"Como yo convencí a Numa, es una especie de carga que he tenido siempre porque si él sabía que yo no iba, no viajaba. Lo tengo clarísimo. Éramos muy compinches”. Hasta el día de hoy Alfredo Cibils arrastra ese cargo de conciencia. A último momento desistió de subirse al avión de la Fuerza Aérea Uruguaya con rumbo a Chile y se salvó de ser uno más del Milagro de los Andes. La forma que encontró de mantener vivo el recuerdo de su gran amigo fue proponer que el equipo de la Liga Universitaria en el que jugaban pasara a llamarse Numa Turcatti.
Su esposa dice que se salvó por “nerd”. Es que todo se debió a un examen. Estaba todo pronto para que él, Numa, Alfredo “Pancho” Delgado y Gastón Costemalle formaran parte de la delegación de viajeros. Salvo Costemalle, todos eran ex alumnos del Colegio Seminario y ahora compartían las aulas de la Facultad de Derecho: Alfredo y Pancho como estudiantes de Abogacía y Notariado, y Numa y Gastón solo de Abogacía.
El miércoles 11 de octubre de 1972, a las dos de la tarde, Alfredo debía rendir la parte teórica de Derecho Notarial. “Iba subiendo las escaleras de la Facultad cuando me encuentro con un cartel grandote que decía: ‘FEUU: Paro por 24 horas’. Me quería morir porque como el jueves era feriado, por el 12 de octubre, el examen se iba a pasar para el viernes, cuando yo iba a estar en Chile. Yo ya había ido a ese país con el Carrasco Polo, pero era divertidísimo volver y muy barato”, cuenta a Domingo.
Cuando se lo contó a sus amigos, estos le sugirieron que llamara al profesor de la materia, Julio R. Bardallo, dado que era muy amigo de un tío suyo. “Buscaron el teléfono en la guía y lo llamé pinchado por ellos”, recuerda. Consiguió así que el docente le armara una mesa especial para el lunes siguiente. Pero siguió dudando.
“Pensaba que no iba a poder repasar. Me decían que lo hiciera en el avión de vuelta, ¡pero qué iba a estudiar si iba a ser un jolgorio! Además de la vida loca en Chile: mucho pisco, mucha chica chilena, mucho salir de noche’. Pero me presionaron tanto que acepté ir”, agrega.
Las dudas igual no se fueron. A las 11 de la noche golpeó la puerta del cuarto de sus padres y les comunicó que no viajaba. Llamó a la madre de Costemalle para que le avisara de que no lo pasara a buscar y le pidió especialmente que no le contara a Numa y a Pancho porque sino irían por él.
“Yo era el número 34 de la lista y me salvé en el anca de un piojo”, dice y cuenta que otro que se salvó fue Gilberto Regules Zorrilla, pero porque se durmió. En su lugar fueron dos chicas que necesitaban ir a Chile por un casamiento y, como en el Aeropuerto de Carrasco no encontraron vuelos, las mandaron a la base militar de donde salía el Fairchild FH-227D con el equipo de rugby del Old Christians.
El viernes se encontró con que el portero de su apartamento había escuchado su nombre en la radio porque el avión había desaparecido. “Subo y una vecina me dice: ‘¡Pero tú estás muerto!’ No entendía nada porque yo no sabía que el viaje se había retrasado por una parada en Mendoza”, relata. Hasta el profesor Bardallo creyó que lo había “matado” al aceptar crear la mesa de examen.
Cuando supo lo ocurrido el mundo se le cayó encima y comenzó lo que llamó “El Vía Crucis de los 72 días”. Todos los días iba primero al Prado, a la casa de los Turcatti, y de noche a la casa de los Delgado. Recuerda que cuando dieron la lista de los sobrevivientes él estaba en la casa de los Turcatti. Otro gran golpe.
La Liga Universitaria
Alfredo y Numa se conocieron en el Seminario. “Aparte de estudiar, era fútbol, fútbol y fútbol. Jugábamos en los patios todos los días. Empezamos a juntarnos para jugar amistosos y nos iba muy bien. Por eso en 1966 resolvimos ingresar a la Liga Universitaria”, cuenta Alfredo.
Fue así que en julio de 1966 crearon el Loyola Fútbol Club.
Entonces pasó lo del accidente. En el avión viajaban cinco jugadores del Loyola: “Pancho” Delgado, José Luis “Coche” Inciarte, Numa Turcatti, Arturo Nogueira y Julio “Flaco” Martínez Lamas. Los tres últimos fallecieron en la Cordillera de los Andes.
“En ese momento Numa era el delegado y yo el subdelegado del equipo, y todos los martes íbamos a la Liga para la fijación de los partidos. Por eso cuando el avión desaparece yo renuncié a seguir como delegado porque lo extrañaba mucho”, confiesa.
