TENDENCIAS
Los humanos cada vez buscamos más alternativas espirituales y naturales para la sanación de nuestros animalitos. Existe, incluso, la chance de aprender a hablar y comunicarnos con perros y gatos.
Hoy da vintage la mascota en el fondo de la casa, haga frío o calor extremo, por su veta guardiana o para evitar que ensucie, y llamar a su humano responsable como ‘dueño’. Es que los perros y gatos del presente superaron el escalafón de “mejor amigo del hombre -o la mujer-” y pasaron a ser hijos, nietos o hermanos. Dormimos con ellos en la cama, les compramos ropa, juguetes, lesfestejamos su cumpleaños, les hacemos regalos, cuidamos su estética, los incluimos en las vacaciones y paseos -se multiplicaron los hoteles, bares, cafeterías y comercios pet friendly- e incluso hay quienes los llevan en cochecito de bebé por la calle (aunque aún parezca un poco raro).
En suma: nos esmeramos por devolver a los animalitos algo de ese amor puro e incondicional que ellos nos regalan a diario. Son un miembro más de la familia y, como tal, queremos verlos felices. Velamos por su salud, pero llevarlos a la veterinaria de confianza dejó de ser la única forma de ocuparse. Los seres humanos cada vez buscamos más alternativas que escapan a la medicina convencional para calmar dolores, curar el estrés o la angustia y de un tiempo a esta parte hemos trasladado esa modalidad también a nuestras mascotas.
De esta manera, el concepto de veterinaria con abordaje holístico -basada en tratamientos naturales a integrativos- ha ido ganando terreno y hoy pensar en llevar a nuestro perro o gato a sesiones de acupuntura o reiki no resulta extraño. Tampoco es alocado administrarle gotitas de homeopatía si tiene una patología, una dolencia o tiene un problema de conducta; o recurrir a nutriterapia, aromaterapia o gemoterapia para sanarlos. Y por qué no plantearse la opción de acudir a un comunicador animal para que oficie de traductor con nuestra mascota o incluso nos enseñe a hablar con ella.
“Todas las terapias holísticas siempre aportan bienestar. No vas a perder nunca, tenés todo para ganar”, apunta Alejandro Etcheverry, quien realiza reiki y gemoterapia para mascotas desde 2016. Y agrega que ambas disciplinas contribuyen a reforzar el sistema inmunitario y mejorar la calidad de vida si el animal está enfermo.
Tender puentes
Todo comenzó en 2012 con un video. Andrea Souto se cruzó en YouTube con La pantera diablo que se convirtió en espíritu y el material le voló la cabeza. La joven estudiante de veterinaria -aún le queda un año para recibirse pero puso la carrera en stand by para enfocarse en lo holístico- lanzó al universo ‘yo también quiero hablar con los animales’. Viajó a Nueva Zelanda en 2015 con la visa Working Holiday, conoció a una mujer que daba un taller de comunicación animal, lo hizo y reactivó su habilidad telepática.
“Aprendí que no es un don, sino un lenguaje que todos sabemos al nacer pero lo perdemos porque dejamos de practicarlo. Solo hay que despertarlo y ejercitarlo”, confirma Andrea a Revista Domingo. Y así lo hizo.
Practicó y al volver a Uruguay decidió hacer de su pasión un trabajo y fundóAnimal Holístico en 2016. Desde su emprendimiento canaliza la voz de las mascotas para que los humanos puedan comprender sus emociones.
“Logro entablar una conversación con el animal, sentir lo que siente, entender qué le está pasando y así dar al humano responsable la posibilidad de que entienda, por ejemplo, por qué su perro se queda aullando como loco cuando él se va a trabajar, o por qué le apareció una renguera”, ejemplifica. Y aclara que cuando un animal reprime una emoción termina expresándose en el cuerpo con un síntoma, igual que nos sucede a los humanos.
-¿Escuchás la voz del animal?
-La información se transmite a través de una mezcla de percepciones que forman parte del lenguaje telepático. Te pueden llegar mensajes auditivos (una voz, una frase), imágenes mentales, emociones, sensaciones físicas (un dolor en una parte del cuerpo y te muestra que el animal lo tiene). En mi caso, soy una comunicadora más sensitiva (siento lo que ellos sienten) y me convierto en traductora durante la sesión poniendo en palabras eso que el animal me hace sentir.
Las personas recurren al servicio para conocer temas concretos (si hay un dolor o un problema de comportamiento; saber por qué está triste o siente miedo), o comunicar algo puntual a la mascota -por ejemplo, que se van de viaje y así evitar que se angustien y dejen de comer o se lastimen-. “Les contamos por cuánto tiempo se van, dónde se van a quedar, con quién y les decimos que estén tranquilos porque van a volver, no los van a abandonar. Lo maravilloso es que luego se comportan de manera totalmente distinta”, apunta.
Las sesiones son a distancia: Andrea se conecta energéticamente con el animal a través de una foto, graba en un audio la información que recibe y luego comparte el material con la persona.
