor que antes, cuando todo en nuestras vidas era como siempre había sido. Y allí están ellos y ellas, los dibujantes, ilustradores y caricaturistas para traer una partecita de realidad, para hacernos reír de nosotros mismos y de nuestros problemas. Porque, dice Jaime Clara, periodista, escritor y caricaturista, “el humor, gráfico o cualquier otro, es una salida que no dudo en calificar como necesaria y saludable”.
Allí están y son muchos: Arotxa, Casalás, Ombú, Hornes, Tunda, Hogue, Alcuri, Jaime Clara, entre muchos otros. También hay mucha gente joven dibujando, como Maco, Florsit o Fede Zabalía. Allí están. Tienen estilos diferentes, formas distintas, maneras de pensar que ponen en sus dibujos. Allí están, pero, ¿qué espacios tienen, en Uruguay para mostrar su trabajo? ¿Alcanzan las redes sociales? ¿Por qué se terminaron las revistas de humor gráfico? ¿Para qué sirve dibujar la realidad, hacer chistes ilustrados?
Entre redes y memes
Hubo un tiempo en el que los kioscos estaban llenos de revistas de humor gráfico, de historietas: desde Astérix a Patoruzú, desde El Dedo a Guambia. Hubo un tiempo en el que el humor gráfico era parte de la vida de todos los días, uno en el que las personas esperaran que fuera el día en el que salía Guambia para encontrar una mirada cómplice. Porque también hubo un tiempo en el que el humor estuvo, prácticamente, censurado. Y allí estaba Guambia, haciendo chistes sobre lo prohibido, aliviando un poco la tensión de la época, cuestionando, resistiendo y haciendo reír.
“Trabajábamos con la actualidad y la realidad nos alimentaba. Hacíamos chistes sobre cosas que estaban prohibidas y eso generó mucha empatía en la gente”, cuenta Álvaro Alcuri, dibujante, escritor y psicólogo.
También por esa época estaba Sufrido, el personaje que Hogue creó para el diario El Día en los últimos seis meses de la dictadura y que “representaba, básicamente, a Juan Pueblo”.
Hoy prácticamente no existen revistas de humor gráfico y los espacios que dibujantes, caricaturistas e ilustradores tienen en los medios de comunicación son cada vez menos. Las respuestas a este fenómeno tienen que ver, directamente, con la inminente crisis de los medios y el auge de los medios digitales y las redes sociales.
“Basta con pensar en cuántos medios de comunicación hay en Uruguay para encontrar la respuesta”, sostiene Hogue. “Y creo, y esto es una afirmación personal, que tampoco hay mucho interés por el dibujo político en los medios uruguayos. En otros países hay una preocupación por establecer ese espacio que acá no veo”.
Entre sus trabajos —porque Hogue siempre hizo muchas cosas diferentes, desde dibujar hasta aprender saxofón— dibuja para un diario español. En Uruguay la única forma de mostrar su trabajo es a través de las redes sociales.
“Los espacios para el humor gráfico están en desuso, pero creo que el humor, en general, está en desuso. De algún modo se sustituyó por otro tipo de comunicación, los memes, Tik Tok, yo qué sé. Supongo que tiene que ver con la evolución de la humanidad, aunque no me guste. Claramente no se puede soslayar que hay una enorme crisis de los medios de comunicación”, explica Darío Klein, periodista, parte de Guambia.
Las revistas y las páginas de los medios fueron desapareciendo de a poco, paulatinamente, en la medida en que los medios digitales y las redes sociales avanzaron. Para Tunda, que también fue parte de Guambia, “la ausencia no la dejaron las revistas sino que estos medios nuevos las corrieron. Es decir, no creo que nosotros hayamos dejado un espacio para las redes sociales sino que las redes nos patearon, por decirlo de alguna manera. Yo lo que siempre digo es que es mejor pensar en cómo trabajar con y en las redes que en cómo volver al papel. El papel ya fue, definitivamente”.
