En estos días un nombre ha tomado el protagonismo en las redes y en los reproductores de música. Por ahí el lector incluso ya escuchó a alguien tararear algunos versos pegadizos de una canción donde el protagonista se lamenta por no haber aprovechado algunos momentos como debía. Y es que Bad Bunny, el artista latino más importante de la actualidad, volvió a hacer lo suyo. Su sexto disco, Debí tirar más fotos, lanzado el 5 de enero, no sale del top de las principales listas, como la de Billboard, donde simplemente desbancó a nadie menos que Taylor Swift. ¿Qué explica este fenómeno?
No es de hoy que el cantante puertorriqueño viene construyendo su camino plagado de éxitos, pero con DTMF —abreviación del título del disco— hace un trabajo profundo de rescate de la cultura de su país. Aunque todo el álbum, que trae 17 canciones, esté lleno de detalles que hablan de las problemáticas enfrentadas en la isla, algunas canciones como “Lo que le pasó a Hawaii” y “La Mudanza”, lo mencionan de forma directa. Además de eso, DTMF no se trata solo de un disco, es también un aparato transmedia: un corto que ya suma más de 16 millones de visualizaciones en YouTube; una acción con una camioneta amarilla que circuló por las calles de varias ciudades, cargada con verduras y exhibiendo el título “Producto de Puerto Rico” y un QRCode que se podía escanear para acceder al contenido del disco; también una performance del músico en un noticiero puertorriqueño; y diapositivas publicadas con cada canción, a las que se pueden dar incluso un uso pedagógico.
“Puedo decir que dentro de la historia musical cultural puertorriqueña no hay un precedente a lo que Benito está haciendo”, dijo en entrevista a Cenital, el historiador Jorell Meléndez-Badillo, autor del libro Puerto Rico: Historia de una nación. El docente e investigador fue invitado por el cantante para trabajar en los visuales del disco, que cuentan la historia de la isla desde la conquista española en 1508, hasta la invasión estadounidense de 1898, lo que la convirtió en la colonia norteamericana que es hoy.
Por supuesto, la tapa del disco también carga un mensaje: dos sillas de plástico monobloc y un bananero detrás. Uno de los escenarios más comunes para las familias boricuas.
Toda la construcción de este material, las letras, los géneros musicales que celebra, como la salsa, la bomba y la plena, la forma cómo lo desarrolló —se grabó íntegramente en la isla y cuenta con la colaboración de jóvenes de la Escuela Nacional de Música de Puerto Rico— habla de un regreso a casa. Aún mismo cuando Benito Antonio Martínez Ocasio —su nombre de bautismo— nunca se haya ido del todo.
Estos elementos —demostrar orgullo de sus raíces, denunciar el desplazamiento de puertorriqueños y la gentrificación en su tierra— impactaron tanto en la comunidad latina que en las redes sociales venezolanos, cubanos y nicaragüenses no demoraron en resignificar las canciones —sobretodo la que da nombre al disco— y transformarla en un himno nostálgico para las diásporas latinoamericanas.
“Creo que es algo que la industria intenta meterte en la cabeza, que necesitas estar en todo el mundo. Y lo entiendo porque Puerto Rico es una isla muy pequeña. Tal vez un artista de México podría tener éxito solo en México. Lo mismo con Brasil. Pero siempre supe que podía ser grande y tener éxito siendo puertorriqueño, con mi música, con mi jerga y con mi cultura. Así que trabajé para alcanzar la mayor cantidad de lugares, pero al mismo tiempo manteniendo mi esencia, mis raíces”, afirmó Bad Bunny en entrevista a The New York Times, respecto al lugar donde creció y vivió hasta 2023. Hoy vive entre Los Ángeles y Nueva York.
El conejo malo
Hijo de un conductor de camiones y una maestra, a diferencia de otros artistas puertorriqueños nativos de San Juan, Benito nació en Almirante Sur, un barrio de Vega Baja. Los boleros que escuchaba su madre y la salsa y el merengue que le gustaban a su padre conformaron el ADN musical del que sería el reguetonero más popular del mundo.
