Carlos Muñoz: “Hoy estoy vivo gracias a Dios y a los médicos que me salvaron la vida dos veces”

El relator superó graves problemas de salud y hoy vive el deporte “como un hincha más”. Su pasión por el fútbol y el básquetbol sigue intacta

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Carlos Muñoz en la Copa del Mundo de Rusia 2018.

Carlos Muñoz es uno de los relatores de fútbol más importantes y viscerales que dio el Uruguay del último medio siglo. Dueño de una voz inconfundible, su pasión y sapiencia deportiva siguen intactas a seis años de su pase a retiro. Tras haber superado dos gravísimos problemas de salud, vive una segunda (¿o tercera?) vida apacible, contenido por su esposa, sus tres hijos y cinco nietos.

Muñoz debutó en 1971 como notero del Clan 10 de Radio Ariel, una famosa escuela de periodistas. Allí formó parte de un verdadero dream team, por el que pasaron Víctor Hugo Morales, Jorge Da Silveira, Alberto Kesman, Juan Carlos Paullier, Juan Gallardo y Américo Signorelli.

Desde siempre ha mantenido dos cosas en su vida: la pasión por el fútbol y el básquetbol, y su vínculo con Kesman, a quien conoce desde hace más de 65 años, de cuando jugaban al baby fútbol juntos.

Su derrotero profesional lo ha llevado a trabajar en distintos medios (entre ellos Canal 4, Canal 5, Canal 10, Carve, FM del Sol, FM del Plata y ESPN) y a recorrer muchos países cubriendo eventos deportivos. “Arranqué en Radio Ariel haciendo estudios, vestuarios, de todo un poco. Y recién en el 72, cuando Alberto se va para Universal, quedo yo. Debuto como relator en un partido de Peñarol y Fénix que se juega en el Franzini. No estaba Víctor Hugo, se había ido a las eliminatorias del Mundial de 74”, recuerda Muñoz a Domingo.

Con respecto a Kesman, asegura que el hecho de que haya sido durante tanto tiempo su competencia jamás afectó el vínculo “de familia” que los une hasta la actualidad.

“Es toda una vida, yo tengo 73 y él va para 74. En aquel momento (del Clan 10 de Radio Ariel) le pedí que me hiciera la gauchada para que me tomaran una prueba. Me la tomaron y quedé. No creo en eso de que los periodistas tienen que estar peleados, distanciados, ser celosos. Lo más lindo que hay es una buena relación, ¿viste? Y yo, por suerte, me llevo bien con casi todos. Diría que es una ínfima minoría con la que no tengo relación. Con Alberto tenemos un vínculo absolutamente familiar; siento por él un aprecio enorme”, destaca.

Durante mucho tiempo, incluso ocupando distintas trincheras, la dupla Kesman-Muñoz fue la más importante del relato futbolístico nacional. “Todo eso determinó en la gente un cariño muy particular que agradezco cada día. Todavía hoy cuando ando por la calle me paran y me dicen: ‘Carlitos ¿cómo estás? ¿Cuándo volvés?’ No, no, olvídense, yo ya terminé”, les respondo.

Figuras del relato y el balón

Muñoz considera que el relator más importante de todos los tiempos fue Carlos Solé. Aunque entre los pioneros destaca también a Heber Pinto y a Eduardo “Lalo” Fernández. Más cerca en el tiempo, a Víctor Hugo Morales, desde hace décadas vinculado tanto al periodismo como al kirchnerismo de la vecina orilla. “Está muy metido con la política, pero creo que nada puede negar que Víctor Hugo es un fenómeno impresionante. Personalmente me identifico más con el estilo de Víctor Hugo que con el de Solé”, anota.

—Y en cuanto a jugadores de fútbol, ¿quién fue el mejor en la historia de Uruguay?

—Nací en 1951 y empecé a ver fútbol en el 58 o el 59. El mejor para mí fue Pedro Virgilio Rocha. Mi papá siempre me decía que el mejor que él vio fue Vladas Douksas, jugador de Nacional y de la selección uruguaya. Le pegaba con las dos piernas, era elegante y cabeceaba como los dioses.

—¿Y más cerca en el tiempo?

Fernando Morena, por ejemplo. Fue uno de los que marcó época en Peñarol.

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Carlos Muñoz.

Las cábalas del relator

Si la gesta de Maracaná está íntimamente relacionada con Carlos Solé, el remate de Diego Aguirre en la hora contra América de Cali en 1987 y el penal de Tony Gómez al PSV Eindhoven en 1988 resuenan como hazañas cada vez que se escuchan en la garganta de Carlos Muñoz. Un relator que hoy vive tranquilo su pasión futbolera. Y que en el pasado fue famoso por sus cábalas.

Por ejemplo, se puso de espaldas cuando Tony Gómez pateó aquel 1º de diciembre de 1988 el penal con el que Nacional se consagró por tercera vez campeón del mundo tras vencer al PSV en Holanda.

“No concibo un relato de fútbol frío, plano, sin emoción. No puede existir. El tipo que estaba escuchando la radio, vivía el partido por tu voz, sentía por tu voz. Es cierto que no lo vi, me di vuelta. Otro penal, el del ‘Manteca’ Martínez (cuando Uruguay salió campeón de la Copa América de 1995) tampoco lo quise mirar. Y, bueno, salió bien en los dos casos, por suerte”, recuerda entre risas.