Algunos de ellos, como Hogue o Tunda, experimentan con las nuevas tecnologías y crean animaciones para las redes, juegan. Otros, como Alcuri, prefieren dibujar como siempre lo han hecho. “No tanto porque me molesten o no me enganchen las nuevas tecnologías, sino porque me gusta mantener vivo aquel estilo”. Se refiere al estilo que utilizaban en Guambia, el mismo que utilizan ahora la mayoría para mandar dibujos a La Patota de Guambia, la página web en la que algunos integrantes de la revista comparten sus chistes durante la pandemia. “Estamos haciendo básicamente la misma propuesta gráfica que hacíamos en aquellas épocas. Son chistes generalmente hechos a tinta china, que era el humorismo gráfico que se estilaba”.
Esos mismos dibujos, los que antes hacían para el papel, son los que ahora suben a una página web y se viralizan en redes sociales. Para ellos, las formas de relacionarse con los dibujos, chistes e ilustraciones son las mismas si el destino son las redes. Para otros, nativos digitales, el vínculo con la exposición digital es diferente.
Para Federico Zabalía, ilustrador y diseñador gráfico, 25 años, las redes han sido, desde siempre, la forma de mostrar su trabajo. Por eso las piensa y las tiene en cuenta a la hora de dibujar, aunque intenta que la lógica de los likes no lo condicione. “Es algo que últimamente me estoy planteando bastante ya que uso las redes como espacio para mostrar lo que hago y me veo por momentos dejándome llevar por lo que supuestamente ‘rendiría’ más publicar. Eso es algo que no está tan bueno y que personalmente quiero saber identificar y manejar. Uno tiene que crear, buscar nuevos contenidos, y recién ahí si algo de todo eso puede llegar a ser publicable se publica. Eso sería lo ideal”.
Florencia Sityá (24), periodista e ilustradora, intenta dibujar sin pensar en que lo va a mostrar en redes sociales. “Si me guiara solamente por la lógica de redes sociales tal vez usaría la misma paleta de color, para tener un feed prolijo y homogéneo, o dibujaría personajes con un estilo similar. Pero no tengo un estilo tan definido, al menos no todavía”.
Las redes están. Son una herramienta (en muchos casos, la única) de difusión para su trabajo y cada uno las maneja desde la óptica y el lugar que le sale. “Son útiles, necesarias, no suficientes”, dice Jaime Clara, que, de hecho, ha dado a conocer su trabajo como caricaturista a través de las redes.
En una época dominada por los memes, los gifs y las animaciones, donde los likes y las reacciones a las historias de Instagram marcan el “éxito”, el trabajo de dibujantes, ilustradores y caricaturistas se transforma y resiste.
“En las redes hay de todo. Hay cosas espantosas, hay cosas que ni siquiera son humorísticas, pero también hay muchas ideas buenas y mucho ingenio popular que se traduce en esos medios que hoy en día están en manos de la gente”, dice, en tanto, Tunda.
Para Klein, los memes y estas otras formas de comunicación no son lo mismo que lo que hacían las revistas como Guambia o el El Dedo. “Pero es el camino que está siguiendo la humanidad. Y es muy difícil cambiar la historia”.
Dibujar la pandemia
Cuando todo empezó Hogue se encerró en su apartamento. Está acostumbrado a trabajar desde su casa y pudo adaptar rápido sus talleres para darlos online, así que no hubo un gran cambio en su rutina. Los primeros 15 o 20 días, con la euforia del “quedate en casa” decidió hacer pequeñas animaciones que, a través del humor y de lo simbólico —“siempre trabajo desde lo simbólico”— buscaban aportar al aislamiento social. Por lo demás, siguió trabajando en sus caminos y proyectos (dos libros que había empezado antes de la pandemia y estaban inconclusos). “Yo te diría que el hilo conductor de mi vida es la creatividad, eso es lo que me ha salvado hasta ahora”.
