Nombres
Jimin tiene 23 años y desde muy joven vive dedicado al baile y el canto. Hoy es una de las figuras del pop coreano, junto a su grupo BTS.
Su nombre es Park Ji-min o, artísticamente, Jimin. Casi todos los sitios y las biografías creadas por fanáticos resaltan que mide 1.75 metros, que su mano es pequeña, que pesa entre 53 y 61 kilogramos. Que es Libra. Es, sin duda, uno de esos rostros que a los 23 parece de 17. Andrógino y eternamente adolescente. Formado para ser una estrella perfecta. Es uno de los siete integrantes de BTS, la banda de k-pop (pop coreano) más exitosa de los últimos tiempos, junto a Jungkook, Jin, Suga, J-Hope, RM y V.
Hace unos días, terminando julio, Park Ji-min, Jimin, filmó un video de dos minutos y 19 segundos en el que solo se lo ve a él, sus lentes de contacto celestes sobre sus ojos castaños, su tinte rosa sobre su pelo camaleónico -antes fue azul claro, violeta, oro rosa, negro, rojizo, rubio, castaño-, y una remera en tonos lilas que combinan con su cara. Son dos minutos en los que tararea alguna cosa en su idioma, luego simplemente hace gestos y mira la cámara mientras suena de fondo Love yourself de BTS, y mecha alguna palabra incomprensible para quien no maneje el coreano. Con eso, el chico batió un récord en YouTube: tres millones de visitas en cinco días.
Ese video es solo un ejemplo de lo que es Jimin o, mejor, de lo que es BTS, una banda exitosa que le debe mucho a YouTube, porque, al final de cuentas, es por esa vía que sus fanáticos los descubrieron. Por esa vía también se consolidaron, a tal punto que en abril 2019 la revista Times incluyó a la banda en su lista de los 100 más influyentes del año. Antes, ya se habían destacado por ser el primer grupo de Corea del Sur en llegar al puesto número uno de la lista de álbumes Top Chart Billboard 200, en 2018. Fue con Love Yourself: Tear, que también se convirtió en el primer álbum de habla no inglesa en llegar al puesto uno en 12 años. Ese álbum también los hizo ingresar en el Top 20 de discos de pop del año según Rolling Stone.
En todo ese éxito popular, Jimin es el que suele marcar tendencia. También es el que se encarga de alimentar constantemente las redes oficiales de la banda. Es, dicen los algoritmos, el BTS más “googleado” por los fánaticos rioplatenses.
Perfeccionista
BTS es la banda pop del momento. Ya hay una serie y tres películas documentales: BTS: Burn The Stage, que en ocho capítulos de 30 minutos cada uno muestra cómo es la vida de los chicos detrás de los escenarios de su gira 2017. Burn The Stage: The Movie (2018) Love Yourself in Seoul (2019) y Bring The Soul: The Movie (se estrenó el miércoles y está en la cartelera uruguaya), documentales que muestran la vida de los chicos detrás de sus shows más importantes.
También hay decenas de entrevistas de los chicos, hasta estuvieron con Jimmy Fallon y Ellen Degeneres. Radios, revistas y televisión, canales de YouTube y redes sociales les prestan atención. Nunca hay que descuidar el paso a paso de la boy band del momento. Como los Backstreet Boys, también cantan en coro estribillos pegadizos de canciones superpensadas para gustar, mientras bailan coreografías.
Pero a pesar de la fama, se hace bastante difícil saber de ellos más allá de sus características físicas, sus voces y el vínculo que tienen como compañeros de banda. Por lo demás, hay que bucear bastante y presuponer para conocer algo sobre estos cantantes, que desde que comenzaron, en 2013, son sumamente cuidados por su productora Big Hit Entertainment.
Entonces, ¿quién es Jimin? ¿Qué más es posible decir de este chico además de que se vuelve viral por un video mirando a la cámara o porque se tiñe el pelo de azul? Que es una de las voces principales de BTS. Que a simple vista es un chico tranquilo. Pero que también es el más inmaduro de los siete: “El más chico no actúa como tal, así que lo hago yo”, dice en el primer capítulo de la serie Burn The Stage (que tiene más de 50 millones de reproducciones).
Si hay que hablar de su vida previa a BTS, se sabe que hizo esgrima japonesa y estudió danza contemporánea en varias academias, hasta que llegó a la Escuela Superior de Arte de Corea. También quiso ser cocinero e hizo artes marciales. A Big Hit Entertainment entró en 2011 como aprendiz. En la audición se le quebró la voz, pero igual conquistó a la productora. También estuvo en veremos su ingreso a BTS: la productora no estaba del todo segura con él y casi queda fuera del grupo en ocho ocasiones.
Hoy Jimin es el chico al que sus compañeros describen como “el más trabajador”. Enfocado al punto de llegar a enfermarse por postergar el sueño a fin de ensayar más y más los pasos de baile o entrenar la voz. Su obsesión por la perfección también ha afectado su salud con una dieta extrema que lo llevó incluso a sufrir desmayos.
Era 2016 y después de una jornada intensa de ensayos, decidió sincerarse sobre sus inseguridades con sus fanáticas. Con titubeos, silencios, miradas hacia la nada, y gestos de charla amena, les dijo: “No hago más nada, solo tomo lecciones vocales e intento practicar. Solo pienso en cómo puedo cantar mejor. (...) Tuve días difíciles, pero mi deseo de ser mejor cantando es más grande”. Y así siguió Jimin, por once minutos.
Hoy la vida de Jimin es BTS. Ensayar, estar en la composición y producción. En los ratos libres, que suelen ser escasos, el tiempo lo comparte jugando videojuegos con sus compañeros de banda. Es fan de Call of Duty.
Pero hoy Jimin lo está logrando. Lo demostró en diciembre de 2018, cuando lanzó Promise, su primer tema solista, con el que desbancó al rapero estadounidense Drake del puesto número uno de Soundcloud. Batió otro record, y ahora Jimin es un poco más Jimin, más confiado y tranquilo. Al menos en la música.
La cultura coreana en occidente
De exportación. La masificación de la música surcoreana empezó con aquel Gangnam Style de PSY en 2012. Hoy, el género pop de Corea del Sur es moneda corriente para los “centennials” y generaciones más chicas. BTS, dicen los críticos, fue, después de PSY, el eslabón más importante para que sucediera la explosión. También están otras bandas como EXO, BlackPink, RedVelvet. Por lo general, todas con integrantes seleccionados por agencias que se dedican a “fabricar bandas de éxito”. Los chicos pasan por casting, ensayan, graban discos, y bailan. Bailar es fundamental, porque las coreografías ayudan a la hora de hipnotizar. Eso y la belleza de los artistas. “En K-pop, si los aspirantes son seleccionados por una empresa, ésta se encarga de todo. Si necesitan algún tipo de retoques, como arreglar los dientes, mejorar la piel, alguna cirugía plástica, la firma paga”, explica la especialista en márketing de la industria musical en Corea del Sur, Stacy Nam, a BBC. Ahora también están las series y películas coreanas, con estéticas similares a los viodeoclips de k-pop, cuya oferta solo crece en el catálogo de Netflix.
Uruguay. El público uruguayo no es ajeno. Hay grupos tributos que imitan a sus ídolos en los cortes de cabello, aprenden coreano y concursan año a año cantando y bailando en salas montevideanas.