Siempre fue tímido, pero le gustaba cantar. A raíz de eso, entre los 5 y 13 años formó parte del coro de la iglesia a la que asistía su familia e hizo sus primeras presentaciones en los shows de talentos de su escuela. Antes de iniciarse a tiempo completo en la música, estudió comunicación audiovisual en la universidad.
En aquella época trabajaba como empaquetador en un supermercado y en su tiempo libre cargaba sus músicas a SoundCloud. Fue ahí donde llamó la atención del productor DJ Luian con su canción “Diles”. Nacía allí Bad Bunny, el conejo malo, apodo que adoptó de una fotografía de su infancia, cuando su madre lo disfrazó de conejo para un festejo escolar y, como no le gustó el atuendo, aparece enojado en la foto.
El cantante logró que su disco debut, X100 PRE (2018), se metiera en la lista de los 500 mejores discos de la historia y en menos de cinco años se convirtió en el artista más escuchado de Spotify. En 2020, llegó a la tapa del The New York Times y de la Rolling Stone; desde entonces no solo no salió del top de las listas de música, sino que ha sido el primer latino en lograr múltiples récords: El último tour del mundo (2020) lo convirtió en el primer artista en llevar un álbum completamente en español al tope de la lista US Billboard 200. Ese mismo año lanzó YHLQMDLG —abreviación de “Yo hago lo que me da la gana”— y demostró ser un fenómeno imparable.
En 2022, Un Verano Sin Ti pasó 13 semanas no consecutivas en el No. 1 de Billboard 200 y sólo confirmó que la creatividad y el éxito del boricua no tienen fecha de caducidad. En 2023, publicó Nadie Sabe Lo Que Va a Pasar, disco que batió el récord de álbum más escuchado en un solo día, y está nominado a Mejor Álbum de Música Urbana Latina en los Premios Grammy, que se celebran este 2 de febrero. Desde 2017 hasta la fecha ya ganó tres estatuillas en los Premios Grammy y cuatro en los Latin Grammy.
“No importa lo que esté pasando en el mundo, no importa lo jodidos que estemos. Esa es una de las razones por las que creo y hago música. Siento que nada malo sucede en el mundo y en mi vida cuando estoy creando. Espero que la gente sienta lo mismo cuando escuche mi música”, dijo en reciente entrevista quien en los últimos años también se transformó en un ícono de la moda, un luchador semiprofesional de lucha libre y un actor en formación: ya actuó en Tren Bala (2022), Cassandro (2023), Caught Stealing (sin previsión de estreno) y Happy Gilmore 2, con estreno previsto para este 2025.
A este ritmo, el artista, que en un determinado momento fue considerado por muchos padres una mala influencia para sus hijos por sus letras que presumen de sexo, dinero y poder —lo que quedó conocido en el lenguaje del reggaetón y la música urbana como fronteo—, pasó a ser estudiado en las universidades. Por ejemplo Nate Rodríguez, docente de la Universidad de California, Estados Unidos, empezó a ofrecer en 2022 una clase de posgrado sobre el efecto Bad Bunny, con la mirada de las teorías sobre masculinidad e identidad de género.
“Bad Bunny representa latinidad y activismo en temas de inclusión, diversidad y equidad”, indicó el académico a EFE, y dio como ejemplo la forma en que el artista denunció asesinatos de mujeres transgénero, discriminación racial y los problemas en Puerto Rico, sin dejar de hacerlo en su lengua madre.
Ahora, mirando la meteórica trayectoria de este músico de 30 años, el fenómeno generado por DTMF llega como una especie de confirmación a una promesa que empezó allá en 2016. A lo que todo indica, el joven que siempre soñó con cantar, que fue empaquetador y que ahora, estando en la cima reivindica sus raíces, seguirá en ascenso.
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