Crecer con el feminismo: así son las hijas del 8M

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Valentina Abraham

FEMINISMOS JÓVENES

Este martes habrá una nueva movilización masiva de mujeres en Uruguay. ¿Cómo es la mirada de algunas de las mujeres que actualmente están madurando bajo la influencia del ideario feminista?

Tienen entre 12 y 18 años, y si se habla de los “sanos hijos del patriarcado” para designar a un estereotipo de hombre que encarna ciertas actitudes, se podría decir de ellas que son las “hijas del 8 de marzo”.

Si para gente que peina canas las vicisitudes del feminismoresultan algo bastante fresco y novedoso, para ellas forman parte del paisaje: algo cuya existencia se da por sentada, como si formara parte del orden natural.

La clasificación no tiene poco de arbitraria y forzada. El explosivo desarrollo de la fecha como instancia para la movilización masiva, es un poco más reciente que lo que indican las edades de Aldana, Agustina, Valentina, Milena y Francisca.

Pero como señala Andrea Tuana, activista feminista y directora de la ONG El Paso, el 8M también puede verse como el resultado, la coagulación de varios procesos previos que maduraron y convirtieron a la fecha del martes en la expresión más contundente (al menos hasta ahora) de unas demandas, y una sensibilidad, que se instalaron en la cultura y la sociedad. Tuana tiene 52 años y ya hace bastantes años que viene pateando la calle (y agarrando los libros) para promover y hacer avanzar la agenda feminista. Cuando habla sobre lo que pueden ser los puntos de vista de mujeres un par de décadas más jóvenes que ella sobre el feminismo, emplea las palabras “auspicioso” y “alentador”.

“Yo vengo de un período en donde eso no era para nada así. A mí el feminismo me llegó bastante tarde en la vida. Recién como a los 30 años empecé como a tener una conciencia más clara. Autodefinirme como feminista me llevó más tiempo que a las gurisas de hoy, que con 15 años pueden definirse así. Creo que eso nos muestra que la historia está cambiando, y que no tiene un retorno”. Tal vez no tenga un retorno, pero a la luz de algunos hechos ocurridos en los últimos tiempos (violaciones colectivas, por ejemplo), uno puede preguntarse por la reacción al feminismo: “Es cierto, ha habido una respuesta que es virulenta. Tenemos que estar atentas y autodefendernos”.

Aldana

Aldana - Nota Hijas 8M

Con 12 años, Aldana está recién despertando hacia una conciencia más acabada sobre su condición de mujer, y cómo esa condición la ubica en su entorno más inmediato y más allá. Conceptos como “feminismo” parecen todavía estar en el proceso de formación y definición cuando uno habla con ella, pero para Aldana ya es algo sobre lo cual se conversa.

Aldana recuerda que hace muy poco que ella se topó con lo específico de su condición de género, cuando en la escuela (en estas fechas comienza primero de liceo) se habló de la primera menstruación. También, cuando en la clase se habló de cómo eran algunas de las condiciones de vida de muchas mujeres antes, cuando estudiar o trabajar no formaba mayoritariamente parte de las opciones disponibles para estas.

Con la aspiración de ser doctora en medicina cuando sea grande, para Aldana lo prioritario es que ella como mujer pueda estudiar y trabajar normalmente. Pero también expresa el deseo de poder caminar “tranquila” por la calle, que “no desaparezcan más mujeres”, y que no les “peguen” a las mujeres.

Valentina

Valentina Abraham
Foto: Marcelo Bonjour.

“Me parece perfecto e inspirador que las mujeres más grandes luchen por los derechos, ya que todavía hay ciertas situaciones en las cuales se nota una gran diferencia entre mujer y hombre. Y este tipo de movimiento trata de sacar a la luz esas cosas”, dice Valentina Abraham, de 18 años. Ella practica boxeo desde hace unos cinco años, y los ejemplos de Chris Namús y Cecilia Comunales tuvieron bastante que ver con su decisión de calzarse los guantes y empezar a entrenar.

“El feminismo me inspiró a hacer cierto tipo de cosas que yo no pensaba que una mujer podía hacer, como el boxeo. No era normal ver a una mujer en el ring, y mientras fui creciendo vi a ciertas figuras como Chris Namús y Cecilia Comunales que me ayudaron a entrar en ese mundo. Yo pensaba que era imposible”.

—¿Qué es lo que más te gusta del boxeo?