El costo varía según la duración y la complejidad: las sesiones de media hora valen $1.300 y las de una hora $1.700.
Si bien Animal Holístico también ofrece flores de Bach y armonización energética, la comunicación animal es el “plato fuerte” del emprendimiento. En 2020, Andrea optó por sumar talleres para que la gente aprenda a hablar con sus perros y gatos: “No te enseño, solo te guío para que despiertes la posibilidad y la pongas en práctica”, dice. Formó a más de 150 y el costo es de $3.800.
Flores y reiki
Juan Grosso es terapeuta holístico animal hace 10 años y está convencido de que tanto las patologías, como los conflictos de ansiedad y estrés que aquejan a nuestras mascotas son producto de la “humanización” a la que hoy se enfrentan. “Viven con nosotros, dependen de nosotros y absorben todo lo nuestro. Todo lo que hagamos o dispongamos puede alterar su conducta o generarles problemas”, opina Juan.
El reikista Alejandro Etcheverry coincide al afirmar que “los animales absorben toda la energía positiva y negativa del hogar. Si hay una discusión o estamos mal, se van a resentir porque su campo aúrico baja”.
Las mascotas son tan sensibles al amor que todo lo perciben: las mudanzas, la muerte de alguien, una separación o la llegada de un nuevo miembro a la familia puede alterarlos. Hoy es común prepararlos para recibir a un bebé: “Antes no era tan complejo pero ahora sí, porque es como que les traes un hermano, y sufren una cantidad de sustituciones o pérdidas de privilegios, porque el 90% de las parejas primero tienen un animal y después un hijo”, apunta Juan.
El primer paso que este terapeuta holístico usa para el diagnóstico es apelar a una especie de biodecodificación con el fin de determinar qué emoción puede estar comprometida para disparar un síntoma, una enfermedad o un problema de comportamiento. Realiza una batería de preguntas al humano -¿te divorciaste?, ¿te robaron?, ¿falleció alguien?- con miras a conocer el entorno donde vive el animal y la situación familiar. Y en función de ese puzzle indica qué esencia floral necesita esa mascota.
Suele usar el sistema de Bach para las cuatro fórmulas genéricas que tiene disponibles -todas 100% naturales-: ‘miedo’ (ideal para la pirotecnia), ‘calidad de vida’ (para subir las defensas, mejorar el sistema inmunitario, disminuir el dolor), ‘acompañamiento en la muerte’ (se le da al animal y la familia) y ‘estrés’ (para tratar la ansiedad).
La consulta de Juan (Botica Animal) vale $1.900 si es virtual y $2.400 si es presencial (incluye el primer frasco de flores de Bach y el acompañamiento a la familia durante el proceso). Cada frasco dura un mes y la recarga cuesta $650. “Los resultados son magníficos y se ven a los 10 o 15 días. No funciona si se administran mal o si el humano se olvida”, aclara.
Alejandro, en tanto, asegura que las personas llegan a sus terapias como manotazo de ahogado: “En el 90% de los casos te consultan porque ya probaron todo desde la medicina alopática y el animalito ya está cansado”, indica.
Define el reiki como “una energía de amor” y asegura que cuatro sesiones -cada una cuesta $950- pueden bastar para notar resultados a nivel físico: “Me han consultado por tumores y hubo casos en que se logró reducir. Pero también tengo de los otros”, se sincera.
Señala, además que este tipo de terapias son muy usadas en la fase final de la mascota: “Es un mecanismo muy válido para facilitar que parta en paz cuando no hay nada más para hacer. Se lleva al animalito a un estado alfa con reiki o gemas y si tiene que partir lo hace en paz”, comenta. Y aclara que muchas personas optan por esta alternativa porque les evita tener que pasar por la difícil decisión de practicar eutanasia.
Agujas: método eficaz para sanar
Los primeros animales en recibir acupuntura fueron los caballos y más tarde se empezó a aplicar a perros y gatos. La eficacia demostrada con evidencia científica ha sido clave para que los médicos veterinarios optaran por recomendar esta técnica milenaria china a sus pacientes. “Se dejó de pensar como algo místico y pasó a tener un carácter científico avalado por los estudios. Antes los colegas me llamaban como última opción, cuando no había mucho para hacer, hoy conocen la terapia y la recomiendan desde el inicio como complemento”, dice Fernando Silva, veterinario y especialista en acupuntura. Si bien las principales consultas que recibe son por dolores musculares o articulares, asegura que la técnica también es eficaz para curar alergias, problemas digestivos, neurológicos y de comportamiento. “Para el asombro de muchos, los animales reciben muy bien la terapia. Perciben que uno los quiere ayudar y todos la aceptan”, dice. El costo de la sesión ronda los $1.000 y los resultados son inmediatos: “Tiene un efecto acumulativo pero el resultado se siente en la primera sesión”, cierra.
