NOMBRES
El director francés retoma una de sus mayores obras para filmar la secuela 53 años más tarde, con los mismos protagonistas en la piel de artistas de culto. Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée en rodaje otra vez.
Claude Lelouch está asociado a una forma de hacer cine y a una de las historias de amor más imperecederas de la gran pantalla. A los 81 años, vuelve a capturar la atención con una secuela de aquella historia estrenada en 1966, cuya banda sonora fuera casi tan famosa como la película.
Claude Lelouch tiene una extensa obra cinematográfica, pero dos de sus títulos sobresalen por encima de todos: "Un hombre y una mujer" (el mencionado estreno en 1966), y "Los unos y los otros" (1981). Ahora, 53 años más tarde, vuelve con los mismos protagonistas a una segunda parte de aquel potente drama sentimental, el cierre de aquella historia de amor que ahora se llama "Los años más bellos de la vida". Otra vez los actores Jean Louis Trintignant y Anouk Aimée vuelven a encarnar al piloto de carreras Jean-Louis Duroc y la continuista cinematográfica Anne Gauthier que retoman el paso de los años en un inolvidable vínculo romántico.
Aunque su nombre suele aparecer ligado al movimiento de la Nouvelle Vague —sus detractores, incluso, sostienen que Lelouch representa la versión comercial de esta corriente— el propio cineasta lo niega. “No formé parte de la Nouvelle Vague, que por cierto no la inventaron los franceses sino Vittorio De Sica. Mi referencia fundamental es El ladrón de bicicletas (1948). Con este título aprendí que se puede hacer una película sin nada”, sostenía Lelouch en una entrevista.
Claude Lelouch, o Coco como le dicen sus amigos, nació en París el 30 de octubre de 1937. Su madre fue Charlotte Abellard, una católica convertida al judaísmo y su padre fue Simon Lelouch, judío que educó a su hijo en esta religión y sobrevivió a los duros años de la ocupación.
El joven Claude se inició de manera precoz en el mundo audiovisual como camarógrafo de informativos. Entre sus travesuras de juventud se cuenta la de haber ingresado al Moscú de la Unión Soviética con una cámara desmontada y oculta para luego filmar de manera clandestina la vida cotidiana de los soviéticos. Dicen que aquel documental fue su despertar al cine y con él financió su productora, Les Films 13, que le permitió recalar en los estudios Mosfilms y comenzar así su carrera.
Entre 1960 y 1965, Lelouch escribe y dirige un total de seis largometrajes de ficción, género al que se volcará definitivamente luego de su debut como documentalista. Y en 1966 estrena la película que lo hará mundialmente famoso. La lista de films llega a sumar 49 títulos, pero pese a ello Lelouch prefiere no pensarse como un cineasta profesional.
En una reciente entrevista, cuando se le preguntó si aún se consideraba un cineasta amateur, Lelouch respondió: “Sí, porque el cine es un oficio demasiado bello para convertirlo en un trabajo. He disfrutado mucho desempeñándolo. Me fascinan la cámara y todas sus posibilidades técnicas. Cada vez que ruedo una película, trato de encontrar algo nuevo”.
Bajo su dirección han estado los actores franceses más renombrados de la historia del cine, tales como Catherine Deneuve, Yves Montand, Jean-Paul Belmondo, Fanny Ardant, o Jaques Brel, además de los ya mencionados Trintignant y Aimée.
Aquella película que cantaba al amor conquistó la Palma de Oro en Cannes y dos premios Oscar. Para esta segunda parte que filmó medio siglo más tarde, volvió a contar con el compositor musical Francis Lai, que lo acompañó durante buena parte de su carrera y creó aquella inolvidable melodía que hizo tararear a varias generaciones.
“Francis fue una persona muy importante en mi vida, tanto en lo personal como en lo profesional. Con su música habla al corazón de los espectadores. En mis filmes me gusta contar desde la razón y desde la emoción. Y él era la parte emocional de los personajes”, comentó.
En 2018, luego de componer, la nueva banda sonora para Los años más bellos de una vida, el músico Francis Lai falleció. Lelouch ha lamentado profundamente esa pérdida ya que a menudo ha considerado a la música como un protagonista más de sus películas. “Siempre he incluido música porque hay momentos en los que no sé cómo expresarme. La música explica lo inexplicable. Es el lenguaje de Dios, tiene que ver con la inmortalidad”, explicó el cineasta.
A tal punto la música es importante en la filmografía de Lelouch que en el film considerado como su obra maestra de todos los tiempos, Los unos y los otros (Les uns et les autres, 1981) se apodera de la película. En esta obra, el cineasta cuenta a través de un exquisito musical las historias de cuatro familias -una rusa, otra alemana, una francesa y una estadounidense- entre 1930 y 1980. Evidentemente las vivencias durante la Segunda Guerra Mundial son las que marcan las vidas de estas cuatro familias, directa o indirectamente afectadas por el mayor confilcto bélico del siglo XX. Son particularmente memorables las escenas finales musicalizadas por el "Bolero" de Maurice Ravel, donde reúne a todas las familias ante un espectáculo de danza clásica.
Un apunte más acerca de esta película: si bien todos los personajes son ficticios están inspirados en las figuras de algunos íconos culturales como Edith Piaf, Josephine Baker, Herbert von Karajan, Glenn Miller y Rudolf Nureyev. En el numeroso reparto contaba con estrellas de la talla de Robert Hossein, Geraldine Chaplin, James Caan y Fanny Ardant, entre otros.
Un amor eterno
“Creo que los amores verdaderos nos acompañan a lo largo de toda nuestra vida”, dijo Lelouch en una de las tantas entrevistas que concedió en lo previo al estreno de Los años más bellos de una vida, la segunda parte de su celebrado título.
El cineasta ha dicho también que su intención era, sobre todo, la de filmar el paso de los años encarnado en Trintignant y Aimée. “Cuando miraba a Jean-Louis y a Anouk me apetecía seguir filmándolos. Jean-Louis ha tenido una vida complicada, le han ocurrido cosas terribles que incluyen el asesinato de su hija. Si hay alguien que puede hablarnos de la vida es él. En su voz resuena la verdad, no puede mentir. Es incapaz de decir algo que no piense”, decía.
Lelouch, que se define como un “director de la vida”, no escribió los diálogos de los protagonistas porque pretendía que estos surgieran naturalmente. Su método de filmación fue el de propiciar los encuentros “auténticos” y mientras fluía la escena les iba “soplando” las líneas de diálogo. “Era como filmar a niños, ya que a partir de una cierta edad los ancianos parecemos niños”, recuerda.
Lelouch acepta ser un romántico, pero desdeña el romanticismo de Hollywood, que le suena impostado. “Siempre he pensado que el amor es mejor que la vida”, dice en un momento.
Ahora, a los 81 años y en la plenitud de su creatividad como artista, Lelouch se vuelve a dar una segunda oportunidad con su historia inolvidable.
El final que esperó 53 años
Hace 53 años la escena final dejaba ver el reencuentro de dos amantes cuyos pasados parecían conspirar contra su vínculo. El abrazo final deja al campo de las especulaciones sobre lo que ocurriría después. Y ese es el punto de partida de la secuela que filmó Claude Lelouch en su última película. Con Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée envejecidos, los amantes pasan revista a los años que los han tenido juntos y en los que el amor no se ha extinguido. Un hombre y una mujer obtuvo la Palma de Oro del festival de Cannes y cuatro nominaciones al Oscar, se quedó con dos, entre otros múltiples premios internacionales.