—Es una manera de sacarme el estrés y liberarme de las tensiones del cuerpo luego de estudiar horas (Valentina está por empezar Administración de Empresas en la Universidad de la República). También me pasa que dentro del ring me siento una persona más fuerte y libre. A lo largo de los años, lo que ha pasado es que al principio siempre entrenaba con hombres, porque era muy raro que una mujer hiciera boxeo. Ahora hay un poco más de mujeres, por suerte. El boxeo es bueno para aprender algo nuevo y me parece importante, también, saber algo de un arte marcial para poder defenderme.

Hasta ahora, Valentina no ha ido a ninguna de las movilizaciones. “Pero tengo amigas que sí han ido, y les ha parecido una experiencia buena. Capaz que si me organizo para ir en un grupo grande, iría también, porque no soy de moverme sola”.

—¿Cuándo empezaste a pensar en estos temas?

—Cuando llegué a la pubertad y tuve mi primera menstruación. Ahí me puse a pensar en este tipo de cosas. Vas formando opinión a lo largo de los años, en conversaciones con amigas y amigos sobre todo.

Algo que todas las consultadas mencionan excepto Aldana es que las conversaciones sobre feminismo, violencia de género y otros tópicos relacionados a la condición de ser mujer se hablan principalmente con pares, y en menor grado, dentro de la familia. Ahí, en el seno familiar se evidencia, a veces, una grieta generacional.

Francisca

El caso de Francisca (18) es ligeramente distinto, ya que tiene tres hermanas mayores, algunas de las cuales ya han ido al 8M. El feminismo, y las cuestiones inherentes a ser mujer, ya formaban parte del ámbito familiar, se daba de una forma más orgánica. Ella misma ya ha ido a dos movilizaciones. Francisca cuenta que más o menos a los 13 años “le cayó la ficha” de que ser mujer tenía sus particularidades. Eso fue cuando le gritaron lo que muchos hombres entienden como natural e inofensivo: un “piropo” en la calle.

Con todo, dice, le parece que ahora hay una mayor comprensión entre gente de su edad sobre lo que significa el feminismo (aunque no haya una diferenciación específica sobre los distintos tipos y las distintas “olas” del movimiento), incluso entre los hombres que forman parte de su círculo social.

A punto de entrar a estudiar Licenciatura en Letras en la Facultad de Humanidades de Udelar, Francisca quiere dedicarse a trabajar con adolescentes en el futuro, porque piensa que le gustaría aportar para que, algunos años más adelante, alguien pueda decir que ella contribuyó en mayor o menor medida a su formación y desarrollo.

—Ya has ido a dos marchas del 8M. ¿Qué opinás sobre la discusión acerca de la presencia de hombres en esa marcha?

—(Piensa). No es que rechace totalmente que haya hombres ahí. Pero sí siento que ese espacio, esa lucha, de alguna manera es nuestra, no de los hombres.

A su manera, Francisca expresa un punto de vista recurrente entre quienes concurren a esa manifestación masiva, uno que ve con algo de escepticismo la presencia de “aliados” en el 8M, y que priorizan la solidaridad intrafemenina, el hecho de encontrarse sobre todo con otras, por encima del posible diálogo y las relaciones políticas que se están configurando entre un género y otro a raíz del avance feminista. Como que esa fecha sería para compartir vivencias únicas a la condición de mujer. “A ellos no les van a pasar” cosas que sí les pasan a las mujeres dice Francisca en otro momento.

Agustina

Valentina - nota Hijas 8 M
Foto: Francisco Flores.

Tal como Valentina, Agustina (17 años), también tiene al deporte como una de sus actividades preferidas. En su caso, se trata del básquetbol (entrena y juega en Unión Atlética).

Agustina cuenta que ya de niña jugaba al básquetbol, y que cuando empezó su tránsito biológico hacia la adolescencia se comenzó a percatar de cosas que durante la infancia no registraba. Cómo el lugar de la mujer en el deporte, en el mercado laboral y en la vida en general, es muy diferente al que tiene el hombre. “Los niños no le dan mucha bola a las diferencias entre hombres y mujeres, pero cuando entré al liceo ahí sí se empezaron a notar las diferencias”, cuenta.

En lo que hace estrictamente a su deporte, Agustina recuerda que durante esos años liceales fue que escuchó los primeros comentarios, de otros jugadores o de padres de otros jugadores, que le marcaron la diferencia entre ser mujer y hombre. “Más allá de lo físico, siempre hay comentarios de rivales o padres o madres de rivales”. ¿Como qué? “Que el básquetbol es un deporte para hombres, que qué hacía yo ahí. En ese momento, jugábamos básquetbol mixto, hombres y mujeres”.