Un hijo más

Clásico del periodismo deportivo uruguayo si los hay, Deporte Total fue la gran creación profesional de Carlos Muñoz durante mucho tiempo. Ideó este formato en 1985 y en 1987 pasó a Canal 10, donde estuvo al aire hasta fines de 2002. Entre otras cosas, dejó su marca al aparecer en pantalla los domingos de mañana, un horario en el que se solían emitir dibujos animados y “enlatados” de baja audiencia.

El 14 de agosto de 2005, Deporte Total inició su segundo ciclo en la televisión estatal, donde era seguido por muchos miles de uruguayos. Varias veces obtuvo el premio “Tabaré” al mejor programa deportivo de la televisión, por cuyo panel pasaron reconocidos comunicadores y comentaristas como Mario Bardanca, Alfredo Etchandy, Enrique Yanuzzi, Nelson Filosi, Horacio “Tato” López y Diego Muñoz, su hijo.

—¿A su hijo le ha sido más fácil o más difícil la carrera por llevar el apellido Muñoz?

—No creo que le haya sido más fácil, como en los casos de los hijos de Kesman y Sonsol. Al contrario, se les hace más difícil, todo cuesta dos veces más. Naturalmente que si vos podés dar una mano a un hijo se la vas a dar. Pero hoy está trabajando en un medio que es líder mundial en deportes (ESPN), con enorme repercusión, comentando a nivel continental. Yo me siento muy feliz y orgulloso, porque además cuando voy a Buenos Aires, veo el respeto con el que lo tratan. Así como me trataron a mí antes, ¿viste? Y eso me pone muy feliz.

El básquetbol

En Uruguay, muchas veces hablar de periodismo “deportivo” es referirse al fútbol. Y en una parte muy menor, al básquetbol (una porción casi invisible sería la destinada a los injustamente llamados “deportes menores”). Pero a diferencia de muchos de sus colegas, Muñoz se ha caracterizado por inmiscuirse en ambas disciplinas por igual. De hecho, fue dos veces presidente del Club Atlético Goes. También director técnico del Club Deportivo Oriental. “En este momento el básquetbol me llega más profundamente”, confiesa.

—¿Por qué el fútbol en Uruguay es pasión de multitudes y el básquetbol un deporte de nicho?

—No sé por qué. Pero es cierto que el fútbol genera y mueve multitudes, y que el básquetbol no. El básquetbol se juega en gimnasios en donde apenas entran 2.000 o 3.000 mil personas: 5.000 en el Palacio Peñarol y 10.000 en el Antel Arena.

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Carlos Muñoz en la Copa del Mundo de Rusia 2018.

Ganar duras batallas

En abril de 2011, Muñoz sufrió un infarto mientras estaba relatando un partido entre Estudiantes y Banfield en el Estadio de La Plata, Argentina.

“Durante la transmisión me sentí mal y vomité. Cuando terminó el partido me fue a buscar Martín, el padrino de mi nieta, y me dijo de ir al Hospital Italiano. Le respondí que no, porque tenía que trabajar en Buenos Aires, pero me llevaron ‘de pesado’. Ahí me atendió muy bien una doctora recién recibida, que estaba haciendo su primer internado y tenía 24 años. Se llama María Eugenia, como mi hija. Me dijo que iba a quedar internado, que estaba haciendo un infarto. Tenía 170 pulsaciones en reposo, era una cosa de locos”, recuerda.

Un excuñado suyo, que es médico, le dijo que regresara a Montevideo para operarse. “Habló con los médicos del Italiano, me compensaron, y a la semana me vine a Uruguay”, señala.

Llegó con flebitis en los brazos de los pinchazos que le habían dado. “‘El 21 de marzo te opero’, me dijo el doctor. Me entregué, no había otra”, confiesa. Ese día, a las 6 de la mañana, lo llevaron al quirófano, de donde salió con tres bypass. Estuvo tres días en el CTI, fue derivado a cuidados intermedios y luego a sala normal. Aquel 21 de marzo, Muñoz le dijo a su familia que, si todo salía bien, quería que le festejaran “un gran cumpleaños” el 25 de abril, en su 60° onomástico. En esa celebración no solo estuvieron los 8 de Momo, sino también todo el equipo médico que lo atendió.

El periodista ha peleado otras batallas muy duras. Como la que, “gracias a Dios y a los médicos”, le ganó al cáncer de garganta en 2003, aunque lo dejó un año y medio sin poder relatar.

Muñoz tiene mucho por hacer todavía en este plano terrenal, mientras sigue “como un hincha más” la evolución del actual fútbol uruguayo.

“El propio Óscar Washington Tabárez dijo que nunca había visto a Uruguay jugar como lo hizo contra Argentina. No se puede negar lo que ha logrado Marcelo Bielsa, aunque yo nunca estuve de acuerdo con la manera como sacaron al maestro. Ojalá que a Bielsa le vaya divinamente y que Uruguay pueda ganar el campeonato del mundo o estar lo más arriba posible”, remata.

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