A Tunda tampoco le cambió demasiado la vida. “Casi que vivo en cuarentena, porque disfruto mucho de estar en mi estudio trabajando”. Cree, eso sí, que esta “nueva normalidad” tiene muchos elementos de los que agarrarse para dibujarla y hacer chistes. “Está llena de contracciones: un ministro nos dice que podemos salir a caminar y el otro dice lo contrario, nos expresamos a través de las redes y a la vez estamos atrapados en ellas. El humor trabaja mucho con la contradicción y el absurdo”.
La creatividad y el humor vienen siendo, en estos tiempos, un ancla para salvarnos la cabeza. Hagamos o consumamos, casi siempre es una válvula de escape. Es, dice Clara, como hacer un chiste en un velorio, algo que puede parecer un despropósito pero que termina por distender. Porque de eso se ha tratado siempre: de reírnos de la realidad para que nada sea tan trágico. Y allí han estado siempre los ilustradores, dibujantes y caricaturistas dibujándonos, haciéndonos pensar, sacándonos una risa. Tengan o no tengan espacios, casi siempre se las arreglan para que lleguemos a sus dibujos.
Además de los dibujantes, caricaturistas e ilustradores más reconocidos en Uruguay, hay muchos jóvenes que comparten su trabajo a través de las redes sociales. Florencia Sityá, periodista e ilustradora, es una de ellas. Se animó a compartir ilustraciones en su página de Instagram (@florsitya) este año pero, dice, dibuja desde que se acuerda. En general, dice, dibuja a personas sientiendo algo. Sus dibujos “hablan de soledad, de angustia, de monotonía”.
Por su parte Federico Zabalía, que también publica su trabajo en Instagram (@fedezabalia), cree que sus ilustraciones tienen dos tipos de búsqueda: “Está la del humor gráfico, en el cual intento ser autocrítico y reírme de situaciones cotidianas, pero también tengo una búsqueda hacia lo más emocional e instintivo, que suele ser algo más abstracto”.
La Patota de Guambia: un regreso que no es tal
En su época la revista Guambia fue un suceso: durante los últimos años de dictadura, dibujantes, ilustradores, caricaturistas y periodistas hablaban de lo que nadie más hablaba.
“Después de que esa censura dejó de existir, Guambia se reformó y se transformó en una revista de sátira política, de humor costumbrista”, dice Álvaro Alcuri. “Muchos hicimos una carrera dibujando allí”.
Ahora, con la pandemia, algunos integrantes de Guambia se volvieron a reunir para hacer La patota de Guambia, una página web en la que publican humor gráfico sobre el coronavirus. Todo surgió, cuentan, de manera espontánea, casi casual.
“Nosotros tenemos un grupo de WhatsApp que armamos una vez por el cumpleaños del Tunda. Cuando esto estalla, Héctor Anzaláz empezó a mandar chistes que estaban muy buenos. Al rato el Hornes mandó una andanada de chistes vinculados a la pandemia. Y así empezaron todos. Estaban aburridos en sus casas y empezaron a sacarle punta a los lápices y a usar el tiempo para eso. Cuando lo veo dije ‘pará, esto no puede quedar’”, cuenta Darío Klein.
Entonces les propuso crear una página en Facebook, una en Instagram y una Twitter para compartir el material que mandaban al grupo de WhatsApp. “Después Miguel Casalás, que fue uno de los primeros en mandar chistes, desempolvó un viejo proyecto que él tenía junto a Darío Finelli, que había sido cadete de Guambia y que ahora es informático y decidieron armar la página (Guambia.uy)”. Así surgió La patota de Guambia, que mantiene la esencia de aquella revista pero que es algo totalmente aparte. Esto es un grupo de amigos que publican y comparten su material, no un proyecto comercial empresarial, con una línea editorial como lo fue la Guambia fundada por Antonio Dabezíes.
En la página y en las redes se pueden ver cosas de Álvaro, Anzalas, Casalás, Hornes, Leo, Oscar, Tata Alcuri, Tincho, Tunda, Álvaro Alcuri, Murro, Jardim, Edgardo, González y Ombú.