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Carlos Espina: el uruguayo que tiene 3,7 millones de seguidores en TikTok

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EL PERSONAJE

Es el más querido por los latinos en EE.UU. por haber contribuido con miles de dólares a distintas causas

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En Texas hay un joven al que los latinos lo paran por la calle para agradecerle, lo abrazan y hasta se ponen a llorar frente a él. Es un auténtico influencer: en las redes sociales lo siguen más personas que la cantidad de habitantes que tiene Uruguay. Su nombre es Carlos Espina, nacido hace 23 años en Montevideo, un activista social y estudiante de abogacía que, pese a su corta edad, ya ha donado decenas de miles de dólares para atender las necesidades de los migrantes.

Este hijo de padre uruguayo y madre mexicana tiene 3,7 millones de seguidores en TikTok (en solo dos meses sus videos tuvieron 292 millones de vistas), vive en la ciudad de College Station (de unos 250.000 habitantes) y ha sido entrevistado por los principales medios informativos de habla hispana de América. Su padre es el poeta, ensayista y profesor Eduardo Espina, quien se fue a estudiar a Estados Unidos durante la dictadura y se hizo docente en Texas. Luego conoció a Adriana Barrios, con quien se casó en Estados Unidos, país en el que nació su primogénito en 1996. Un año después Adriana tuvo problemas con su visa y fue deportada a México, donde quedó embarazada nuevamente de Eduardo. Al enterarse de la noticia, decidió viajar a Uruguay para dar a luz a Carlos en Montevideo.

Eduardo Espina tiene hace décadas la ciudadanía estadounidense (es actualmente docente en la A&M University de Texas), pero por el problema de la visa de su esposa, la familia estuvo separada durante aproximadamente cinco años. Al radicarse definitivamente en Texas, su hijo Carlos creció entre migrantes latinos. En su adolescencia quiso ser futbolista profesional, pero al ver que eso era muy difícil, comenzó a interesarse en los temas migratorios y a involucrarse con causas sociales, primero a través del fútbol.

“Comencé dándoles clases y cuando mi mamá se radicó la ayudé con el examen de ciudadanía. Fue así que empecé a hacer valer el hecho de que soy totalmente bilingüe, para ayudar a la gente a través de la educación y el deporte. Cuando tenía 16 años se dieron las campañas electorales de Donald Trump (todos recordamos las cosas que él decía sobre los inmigrantes), por lo que me empecé a meter un poco en la política, con diversas organizaciones”, relata a Revista Domingo.

Después de esas elecciones comenzó a enfocarse mucho más en el trabajo comunitario, hasta que en 2017 fundó su primera ONG, “Fútbol para el futuro”. A través de ella realizó campamentos deportivos y actividades educativas para cientos de niños de bajos recursos en el centro de Texas. “Hicimos eso por tres años, hasta que vino la pandemia”, acota.

Una mano durante la pandemia

Durante la pandemia, que impactó fuertemente en el mercado laboral, muchos latinos se acogieron a la posibilidad de dejar de pagar la factura de luz. Pero el remedio, para algunos, fue peor que la enfermedad. Al cabo de cuatro o cinco meses, se encontraron con una abultada suma que tenían que pagar de golpe. Los que vivían legalmente en Estados Unidos recibieron un cheque de ayuda, pero los indocumentados no. Y aquí es donde Carlos apeló nuevamente a su ingenio y solidaridad para darles una mano. Y se unió a otras tres personas con sus mismas intenciones. “Logramos que los ciudadanos que no necesitaban tanto su cheque de estímulo donaran parte de su ayuda para los que no la recibieron, porque sino muchos se iban a quedar sin energía eléctrica. En mi comunidad en Texas pudimos pagarle la luz a más de cien personas, les pudimos transferir unos US$ 25.000”, recuerda.

Carlos también ha ayudado a damnificados por los huracanes en Honduras, enviando dinero a ese país. Y a las víctimas de la última gran tormenta de nieve que azotó Texas. “Últimamente estamos apoyando a muchos vendedores ambulantes de California, que venden comida o cualquier otra cosa, y que están siendo asaltados o robados por el aumento de la violencia”, dice.

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Recientemente donó US$ 10.000 para los niños de la comunidad.

Ayudar a privados de libertad

En 2019 creó una segunda organización sin fines de lucro: “Fondo solidario para inmigrantes detenidos”, con la que apoya a personas detenidas en los centros del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de todo Estados Unidos.

“Eso surgió porque un amigo mío que es de Belice fue detenido por Migraciones por manejar sin licencia. Yo le mandaba cartas y dinero, y así fui conociendo a otros migrantes que estaban detenidos”, recuerda. Por ese entonces, comenzó a ser buscado por todos los medios de noticias de habla hispana, que lo presentaban como “el cartero de los inmigrantes”. Es que además de enviarles dinero, contestaba de puño y letra cientos de cartas que recibía desde la cárcel, para que las personas privadas de libertad sintieran que había alguien que se tomaba un tiempo para escucharlos. “Yo les empecé a escribir cartas y a mandarles US$ 10 o US$ 15 para hacer llamadas o comprarse lo que quisieran. Ahí adentro se puede trabajar pero solo te pagan US$ 1 al día, así que US$ 15 es mucho dinero para ellos”, explica.

