Daniel Bigalli es jefe del Servicio de Cirugía Cardíaca (CICU) del sanatorio Galicia. Es el responsable de muchas de las operaciones que se realizan en el país y utiliza un método poco frecuente (interviene sin detener el corazón), lo que lo posiciona como un referente a nivel mundial. Más de 6.000 personas “nacieron de nuevo” gracias a su mano experta.
Daniel Roberto Bigalli es argentino, tiene 61 años y se recibió a los 24 de médico. Vivió en España (en Madrid y en Santander) e hizo especializaciones en muchos países, como Brasil, Estados Unidos, Portugal, Holanda y Alemania. En 1995 vino por un año a Uruguay, para comenzar un programa de trasplantes cardíacos. Finalmente se quedó en el país, donde nacieron dos de sus cuatro hijos y tiene a su compañera. “Todavía sigo haciendo trasplantes, pero es una actividad poco frecuente porque hay pocos donantes. A lo que más me dedico es a la cirugía coronaria sin parar el corazón y a la cirugía valvular mini invasiva, que sería cambiar válvulas o reparar por pequeñas incisiones”, comenta Bigalli a Domingo.
La enfermedad coronaria (en las arterias del corazón) es la más frecuente dentro de las cirugías cardíacas de adultos: aproximadamente el 70%. Y en general, se soluciona mediante la aplicación de uno o varios bypass.
“Los tratamientos de la enfermedad coronaria son tres: con medicamentos (cuando son lesiones con poco compromiso), las angioplastias (colocación de un stent -una suerte de resortecito- cuando pasa poca sangre por la arteria) y en los casos más severos se hace cirugía. En estos últimos se coloca el bypass, una especie de ‘puente’ que ‘saltea’ la obstrucción de la arteria”, explica el experto.
Desde abril de 1995, el Servicio de Cirugía Cardíaca (hoy en el Sanatorio Galicia -ex Casa de Galicia- del Círculo Católico) contabiliza unas 15.000 intervenciones, de las cuales aproximadamente el 40% fueron realizadas directamente por Bigalli.
El médico dice que en el mundo solamente el 25% de las cirugías cardíacas se realizan sin detener el corazón. “Eso requiere una técnica y un entrenamiento especial. Nosotros hace 20 años que lo hacemos. Y es lo que más me gusta. La recuperación y evolución del paciente es mucho mejor”, sostiene. Y agrega: “Normalmente para hacer un bypass tenés que parar el corazón, le inyectás una sustancia para protegerlo, lo dejás sin sangre y parás los pulmones. Está una hora parado mientras se le hacen los bypass y después retoma la actividad. Le alterás la coagulación, lo enfriás (el frío puede dar problemas cerebrales y a los riñones). Por eso tiene muchas ventajas no parar el corazón”.
Nacer de nuevo
Edgardo Martirena fue jugador profesional de fútbol (estuvo en Sudamérica, Bella Vista, Progreso, Liverpool y fue campeón Panamericano con la selección de Washington Tabárez), hasta que se retiró y se transformó en empresario vinculado a los medios (en 2003 fundó el canal VTV). “En 2008 fui operado de urgencia en Casa de Galicia. Siguiendo una arritmia, terminé en un cateterismo. Y a las 48 horas ya me estaban operando porque tenía las arterias obstruidas. Finalmente me hicieron cuatro bypass”, comenta Martirena a Domingo.
El exjugador conoció a Bigalli poco antes. “Gracias a él estoy vivo”, asegura. Y recuerda un comentario que le dijo el doctor cuando pasó del CTI a la sala intermedia: “Mirá, Martirena, esto es como un auto usado, te hice el motor a nuevo, si no lo cuidás, va a decaer más rápido de lo normal”. Desde entonces comenzó a cuidarse con la alimentación y sus rutinas, siendo incluso que tras la operación le diagnosticaron diabetes.
Otro de los pacientes operados por Bigalli es el comunicador y dueño del restaurante de pasta La Perla, Horacio Maglione. “Tenía 41 años cuando sufrí el infarto y para mí fue una experiencia muy fuerte. No había otra alternativa que la de hacer un bypass y me derivaron al Centro de Cirugía Cardíaca (CICU), que entonces estaba en Casa de Galicia. El infarto lo tuve un viernes de tarde, de noche me llevaron al sanatorio y al otro jueves me operó Bigalli”, recuerda Maglione.
El sábado siguiente salió del CTI, el domingo estaba dando sus primeros pasos por el pasillo del sanatorio y el lunes recibió el alta. Veinticuatro horas después caminaba una cuadra por día. “Todo lo que me dijo que iba pasar, pasó. Me dio una tranquilidad tremenda. Y después descubrí que muchos amigos eran ‘hermanos del corazón’ operados por él. Ha hecho escuela en Uruguay con todo esto, ha salvado miles de vidas”, destaca.
