Concentración fugitiva

| Aprender a enfocar la atención en una sola tarea no es sencillo en un mundo repleto de demandas.

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EL NACIONAL | MAGALY RODRÍGUEZ

Aunque la intención de cumplir una tarea sea noble y prometedora, el grado de atención que se le aplica -que muy bien puede diluirse entre los mensajitos del celular o una preocupación latente- no siempre es tan poderoso como para completar el objetivo. Según los expertos en el tema de la concentración, existen causas orgánicas que pueden sabotear o impedir que una persona alcance este nivel de enfoque. Experimentar una afección física temporal o crónica, o incluso la falta oportuna de descanso, hidratación y alimentación, son causas suficientes para una concentración pobre en un momento dado.

En otros casos, la cantidad de demandas que se pretende cubrir simultáneamente, así como una situación emocional difícil -duelos, mudanzas, conflictos familiares o de pareja, problemas con los compañeros de clase o de trabajo- también pueden provocar un desempeño deficiente. Aun así, en la revista Psychology Today, William Klemm -profesor de Neurociencias en la Universidad de Texas A&M- recomienda tomar conciencia de que buena parte de la realidad de un individuo depende de a qué atiende y a qué no. Esto aplica a la concentración que se requiere no sólo para cumplir objetivos académicos o laborales, sino para la apreciación de una vida más plena en general. "Sea consciente en prestar atención a qué está haciendo, por qué y cómo. Tome conciencia de cómo se siente, pues las emociones afectan la habilidad de enfocarse. Si sus sentimientos interfieren, trate de cambiarlos. Es una elección", asegura.

"Esos blancos deberían ser interesantes, o tener un valor claro. Si esos atributos no son evidentes, conscientemente debe buscarlos y atender los que mejor le sirvan a sus propios intereses", aconseja, e indica que escoger desafíos que lo empujen al borde de sus competencias, evitar el aburrimiento, convertir el objetivo en un juego emocionante y eliminar las distracciones ambientales son otras de sus estrategias para estimular la concentración.

Hacer muchas cosas al mismo tiempo es siempre una amenaza contra un enfoque efectivo. "El multitasking es el archienemigo de la atención e interfiere profundamente con la habilidad de aprender, y sobre todo de recordar", opina Klemm, quien indica que este hábito crea un modo superficial de pensamiento y amenaza la habilidad de reflexionar en situaciones intelectualmente demandantes. En contraste, la meditación, los ejercicios de atención profunda y la autodescripción mental de las pequeñas cosas cotidianas son útiles para ejercitar constantemente la concentración. Para Klemm, convencerse de que el objetivo vale la pena es la clave del éxito.

Los más chicos

¿Dispersión o llamado de atención?

Cuando los pequeños son los dispersos, la psicopedagoga Doris Gicherman recomienda hacerles seguimiento, sobre todo si sus fallas de concentración son frecuentes. "Aparte de descartar causas orgánicas y la presencia de un trastorno de déficit de atención, hay que examinar la situación emocional del niño y hablar a fondo con la maestra. Hay alumnos que quizás se concentran bien en el colegio pero en la casa no o viceversa, y allí uno intuye dónde pudiera residir el problema. Si el niño no se siente atendido, puede usar la dispersión como forma de llamar la atención".

Para que un objetivo no se pierda en aplazamientos, Gicherman aconseja fijar límites. "Hay que acompañar al niño, apoyarlo y reforzar con afecto el cumplimiento de cada objetivo; explicarle que si esa tarea no está hecha en un lapso razonable, no se le permitirá realizarla luego y que por ende obtendrá mala nota. Los padres deben ser un frente unido y no desautorizarse mutuamente".

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