¿Cómo sería poder desfilar con una cuerda de tambores, una de las expresiones culturales más uruguayas que hay, en las calles de la capital cubana? Esa es la pregunta que se hicieron los integrantes de la asociación civil sueca La Peregrina, conformada por uruguayos que en algún momento se radicaron en Suecia y que desde ese país quisieron no solo mantener un vínculo con sus raíces, sino también llevar esa típica uruguayez a otras culturas.
La Peregrina no está únicamente integrada por uruguayos radicados en la nación escandinava. También hay colombianos, chilenos, argentinos, tanzanos, filipinos, salvadoreños y, claro, suecos (uno de los integrantes de La Peregrina aclara desde Suecia que esas nacionalidades son las que actualmente forman parte de la comparsa; en el pasado hubo muchas otras).
Pero todos se aglutinan en torno al piano, chico y repique, y la conexión histórica que el candombe tiene con aquellos descendientes de distintas naciones africanas que en algún momento fueron traídos al continente americano en la época colonial.
Sin embargo, para los “peregrinos” no era suficiente ir por su cuenta a esparcir el borocotó chas chas a la isla caribeña.
Dentro de la filosofía de la organización está el mandato de contar con la presencia de referentes —como Oscar "Cococho" Pereira, Nadia Valverde, Cecilia Lalinde y Pedro "Perico" Gularte—, para asegurarse de que el toque, el baile y otras características del estilo sean transmitidas de la manera más auténtica posible.
En el pasado, La Peregrina ha llevado a Suecia y a otros países (Alemania, España, Senegal) a tamborileros, vedettes y otros expertos en candombe, para que estos compartan sus conocimientos y su arte ante públicos de diferentes lugares.
Así también ocurrió en este caso, ya que desde Montevideo fueron la bailarina Virginia Carrizo y los tamborileros Tomás Pereyra y Alexander Cortés. Domingo conversó con Cortés sobre lo que fue poder mostrar el candombe en Cuba.
Entre las primeras cosas que dice es que el candombe no resultó inmediatamente familiar para la gente de La Habana. La confusión entre “candomblé” y candombe era frecuente, y algunos se preguntaban si quienes iban tocando eran brasileños. “Luego, cuando empezábamos a hablar, esa confusión se aclaraba”.
Según Cortés, cuando explicaban qué era el candombe también les decían a los cubanos y cubanas que la palabra era de origen bantú, y eso a veces llevaba a comparaciones entre el legado de la zona bantú (que abarca entre otros países a Angola), a diferencia de lo que parecía ser el origen predominantemente yoruba en una parte de la cultura afrocubana.
Una de las diferencias, continúa Cortés, es que en la evolución de esas culturas de origen africano, la parte religiosa se perdió en el desarrollo del candombe, mientras que en Cuba ese componente espiritual sigue vivo.
“La religión está en todas partes. Es algo que, me parece, forma parte de la identidad cultural cubana. En Uruguay, el componente religioso se fue perdiendo. Nosotros no lo tenemos. Ellos sí”.
A los cubanos, agrega el músico, les llamaba poderosamente la atención que el candombe se tocara con un palo y parado, máxime teniendo en cuenta que un tambor piano no es muy liviano que digamos. “En Santiago de Cuba hay un carnaval que en algunos aspectos se parece al nuestro, porque salen con los instrumentos colgados, pero cuando nos veían en La Habana era como que no entendían que tocáramos así. También les extrañaba la forma del tambor y cómo cuelga del cuerpo".
Además, a muchos de los que se acercaban "Les llamaba mucho la atención el repique, porque no tienen un tambor así. Se quedaban concentrados mirándonos para intentar descifrar cómo se tocaba. Por otra parte, les resultaba difícil creer cuando les contábamos que en Uruguay una cuerda podía llegar a tener 60 tambores tocando al mismo tiempo. ‘¡¿Cómo 60 tambores?!’, nos preguntaban”.
—¿En qué lugares se presentaban?
—En varios. Cuando salimos a tocar por las calles, al principio era una sorpresa, naturalmente. Pero enseguida se integraban y empezaban a bailar, con mucha alegría y con mucho respeto.
Las presentaciones de los candomberos también incluyeron los afamados estudios de grabación Egrem (conocidos entre muchas otras cosas por el documental Buena Vista Social Club), la Escuela Musical de La Habana, un restaurante llamado Coco Blue —una presentación a la que asistió el embajador uruguayo Álvaro Barba— y un festival barrial junto a artistas de hip hop y el dúo La Reina y La Real.
“Creo que pudimos hacer un buen aporte para que el candombe se conociera en Cuba, porque ninguna de las personas con las que hablé durante los 13 días que estuvimos lo conocía”. Y eso, acota, le sorprendió porque, según cuenta, La Habana tiene una estatua dedicada a una figura central de la música uruguaya y del candombe, Pedro Ferreira.
“La estuvimos buscando, pero no la encontramos, porque fueron días muy, muy intensos. Cuando nos despertábamos no recordábamos lo ocurrido el día anterior”.