Habitualmente, cuando uno entrevista a un artista (casi que de cualquier disciplina) uruguayo, este no se distingue demasiado, en el encuentro cara a cara, de la imagen más o menos pública. No así con Dani Umpi. Hay casi siempre una clara demarcación entre lo que el artista visual, músico y escritorpresenta ante una audiencia, y lo que uno ve o percibe cuando se encuentra con él en una instancia informal. Como si se tratara de dos mundos diferentes con un único denominador común: el propio Umpi.
Una recapitulación de la trayectoria de este coterráneo de Gardel: saltó a la notoriedad como una suerte de "enfant performer", a fines de la década de 1990 y comienzo de la de 2000. Por aquella época integraba un colectivo artístico y creativo denominado Movimiento Sexy, interpretaba el clásico de Jaime Roos Amándote en inglés (con el título "Loving you", y una letra que era una traducción lineal del original), abría shows de otros artistas y ya empezaba a dar muestras de otras pasiones: la literatura y las artes visuales.
Desde entonces, aparece regularmente en la vida cultural nacional, sea con una muestra, sea con un disco, conciertos, libros, apariciones televisivas o cualquier otra cosa que le abra las puertas a su talento y sensibilidad. Luego de casi una década porteña, Umpi regresó hace tres años a vivir en Uruguay, esta vez en el departamento de Maldonado. Sigue yendo a menudo a la capital argentina, porque en esos ocho años de residencia generó vínculos y una obra que también lo anclaron parcialmente ahí. Y aunque se asume como un creador uruguayo, hay algo de la escena cultural no ya porteña sino argentina que ya es parte de él. Y viceversa.
No es de extrañar. Como en tantos otros casos, el proverbio cristiano “Nadie es profeta en su tierra” también acá es aplicable. Para empezar, todos sus libros —entre otros, novelas como "Miss Tacuarembó", "Aún soltera" o "Solo te quiero como amigo"— fueron publicados primero ahí, no acá. Su tercer disco "Lechiguanas" fue nominado a los Premios Gardel, mientras que en este país ese disco fue recibido —como dice él— con “ni fu ni fa”. Agrega que fue recién con su cuarto disco (luego de "Perfecto", "Mormazo" y "Lechiguanas"), el recientemente lanzado "Guazatumba", que empezó a leer comentarios elogiosos de sus cualidades como creador musical en los medios nacionales.
En Argentina, en tanto, hace años que tiene un público y un reconocimiento. Antes de esta entrevista, Umpi comparte por Whatsapp un artículo publicado en Revista Anfibia, en el que se lee, entre otras cosas, lo siguiente: “Apareció como aparece el flash del fotógrafo en una fiesta: inoportuno y sorpresivo, pero preciso. La llegada de Dani Umpi en la escena cultural argentina iluminó una esquina de la fiesta que hasta entonces no todos se habían animado a explorar. ¿Acaso fue de los primeros artistas que emergieron del dark room? Sí. Fue eso. Empezó el milenio. Llegó el Siglo XXI y ahí estaba él, trayendo aires de candombe, drama de telenovela y mariconería a esta ciudad que gritaba ¡tango que me hiciste mal!”.
Más adelante en el artículo, se mencionan algunos de los muchos artistas y figuras con los que Umpi ha colaborado, desde luminarias indie como Rosario Bléfari hasta la artista uruguaya-francesa Elli Medeiros, entre tantos y tantas. Porque Umpi va del under a los más top en lo que dura abrir o cerrar una pestaña en un navegador. "Buenos Aires es una ciudad a la que siempre vuelvo. De alguna manera, soy de los dos lugares. Pude desarrollarme más ahí que acá”, dice y acota que eso es bastante previsible: el mercado allá es más grande. Pero, como también dice, “hay momentos para cada lugar”.
A veces, desde este lado, se puede llegar a sentir cierta condescendencia cuando medios o figuras argentinas hablan en términos elogiosos sobre protagonistas uruguayos, pero Umpi no lo siente así. “Tienen otra mirada, pero no me parece condescendiente. Como la mención al candombe (se refiere a la nota de Revista Anfibia), que se refiere a mi raíz uruguaya. Me hace mucha gracia, porque pensaba que no tenía eso. Pero los artistas uruguayos son muy bienvenidos allá, pero también creo que es algo que fluye, porque acá vienen muchos artistas argentinos, ahora más que antes. No me gusta pensarme como de un solo país en relación a Argentina, porque todo es muy dinámico y a la vez está muy cerca”.