Cuando recibió la noticia de la muerte de su amigo fue quien enseguida le propuso a Raúl Zorrilla de San Martín, otro de los fundadores, cambiarle el nombre al equipo. “A todos les pareció sensacional”, acota. Por reglamento de la Liga recién pudieron hacerlo al año siguiente, cuando debieron jugar en la C porque tras el accidente perdieron todos los partidos, excepto uno que empataron. Habían estado a punto de subir a la A.
“Numa jugaba de puntero derecho, Pancho de zaguero derecho y yo de lateral derecho. A Numa le hacían foul, lo empujaban, lo tiraban… pero no lo paraba nadie. Chocar contra él era como chocar contra una roca. Por eso es que en la Cordillera participaba de todas las expediciones”, señala.
Lo recuerda como un tipo muy humilde y muy tímido. Del avión solo conocía a Pancho y sin embargo se portó espectacular con todos, siempre se prestó para todo y eso hizo que quedaran impresionados y encantados con él. “Era un fuera de serie, así que bien merecido tiene que el cuadro lleve su nombre”, destaca.
¿Por qué la camiseta es similar a la de Boca Jrs.?
Cuando en el Seminario comenzaron a jugar amistosos le pidieron prestadas al Padre Telechea unas camisetas de Boca medio rotas que había en el colegio. Cuando se formalizó la creación del Loyola FC, Alfredo le propuso a Numa conservar los colores amarillo y azul, pero cambiar el diseño por dos franjas horizontales amarillas, en lugar de una.
En la foto se ve, en la punta izquierda, a Alfredo (parado) y Numa (agachado). Eran subdelegado y delegado respectivamente del equipo en la Liga Universitaria, además de socios e hinchas del Club Nacional de Football (el abuelo de Numa, Numa Pesquera, fue presidente).
Alfredo aparece dos veces en la película La sociedad de la nieve. Una en la escena en la Parroquia de Tapes, en la que Gastón, Pancho y él se pasan un papelito para hacérselo llegar a Numa. La otra es la escena del bar, que bien puede ser el Sportman, donde habitualmente se reunían. Allí es donde Alfredo les promete pasarles datos de chicas para salir en Chile y otros piques. “Numa y yo éramos solteros, los otros dos estaban ennoviados”, aclara.
“Estamos los cuatro convenciendo a Numa, pero en realidad fui yo el que lo convencí y ese es el peso que tengo”, admite. Por eso nunca pudo leer ninguno de los tantos libros que se escribieron sobre el hecho y si fue a ver la película fue porque lo invitaron especialmente porque actuó como colaborador reuniéndose muchas veces con Juan Antonio Bayona y Pablo Vierci. “Bayona me pidió permiso para ponerme bigote, ¡yo nunca usé!”, dice.
¿Pensó en algún momento en recurrir a ayuda psicológica? “No creo en los psicólogos, pienso que los problemas los tiene que solucionar uno. Mi padre me insistía mucho de chico: ‘Tú arréglate solo’. Soy muy devoto de la Virgen María, he visitado todos los lugares donde se apareció. Soy muy creyente, muy católico y muy mariano. Ese es mi apoyo”, asegura.
Un club de amigos que crece
Numa Turcatti es actualmente un equipo de la Divisional D de la Liga Universitaria. También participa en Pre-Senior, Sub 16 y Sub 20. Quieren sumar la +40 y hockey femenino.
Consiguieron la personería jurídica en 2019, año en el que fue designado presidente Rodrigo Cadenas, cuyo padre Gonzalo fue uno de los fundadores.
En 2023, entre todas las categorías reunieron 93 jugadores. No tienen cancha, así que la Mayor por lo general alquila el Complejo Limburgo cuando juega de local.
“Somos de los cuadros históricos de la Liga, o sea un club de amigos que arrima gente. No tenemos ninguna institución detrás y eso hace más difícil su existencia”, explica Rodrigo. “Para nosotros la parte social es muy importante. Nos gusta ganar jugando con los amigos. No existe el cuadro sin eso”, remarca.
Seguidores y mensajes gracias a la película
Cuando se estrenó La sociedad de la nieve, sobre todo en Netflix (4 de enero), las redes de Numa Turcatti (Instagram y X) aumentaron significativamente sus seguidores. “En dos años habíamos pasado de 200 a 700 y en una semana subimos entre 400 y 500 seguidores”, cuenta Rodrigo Cadenas.
Dice que hay mucha gente que les escribe preguntándoles cosas del club (varios de otros países).
La productora Cimarrón les pidió material también.
Alfredo Cibils comentó que la familia Turcatti alquiló la biblioteca de su casa para usarla en el film y donó el dinero al club de la LUD.