Algo ha cambiado, y para bien, dice Agustina. Hoy las jugadoras como ella son vistas con mayor naturalidad, y ella ya no percibe tantos cuestionamientos como hace unos pocos años. En ese sentido, se han dado algunos alentadores pasos hacia mayor igualdad y menos extrañeza ante la presencia de una mujer en una cancha de básquetbol. “Hoy, por ejemplo, hay contratos profesionales para jugadoras de básquetbol, cosa que antes no existía”, cuenta. Además, agrega, ahora Unión Atlética tiene una división femenina de básquetbol, que además compite.

Eso, que las mujeres pudieran también competir, se logró concretar hace “un par de años”, dice Agustina, y fue en parte porque ella contribuyó a eso.

—¿Fue muy difícil crear un equipo únicamente de mujeres?

—En realidad crearlo no fue tan complicado. Lo difícil fue poder empezar a competir. Pero tras varias charlas con gente de la directiva, se pudo poner en marcha. Yo participé de alguna de esas reuniones, donde expusimos con una compañera nuestro punto de vista acerca de por qué era importante poder empezar a competir. Y ahí empezó todo. Eso fue en enero de este año.

—¿Qué fue lo que dijeron para convencer a la directiva?

—Que competir hace crecer a cualquier jugador, sea mujer u hombre. Y que ayudaría a crecer al club, haciendo que se acerquen más mujeres.

Milena

Tiene 18 años y responde —de manera lacónica— por Whatsapp. Ella es otra de las que “despertó” al feminismo por los “piropos” en la calle. Cuenta que nunca ha ido, hasta el momento, a un 8 M, y que no quiere ir al del martes por razones sanitarias.

Aún así, le parece importante que se realice esa movilización, y que los temas que plantea el feminismo formen parte de la agenda de noticias. “Sí, obviamente. Así se mantiene a la gente informada”, tipea. De todas formas, no se considera feminista. No lo hace porque, escribe, hay cosas con las que está de acuerdo, y otras que no. En la columna de las coincidencias, Milena menciona el derecho a interrumpir un embarazo. En la de desacuerdos, algo que ella califica como “rechazo y desprestigio de los hombres”.

Ella, como otras consultadas en esta nota, comparten la visión de que hay una parte del movimiento feminista con la que no comulgan, por considerarla agresiva, violenta o, como también dijo una de las entrevistadas, “hembrista”.

¿Se es radical o no se es?

Para Andrea Tuana, directora de El Paso e integrante de la Intersocial Feminista, la polémica sobre si el feminismo -o una parte del movimiento feminismo- es “intransigente” o “radical” cuando se manifiesta durante el 8 M (tirando bombas de pinturas contra edificios de, sobre todo, la Iglesia Católica por ejemplo) es algo que ya se instaló. Ella, sin embargo, no contempla esa discusión como algo completamente anómalo al feminismo. Para empezar, dice, el movimiento feminismo es tan amplio y diverso que dentro de él caben muchos puntos de vista y posturas, a veces en posiciones antagónicas. Pero, sobre todo, Tuana dice que el feminismo en su totalidad es radical. “Porque es un movimiento que pretende transformar relaciones de poder. Desde ese punto de vista, no hay un feminismo ‘tibio’ o ‘diplomático’.
Esto ha llevado a algunos a interpretar que quienes sostienen esto, como Tuana, en realidad están postulando que el feminismo sería, en su esencia, de izquierda, algo que por ejemplo la vicepresidenta Beatriz Argimón disputa
Tuana añade: "Lo que sí hay que señalar es que al feminismo —tanto en Uruguay como el mundo— lo que lo caracteriza en términos generales es que es un movimiento pacífico y que no utiliza la violencia como herramienta política”.

El feminismo, para estas hijas del 8M no es una entidad homogénea en la que todas (y algunos) opinan de la misma manera y acuerdan el curso a seguir en todos los momentos.

Como cualquier movimiento político está atravesado por tensiones y disidencias, más allá de encolumnarse mayoritariamente tras el ideal de igualdad de derechos y oportunidades. Pero aún con sus diferencias y sus internas, ha logrado instalarse en las conciencias de muchas jóvenes que actualmente no cuestionan su legitimidad y vigencia.

(Producción y entrevistas: Mariel Varela).

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