—Más allá de tus facetas musicales o mediáticas, ¿cómo te parece que el ambiente de las artes visuales argentino te considera?
—Siempre me relacioné con muchos artistas visuales de allá. De alguna manera, tengo pares argentinos. En algunas oportunidades me he sentido por fuera, pero en muchas otras he estado en lugares muy centrales. Me ha pasado de estar en una feria de arte y ser el único uruguayo. De repente, estoy en un lugar de representación de lo nacional, pero no porque me eligieran, sino porque en esa ocasión era el único.
Algo distintas han sido las sensaciones de Umpi respecto del ambiente de las artes visuales en Uruguay. Cuenta que en algún período de su camino dentro de ese campo, se sintió “muy aparte”. “En un momento fui muy resentido. Me tomaba todo muy personal. Mi mentalidad en aquella época era tipo ‘Son siempre los mismos que se aplauden entre ellos y se dan premios. Y yo no estoy ahí’. Por suerte me seguí moviendo, no me quedé enmarañado en eso. Pero es muy difícil escaparse de esa manera de pensar, en la que no me integraba. Me llevó como diez años estar más relajado, y centrarme más en mi obra que en el lugar que ocupo en un contexto. Cuando lo hice, descubrí que hay muchos que sienten lo mismo, que no era algo exclusivamente mío. Además me di cuenta de que esa manera de ser, tan resentida, es lo más uruguayo que tengo” (se ríe a carcajadas).
Ahora que es puesto a mirar hacia atrás por las preguntas de un medio, Umpi sostiene que si bien sigue siendo inquieto, si bien continúa moviéndose entre distintos países y disciplinas artísticas, algunas cosas ha logrado. “Expuse en todas partes, he estado en aquellos lugares en los cuales está un artista visual uruguayo (en referencia a galerías, museos, galerías y ferias de arte)”. No es que sienta que le quedan espinas que no se pudo sacar.
Pero de nuevo: no deja de moverse. En parte porque lo necesita para vivir, pero también como parte de su trayectoria y su identidad como creador. “No tengo un taller como tenía en Buenos Aires, lo cual dificulta algunas cosas, pero cuando me despierto empiezo a trabajar: es importante ser constante y seguir produciendo. Esto no quiere decir que no admire a artistas que por ahí tienen una obra que no es tan cuantiosa, porque lo hago. Pero creo que si desarrollás una obra, eso te permite tener una perspectiva de tu trabajo, y que otros también la tengan”.
El paso del tiempo ha incidido en esos puntos de vista, dice también. A dos años de cumplir 50, Umpi comenta que está cerca de una edad en la que muchos artistas entran en una crisis creativa. “Es un momento típico en el cual muchos dejan de producir por muchas razones, por otras prioridades o frustraciones. Es algo en lo que muchos quedan empantanados, quejándose. Es muy peligroso, porque tampoco te permite ver tu propia responsabilidad en algo que tenés que defender, para que pueda continuar y desarrollándose”.
—El hecho de que seas escritor, ¿te facilita reflexionar y poner en palabras sobre tu identidad y trayectoria como artista visual?
—No mucho. Escribo ficción, no ensayos. Y estas son cosas sobre las que he estado pensando últimamente, no es algo que he hecho durante años.
—¿Y en la música? ¿Cómo ves tu camino ahí?
—Una vez estaba con un amigo en un boliche y empezó a sonar una canción de mi primer disco. Y el público, que era mucho más joven que nosotros, reaccionó con gran entusiasmo. Le dije a mi amigo: "Hicimos las cosas bien" (se ríe).
La charla deriva hacia otros temas, como la mayor preponderancia del colectivo LGBTQ, un fenómeno que cuando él arrancó no tenía el impacto e influencia de ahora. Para Umpi es algo positivo, pero él no deja de desconfiar. “No soy tan optimista. Se han conquistado cosas, pero no hay que descansarse. Así como hoy te apoyan, mañana puede que no”.