Cómo es poner los cómics al servicio de la medicina para acercar más a los médicos con los pacientes

Mónica Lalanda, una de las principales exponentes de España en Medicina Gráfica, habla sobre las bondades de unir la medicina con la ilustración.

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Mónica Lalanda.

"Hace unos años, buscando un material más amigable para aprender ética médica en el transcurso de un máster, descubrí el concepto Graphic Medicine, acuñado por Ian Williams, médico inglés y autor de cómics. Me fascinó. La interacción entre el cómic y el lenguaje sanitario era algo que inmediatamente sentí que debía investigar”, cuenta la española Mónica Lalanda sobre su primer contacto con la Medicina Gráfica.

Esta castellano-leonesa que, como ella misma dice ha “sobrepasado el medio siglo”, se transformó en un referente en su país de lo que no es otra cosa que tratar de enseñar y transmitir conceptos médicos mediante el uso de dibujos. Junto con varios colegas creó el sitio web medicinagrafica.blog, del cual es coordinadora y desde donde impulsa esta práctica que en el mundo anglosajón ya tiene años de aplicación.

“Su utilidad va creciendo despacio. No olvidemos que sigue existiendo un inmenso prejuicio contra el cómic, aún visto como un género infantil, underground, poco serio. El proceso va lento, pero seguro”, confiesa a Domingo quien se formó como médica en España y como médica de urgencias en Inglaterra, donde pasó casi dos décadas de su vida.

Comenta que ya hay algún profesional que se atreve a recomendar cómics a sus pacientes, “conociendo muy bien al paciente y el cómic recomendado”, aclara.

Agrega que algunas facultades de medicina en España están utilizando cómics y viñetas en la enseñanza de ética, comunicación y profesionalismo. “Merece especial mención la Facultad de Medicina de Zaragoza en la asignatura de ética médica y profesionalismo. El profesor Altisent me abrió las puertas en 2015 a realizar un proyecto de innovación docente donde enseñamos el concepto de confidencialidad a los estudiantes utilizando cómics creados para tal fin. Desde entonces el cómic está completamente instaurado”, destaca.

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Por su lado, Lalanda hace lo propio como invitada de congresos y reuniones para hablar de medicina gráfica. Por ejemplo, en octubre brindará la conferencia de cierre del Congreso Nacional de Cuidados Paliativos en Salamanca.

La médica sostiene que las redes sociales están siendo muy útiles para que la medicina gráfica se viralice.

“En nuestra web cada semana reseñamos una novela gráfica que nos parece que puede cumplir la misión de comunicar. La clasificamos y creamos una ficha. Tenemos ya más de 220 reseñas”, señala.

¿Cuál es su formación en el arte de la ilustración? “Casi todo es intuitivo —dice—, aunque hice una diplomatura en dibujo de viñetas en el London Art College que me resultó muy útil. Mi dibujo es sencillo, casi infantil, pero creo que comunica bien”.

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Herramienta

Una de las expresiones de la medicina gráfica es lo que se llama patografía gráfica. “Es un cómic o novela gráfica en la cual el autor cuenta una experiencia personal de enfermedad, ya sea de él mismo o de un familiar muy cercano. La mayoría no se centra solo en la enfermedad, sino que lo cuenta en el contexto de otras cosas que le van sucediendo, como la vida misma”, explica Lalanda.

Muchas están cargadas de información sobre síntomas, diagnóstico y tratamiento, y no están creadas para ser catalogadas como medicina gráfica. “De ahí su frescura. Son, como cualquier otro cómic, eminentemente entretenidos y estéticos”, acota.

Es por esta razón que su utilidad es variada. Para los profesionales, abren una ventana de cómo es la vida diaria del enfermo con la enfermedad. “No es infrecuente que los médicos aparezcamos como personas lejanas, de poca empatía y malos comunicadores. Su lectura puede conllevar la autorreflexión y también ser utilizados como material didáctico para mejorar el profesionalismo”, rescata Lalanda.

