"Transforma la vida, alivia angustias, ordena la mente y le da sentido a ciertas vivencias. Creo que ese es el poder transformador que tiene la lectura. Y es algo que se viene usando hace siglos”, dice Cristina Deberti a Domingo. Esta bibliotecóloga y psicóloga fue precursora de la Biblioterapia en Uruguay, una práctica terapéutica que empezó a conformarse como se la conoce hoy en 1950, tras el final de la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en los países que se vieron afectados por el conflicto. Pero, si volvemos un poco más atrás, la lectura como práctica terapéutica viene de mucho antes. En el antiguo Egipto, por ejemplo, se consideraban a las bibliotecas como “casas de vida”. También los griegos tenían en los libros una medicina para el espíritu.
Según las investigadoras españolas, Laura Palomo Alepuz y Ana Andúgar Soto, entre los siglos XVIII y XIX en los hospitales psiquiátricos de Inglaterra, Francia y Alemania se incluyeron las primeras bibliotecas para pacientes, dado que la lectura ya formaba parte del procedimiento médico. Eso es algo que se sigue realizando hasta hoy también en países como Inglaterra y Estados Unidos donde los médicos recetan libros a sus pacientes.
“Allá el enfoque es individual. Entonces tenés una consulta con el biblioterapeuta y si le decís, por ejemplo, ‘tengo fobia a los insectos’, él te da la prescripción del libro para que lo retires en la biblioteca del hospital. Ellos trabajan con ese encuadre. Lo que yo hago es distinto, porque es grupal y no es directivo”, cuenta Deberti, quien también es docente de la Universidad de la República e imparte la disciplina Biblioterapias, teoría de la lectura y psicoanálisis.
La psicoterapeuta destaca que no se trata de una disciplina rígida y, por eso, existen distintos tipos de biblioterapias. Cambia según el país, y el marco teórico adoptado por el profesional que la realiza. Pero, ¿cómo se definiría esta práctica entonces?. Deberti explica:
“Podríamos decir que no es psicoterapia de grupo, pero tiene efectos terapéuticos. Tampoco es un club de lectura o un taller literario, pero aprendemos de literatura. Es esa zona intermedia, porque es íntimo, pero se construye en grupo. El encuadre es muy cuidadoso, lo que se habla en el grupo queda en el grupo, porque a raíz de las lecturas la gente dice cosas muy íntimas”.
La lectura grupal es un antídoto contra la soledad
En Uruguay, la práctica es reciente. Deberti no conocía a otros profesionales que la aplicasen cuando decidió unir sus dos formaciones, la de psicóloga y la de bibliotecóloga, para trabajar el poder de la lectura en grupo. Cuando decidió adentrarse a este campo, recibió la orientación de colegas como la reconocida antropóloga francesa Michèle Petit.
“He dado con gente muy generosa. Michèle me dio una gran cantidad de lecturas, compartió conocimiento, la fui a visitar algunas veces y pudimos intercambiar mucho sobre el tema”, cuenta. Y añade: “El tener las dos profesiones me permitió utilizar la lectura dentro de un marco psicoanalítico y adaptado a determinados contextos. Fue algo que fui construyendo ayudada por muchos profesionales porque al principio, como no había otra gente en Uruguay haciéndolo, fue ensayo y error”.
En 2006, invitada por Susana Grunbaum, la entonces directora del Portal Amarillo, empezó a impartir la biblioterapia en aquel centro de asesoramiento y tratamiento del consumo problemático de drogas. La experiencia fue tan positiva, que se dio a lo largo de 15 años y llamó la atención de investigadores ingleses, por los cuales Deberti fue invitada a escribir sobre el tema. El artículo Biblioterapia en Uruguay: un estudio de caso de la Biblioteca Mario Benedetti para pacientes con problemas de abuso de sustancias fue publicado en el libro Bibliotherapy, que va por su tercera edición y se encuentra disponible en plataformas como Amazon.
La experiencia por detrás de este artículo, se remonta a la creación de la biblioteca del Portal Amarillo. En 2009 Deberti fue la responsable de dar forma a este espacio, que existe hasta el día de hoy y es la única biblioteca del Uruguay creada especialmente para pacientes. Para su sorpresa, cuando el escritor Mario Benedetti se enteró de que se había creado una biblioteca y se estaban realizando sesiones de biblioterapia con poemas suyos, entró en contacto.
“Él quiso conocernos y nos entregó tres libros dedicados por él, que están allá en el Portal hasta hoy. Luego la Fundación Mario Benedetti nos apoyó con libros, su secretario iba a dar charlas para los muchachos, y todo eso generó mucho entusiasmo en ellos”, recuerda mientras busca en su escritorio la foto que registró aquel encuentro con el aclamado escritor.
El entusiasmo que recuerda haber provocado en los pacientes del Portal Amarillo, generó anécdotas como la que sigue: “Un chico, que era analfabeto, empezó a interesarse mucho en la figura de Benedetti. Yo le daba audiolibros y él, que quedaba en un refugio por la noche, se ponía los auriculares y escuchaba durante horas los audiolibros. Después, en las sesiones grupales, cuando se hablaba de Benedetti, él se sabía todo, las fechas, los títulos”, cuenta sonriendo.
También recuerda otra anécdota que ejemplifica cómo la lectura grupal puede fomentar el diálogo y reforzar vínculos. “Había un paciente que estaba en internación diurna. Era un muchacho de unos 20 años, y estaba muy interesado en la historia reciente del país. Entonces le presté un libro de la biblioteca y él se llevó a casa. Un día viene la mamá a agradecer porque por primera vez había empezado un diálogo con su hijo a raíz del libro. Ella había vivido en dictadura y se sentaron juntos a leer y ahí empezó a generarse un vínculo totalmente distinto”, recuerda.
“El texto es un pretexto para que la persona pueda poner en palabras algo de lo que le está pasando y que a la vez lo ayude a darle un sentido, a ordenar el caos interno”, suma Deberti.
Por otro lado, tras casi 20 años trabajando con biblioterapia, no solo los participantes de los grupos han sido beneficiados. “Me ha transformado a mí también, por eso es que me apasiona tanto, he aprendido un montón de colectivos que me acercan a problemáticas como, por ejemplo, la migración, eso me enriquece y cada experiencia es transformadora”, finaliza.
El texto es un pretexto para que la persona pueda poner en palabras algo de lo que le está pasando
¿Para quiénes se recomienda esta terapia?
En estos años, además de su trabajo en el Portal Amarillo, Deberti dio charlas sobre el tema en Uruguay y el exterior, e impartió dos ediciones del taller Bibilioterapia migrante, ofrecido por el Centro Cultural de España. Allí, y durante nueve meses, brindó un espacio de encuentro mediatizado por textos pertinentes a quienes en algún momento vivieron el desarraigo de sus países.
Además, junto a la psicóloga Brenda Acuña ofrece sesiones a grupos reducidos, que se pueden consultar a través de la página @biblioterapiauruguay en Instagram.
Esta alternativa terapéutica, enfatiza Deberti, no está destinada a un grupo específico. “Es para todo el que sienta la necesidad o el deseo de compreender y compreenderse”.
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