A consciencia
Gabriela Lippsse recibió de veterinaria en Argentina hace 23 años, se especializó en patología y el aluvión de casos graves a los que se enfrentó la hicieron enfermar por la desesperación de no poder salvar a sus animales: “Era muy unida a mis pacientes y vivía como algo muy traumático no poder solucionar el 100% de los casos”, cuenta a Revista Domnigo desde su Chaco natal, donde se fue de vacaciones, ya que desde 2019 que reside en Solanas (Maldonado) junto a su familia.
Cinco años atrás, se embarcó en una búsqueda personal y profesional que la llevó por el camino holístico y naturista. El primer paso que dio fue hacer la especialidad de nutrición ortomolecular dirigida a humanos para luego aplicarla en los animales.
“Enseguida me di cuenta de que los alimentos balanceados no funcionaban”, dice. La veterinaria está convencida que todo lo que necesitan las mascotas está en la naturaleza y no en los fármacos. “Los químicos no curan, tapan los síntomas y encima intoxican el hígado, el riñón, y dañan a nivel celular”, observa.
-¿En qué consiste la nutriterapia?
-Es una alimentación consciente porque es muy personalizada. Por ejemplo, si el animal sufre de asma se le dan peras para tonificar el pulmón, frambuesas, arándanos o frutos rojos para tonificar el corazón. ‘¿Cómo le voy a dar arándanos a un gato?’ me preguntan todos. Y ahí viene la sabiduría ancestral: vos les ofrecés y ellos comen lo que realmente necesitan. Tengo unas pacientes Schnauzer que mastican brócoli y mis gatos que toman té tibio de Cardo Mariano (ideal para limpiar el hígado). Si el perro perdió mucha sangre en una hemorragia se le da lentejas con sal del Himalaya. Son cambios de vida y no son a largo plazo porque en 15 días mis bichitos se recuperan.
Gabriela aprovechó la pandemia para estudiar y se especializó en homeopatía, medicina china y y nutriterapia. En los libros descubrió que el 50% de las causas de las patologías son emocionales y comprendió la importancia de indagar en qué condiciones vive la mascota: “Si los humanos pasan peleando, el animal no puede ser feliz; si el ‘dueño’ se murió, ¿cómo sobrevive? Ellos vibran mucho más rápido que nosotros y por eso viven menos, pero se curan más rápido si hacemos bien las cosas”, asegura.
Considera esencial ir hacia el origen del síntoma o del problema de conducta con el fin de reconocer el motivo y atacar desde la raíz: “Vos buscás qué le pasó al animal, cuándo empezó y cómo se manifestó. Tenés que darte cuenta qué emoción le provocó el daño al órgano con los síntomas que acumula”, explica.
Y lo clarifica con un ejemplo: “Llegan y me dicen: ‘Mi gato está malísimo y se pasa vomitando, o no quiere comer, o se pone amarillo’. Eso es fuego en el hígado por ira acumulada (porque vino un gato nuevo al grupo y no me lo banco, por ejemplo) y tengo que echarle agua con comida y fitomedicina. Hay alimentos como el yuyo Cardo Mariano que sedan el hígado. Se hace un té tibio con ese yuyo y va limpiando”. Y así sustituye a la pastilla protectora hepática.
El compromiso del humano responsable es la clave para que los tratamientos funcionen: es la conexión entre Gabriela y el animal y es quien debe comprar los alimentos y estar encima del perro o gato para que haga las ingestas. “Para tener el cambio de vida con las mascotas primero tiene que hacerlo el humano y la conexión será total”, dice.
La consulta cuesta US$ 50 y Gabriela asegura que hay muchas personas dispuestas a hacer la inversión: “La gente llega cansada, agobiada y desesperada. Durante 20 años viví las angustias de cada paciente y llegué a pensar que la medicina no funcionaba. Para mí esto es magia”, cierra.
Sesiones de despedida: la instancia de mayor angustia
Un motivo de consulta que Andrea Souto recibe muy a menudo en Animal Holístico son las llamadas ‘sesiones de despedida’ y suceden en el tramo final de la vida de la mascota. Las describe como “bonitas y expansivas” por ser de gran ayuda para ambas partes: “Permiten a la persona saber cómo se siente el animal pero también qué elige. Algunos sienten mucho dolor y le piden ‘ayudame a partir’, entonces la persona le cumple su voluntad a través de una eutanasia sin sentir la culpa de estar quitándole la vida, y la carga por haber tomado una decisión tan difícil. Otras veces, el animal pide no ser asistido, que se lo acompañe y que se irá de forma natural. Le transmiten ‘quiero que sea en mi casa, rodeado de mis afectos’. Esa experiencia es mágica porque la persona me cuenta luego sobre la mirada y el amor que se transmitieron en ese momento”, relata la comunicadora animal.
Percibe que hay cada vez más gente que concibe a sus mascotas como familia y por eso buscan una respuesta distinta a la que el médico veterinario puede darles ya que, según dice, este tipo de técnicas “no son lo que se nos enseña en la facultad”.