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También son muy buenos para que los pacientes se sientan acompañados. “Les aporta esperanza y con frecuencia su uso puede ser fuente de información”, apunta la médica.

Agrega que además dan visibilidad a las enfermedades contra las que aún existen grandes prejuicios, como las psiquiátricas, neurológicas u oncológicas, y pueden hacer que se hable de temas difíciles, como el final de la vida.

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Experiencia personal

Lalanda cuenta que no recuerda haber querido ser nada más que médico desde muy niña. “Hasta lo tengo escrito en un pequeño y entrañable diario de cuando tenía 6 años. No sé de dónde me viene, en mi familia no hay médicos”, relata.

En su faceta de dibujante tiene claro que no hubo vocación sino “una habilidad innata para hacer dibujos simples con la que tuve el inmenso privilegio de nacer. Dibujo desde siempre y siempre me ha resultado útil. Es un gran aliado para la memoria, el ocio y la comunicación”, apunta. Cuando descubrió la existencia de la medicina gráfica, dedicó su trabajo de fin de año del máster de ética médica al estudio de los cómics y las viñetas en la enseñanza de ética. “A partir de ahí ¡fue un no parar!”, exclama. Eso pasó en 2014 y en 2016 estaba publicando su cómic Con-ciencia Médica (editorial LID), una versión en viñetas del código de deontología de su profesión.

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En 2017 creó un equipo de profesionales sanitarios interesados en el área y dio inicio al Movimiento Medicina Gráfica en España. “Al día de hoy hemos realizado tres congresos, tenemos en marcha un máster a punto de empezar su tercera edición y acabamos de conformarnos como la Sociedad Española de Medicina Gráfica que tengo el privilegio de presidir”, señala con orgullo.

Las cosas más significativas en las que ha trabajado en los últimos tiempos son infografías para manejo de bebés prematuros en Zambia, viñetas sobre mitos de la maternidad, infografías sobre mejoras de la confidencialidad en consultas e información sobre el mal de chagas para pacientes que viven en Inglaterra procedentes de Iberoamérica, entre otras.

Además está muy contenta con Ser Médico, un juego de 56 cartas con consejos para estudiantes de medicina y jóvenes médicos “que me hubiera gustado que alguien me diera a mí”, asegura. Ya fue traducido y está en uso en inglés y alemán.

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Asegura que hoy tiene dos grandes misiones: seguir creando su propia medicina gráfica (cómics, infografías, ilustraciones, infografías en video) y, junto con sus compañeros, poner en valor a la medicina gráfica de cara a profesionales sanitarios, pacientes y la sociedad en general.

Su sueño es que se incluya el uso del cómic en las facultades de ciencia de la salud y que cada congreso tenga su propia sección de medicina gráfica.

“Creo firmemente en la utilidad de esta herramienta tan poco convencional para ir creando una medicina más amable y más empática sin perder un ápice de ciencia”, concluye.

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Experiencia local

Uruguay tiene sus cultores

Hace unos años el médico intensivista y actual decano de la Facultad de Medicina de la Udelar, Arturo Briva, desarrolló Apuntes del CTI, un material gráfico para explicar lo que se vive en una unidad de cuidados intensivos.

Es una de las expresiones de medicina gráfica en Uruguay, una rama que Briva sueña con poder desarrollar. En tal sentido ha mantenido contactos con el decano de Artes, Fernando Miranda, para ver la posibilidad de ir construyendo algo en conjunto. “En principio nada demasiado elaborado, algún curso optativo para ir captando estudiantes de medicina que tengan esta vocación”, señaló Briva, a quien le gustaría cursar el Máster en Medicina Gráfica de la Universidad Internacional de Andalucía, el primero en su género en el mundo. Es no presencial y asíncrono y, según anunció Lalanda, aún quedan plazas para esta edición.

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Mónica Lalanda.

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