Al poco tiempo, eran cientos de migrantes los que le escribían desde centros de reclusión de todo el país. “Hoy todavía les mando dinero y cartas, pero no tanto como antes. Eso lo hice mucho en 2019 y 2020, pero cuando comenzó la pandemia pararon mucho las visitas a los centros y cambió el sistema”, señala. Ese dinero que enviaba a los privados de libertad lo obtenía por intermedio de una red en la que la gente podía “patrocinar” a un inmigrante, o lo sacaba de su propio bolsillo.

TikTok como herramienta

Carlos se graduó de Vassar College en 2020 con una licenciatura en Ciencias Políticas y actualmente estudia Leyes en la Universidad de Nevada, con la intención de dar en el futuro asistencia legal gratuita a los migrantes. En esa fecha, mientras buscaba algo para hacer, porque la pandemia lo había pausado todo, empezó a subir videos a Facebook. “Una persona me preguntó por qué no los hacía en TikTok, porque ya había mucha gente ahí. Yo conocía la aplicación, pero pensaba que era algo para que bailaran y cantaran los niños. Y fue entonces que empecé a hablar de migración y ciudadanía en TikTok, en abril de 2020. Para fines de ese año ya tenía como 500.000 seguidores, empezando 2021 pasé el millón, a fines del año pasado llegué a los 2 millones y ahora tengo 3,7 millones, lo cual me permite ayudar a mucha más gente”, sostiene.

En días pasados, donó US$ 10.000 que obtuvo en esta red social en un acto que fue presenciado por decenas de personas. Inmediatamente, subió un video explicando cómo obtuvo los fondos, mientras sostenía el fajo de billetes en la mano: “TikTok me pagó US$ 10.000 en los últimos dos meses, dinero que estaré donando para apoyar a los niños de nuestra comunidad. Muchos me comentaron diciendo que soy un mentiroso, que no es posible que gane tanto dinero en esta red. Así que les explico: TikTok te paga alrededor de US$ 30 por cada millón de vistas que reciben tus videos. Muchos creen que te pagan por seguidores, o por likes, o por comentarios, pero nada de eso, solo te pagan por vistas. En los últimos 60 días tuve 292 millones de vistas. Y 292 multiplicado por 30 te da 8.760. Además de eso, cada vez que voy en vivo y alguien me manda un ‘regalito’, eso se convierte en dinero; no es mucho, pero es algo. Así es como TikTok me pagó los US$ 10.000”.

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Carlos Espina es fanático de Peñarol e incluso llegó a jugar en el club.

Mirando hacia adelante

Actualmente Carlos concurre a clases en la mañana y a la tarde se dedica a hacer videos y tareas de beneficencia. Espera recibirse de abogado en dos años. Y aclara que trabaja solo, aunque su popularidad en las redes lo ha llevado a conectarse con otros activistas en todas partes de Estados Unidos.

La ayuda más grande que pudo brindar fue para los deudos de dos hermanos hondureños que fallecieron en un accidente de tránsito. Logró recaudar unos US$ 80.000 que aportaron unos 3.000 donantes, con lo que se solventó la repatriación de los cuerpos y se pudo cumplir el sueño de la familia de poder progresar en su país sin tener que migrar. “Para mí Carlos es, desde ahora, mi hijo. Y este humilde señor, que es mi esposo, es y será su padre”, dijo la madre de los jóvenes fallecidos en un video que ha sido visto por millones de personas.

Su padre, Peñarol y la comunidad

Su padre es el poeta y ensayista Eduardo Espina, autor de libros como Las ideas hasta el día de hoy y El cutis patrio. En 1980 fue el primer escritor uruguayo invitado al prestigioso International Writing Program de la Universidad de Iowa. Desde entonces está radicado en Estados Unidos. Su obra ha sido traducida parcialmente a ocho idiomas.

?Al igual que su padre, es fanático del manya. Cuando cumplió 15 años vino a Uruguay y se quedó en la Casita de Peñarol, donde se hospedan los juveniles que llegan del interior. Jugó dos meses en el club, en épocas en las que el director técnico era el “Chueco” José Perdomo (foto). Uno de sus compañeros de entonces fue el artiguense Darwin Núñez.

Recientemente donó US$ 10.000 a los niños de la comunidad latina de Texas, que obtuvo a través de TikTok. La red social le pagó ese dinero porque sus videos tuvieron casi 300 millones de vistas en tan solo dos meses. Aspira a recibirse de abogado en dos años para darle asistencia legal gratuita a los migrantes que tienen problemas con la ley.

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