NOMBRES
La princesa del pop de los 90 contrajo matrimonio hace unos días: un acto que marca el comienzo de su vida sin la tutela de su padre.
Guau! ¡LO HICIMOS! ¡NOS CASAMOS! ¡Fue el día más espectacular! Estuve muy nerviosa toda la mañana. Tuve un ataque de pánico y luego me recuperé (...) ¡La ceremonia fue un sueño y la fiesta aún mejor! ¡Tanta gente increíble vino a nuestra boda y todavía estoy en shock!” Así relataba la propia Britney Spears (40) cómo se había sentido el día de su boda con Sam Asghari (con el que ya lleva más horas casada que con su ex, Jason Alexander). En el álbum de fotos aparecen Madonna, Drew Barrymore, Selena Gómez, Paris Hilton y Donatella Versace, entre otros.
No obstante, a la ceremonia no acudió ningún miembro de su familia. Obvio que su padre ni siquiera tenía que esperar la invitación. Eso es lo que se gana después de tantos años de tenerla bajo la bota. Pero llamó la atención que no estuvieran sus hijos, Sean Preston y Jayden James. Tampoco estuvieron su hermano mayor, Bryan, ni su hermana menor, Jamie Lynn. Pero bueno, la familia Spears no es precisamente los Benvenuto.
Basta con recordar que la otrora princesita del pop denunció ante la Justicia que su padre la mantuvo drogada por 13 años y la obligó a trabajar en contra de su voluntad; también lo acusó de impedirle el retiro de un dispositivo anticonceptivo y de haberle colocado micrófonos.
Si usted no sabe de qué estamos hablando ha vivido en un tupper. Las imágenes de la cantante que cayó desde lo más alto de las listas hasta lo más profundo de su colapso público en 2007 cuando se empezó a decir que padecía trastornos mentales (desde bipolaridad hasta depresión posparto) dieron la vuelta al mundo. Fue cuando James P. Spears asumió la tutela legal de su hija (y el control de una fortuna estimada en casi US$ 60 millones) con el argumento de que estaba preocupado por su salud mental.
Muchos años de silencio después, Britney inició un largo juicio que acabó con el fin de la custodia. Y casarse con Sam es uno de sus primeros actos de su vida adulta en libertad.
Infancia dañada
Puertas afuera, Britney era una estrella de Disney (compartía pantalla con Christina Aguilera, Justin Timberlake y Ryan Gosling). Puertas adentro, sufría dentro de una familia altamente disfuncional. The Mirror informó que su padre luchaba contra el alcoholismo. Las peleas con su esposa eran cosa de todos los días y ésta amenazaba con “irse con su hija”. Años después la cantante le confesó a la revista People que estaba realmente emocionada cuando sus padres se divorciaron en 2002: “Es lo mejor que le ha pasado a mi familia. Mi mamá y mi papá, en resumen, no se llevan bien. Quería que esto sucediera hace 10 años”.
Britney empezó a trabajar a los 6 años y para los 11 ya era famosa dentro de Estados Unidos; esto se volvió internacional e indiscutible en su adolescencia. Pero con la fama y el dinero vino el trabajo arduo y las avivadas de su entorno.
En su perfil hecho por la revista Rolling Stone en el 2000, se reveló que tenía solo “una hora programada” para ella misma cada día. En otra nota se leyó que su equipo era tan controlador que le elegían hasta la ropa interior en un esfuerzo por mantener su imagen sexualizada pero virginal (esto era un tema importante: Britney era la imagen para todas las chicas “buenas”, por eso fue un escándalo cuando en 2002 un despechado Timberlake le contó a la periodista Barbara Walters que Spears no era virgen). Para ese entonces, la artista reclamaba ante la prensa la libertad de ir a Starbucks sin guardaespaldas. “Estoy harta de mí misma”, llegó a espetar.
Persecución
Britney nunca supo lo que significa la privacidad. El 14 de septiembre de 2005 nació su hijo mayor y, cuando faltaban dos días para su primer cumpleaños, la cantante dio a luz a su hijo menor. Lejos de vivir la maternidad en privado y con contención, la puso en el ojo de la tormenta.
En febrero de 2006, oficiales del servicio de menores llegaron a su casa luego de que paparazzis la fotografiaran manejando con su hijo sobre sus piernas, según ella, en un intento de escapar del acoso de los medios que la perseguían y que no le dieron tiempo para sentarlo en su silla. En mayo de ese año, cuando ya estaba embarazada nuevamente, casi se cae con su hijo en brazos saliendo de un hotel en Manhattan, intentando evadir a la prensa. Los medios comenzaron a juzgarla, ahora en su rol de madre irresponsable. Poco ayudaron las fotos en fiestas con Hilton.
El matrimonio con el bailarín Kevin Federline terminó en una situación traumática para ambos al desatarse una dura batalla por la custodia de sus hijos. Se determinó que la cantante le debía pagar US$ 1 millón más US$ 20 mil mensuales para la manutención de los niños. Como parte del juicio, a Spears se le ordenó someterse a pruebas aleatorias de drogas y alcohol y pese a que el juez exigió que ambos padres dejaran de consumir narcóticos, solo a Britney se le hicieron las test periódicos.
La cantante de Baby One More Time (número uno en más de 20 países) le dijo a Us Weekly: “Creo que me casé por todas las razones equivocadas”. Y para este punto de su vida solo era vista como una máquina de hacer dinero; como mujer, como madre y como persona solo se habla de ella como “problemática”. En resumen, aguantó y sobrevivió a mucho.
Pero ahora dice Britney que por fin es feliz. Feliz y libre. La que fue para muchos la princesa del pop en los años 90 ha resurgido de lo más bajo. Continúa teniendo el apoyo incondicional de sus fans, los que popularizaron el movimiento #FreeBritney. Porque como dice al comienzo de Gimme more: It’s Britney, bitch.
Una boda con un intruso
Britney Spears contrajo matrimonio hace una semana con el bailarín Sam Asghari en una ceremonia secreta íntima, que estuvo atravesada por un escándalo: el exmarido, Jason Alexander, quiso interrumpir el evento y terminó detenido por la policía por lo que no hubo escena digna de una película. Spears y Alexander contrajeron matrimonio en 2004 durante un viaje a Las Vegas, pero firmaron el divorcio 55 horas después. Ahora fue el turno de Sam Asghari, al que le dio el sí luego de seis años de relación. Él es un incipiente actor de cine que apareció en el video musical del sencillo Slumber Party. No tuvo que actuar mucho: la observa mientras ella se arrastra por una mesa de banquete para lamer lo que parece ser leche derramada. Este año habían anunciado que esperaban a su primer hijo, aunque el embarazo no prosperó.