La hija de Maglione tiene 15 años, nació el mismo año en el que él fue operado. “Cada vez que lo veo a Bigalli le digo que ella pudo tener un padre gracias a él”, concluye el comunicador.

Cumpleaños feliz
En abril de 2011, el periodista Carlos Muñoz sufrió un infarto mientras estaba relatando un partido entre Estudiantes y Banfield en el Estadio de La Plata, Argentina.
“Durante la transmisión me sentí mal y vomité. Cuando terminó el partido me fue a buscar Martín, el padrino de mi nieta, y me dijo de ir al Hospital Italiano. Le respondí que no, porque tenía que trabajar en Buenos Aires, pero me llevaron ‘de pesado’. Ahí me atendió muy bien una doctora recién recibida, que estaba haciendo su primer internado y tenía 24 años. Se llama María Eugenia, como mi hija. Me dijo que iba a quedar internado, que estaba haciendo un infarto. Tenía 170 pulsaciones en reposo, era una cosa de locos”, recuerda Muñoz en conversación con Domingo.
Un excuñado suyo, que era médico, le dijo que regresara a Montevideo para operarse. “Habló con los médicos del Italiano, me compensaron, y a la semana me vine a Uruguay”, recuerda.
Llegó con flebitis en los brazos de los pinchazos que le habían dado. “‘El 21 de marzo te opero’, me dijo Bigalli. Me entregué, no había otra”, confiesa Muñoz. Ese día, a las 6 de la mañana, lo llevaron al quirófano, de donde salió con tres bypass. Estuvo tres días en el CTI, fue derivado a cuidados intermedios y luego a sala normal. “Bigalli es hincha de San Lorenzo, así que le dije que cuando transmitiera un partido de su cuadro lo llamaría para que se viniera conmigo”, dice y se ríe el relator.
Aquel 21 de marzo, Muñoz le dijo a su familia que si todo salía bien quería que le festejaran “un gran cumpleaños” el 25 de abril, cuando cumpliría 60. En ese festejo no solo estuvieron los 8 de Momo, sino también todo el equipo médico del CICU, Bigalli incluido.
“Más allá del susto que tenía, te tratan como vos querés que te traten ante una situación así, de una forma muy humana”, sostiene. Tras la operación, Bigalli le dijo que todo había salido bien y que al otro día ya iba a comenzar a caminar por el CTI. “La verdad es que nací de nuevo”, concluye el relator.

Alegrías y tristezas
El médico comenta que muchos de sus pacientes comienzan a celebrar un “segundo cumpleaños” cuando se conmemora la fecha de su operación. Y que permanentemente recibe mensajes de ellos, en ocasiones invitándolo a esos festejos.
Pero aclara que la profesión tiene cosas difíciles de sobrellevar, por las urgencias que no respetan feriados ni horarios. Y por aquellos que, al final del día, son doblegados por la enfermedad.
“Como es una cirugía gratuita para la población (porque la financia el Fondo Nacional de Recursos), todo el mundo tiene acceso a ella. Uruguay tiene un índice de cirugía cardíaca en adultos de entre 700 y 800 pacientes por millón de habitantes, cuando en los países de la región es la mitad. ¿Por qué? Porque no tienen acceso. Por ejemplo, Argentina tiene 45 millones de habitantes, pero proporcionalmente hace menos de la mitad que lo que se hace acá”, explica.
Y concluye: “En la cirugía cardíaca, con todas las patologías y los pacientes graves, la mortalidad es más o menos de un 4% o 5%. Esto es así acá, en la China o en Estados Unidos. Vos sabes que operás a 100 y que cuatro o cinco se te van a morir. Hay días en los que se te hace bravo, porque sos un ser humano y la medicina necesita humanidad. Tenés momentos difíciles de sobrellevar”.
Premio a la excelencia médica
Hace 8 años, Bigalli recibió un reconocimiento internacional como “El mejor y más destacado profesional de la salud de los años 2015-2016 en su especialidad”. El premio le fue entregado en el marco del XXXI Congreso Internacional de la Organización para la Capacitación e Investigación Médica (Iocim), celebrado en Santiago de Chile.
La Iocim reconoció en esa oportunidad a los mejores profesionales e instituciones del campo de la salud de todo Latinoamérica, Centroamérica y el Caribe.
El premio concedido a Bigalli conlleva además su membresía en la organización como “Miembro Preferente”, junto a “profesionales de diversos países que son, todos ellos, líderes en su campos de actividad”, explicó el presidente de la institución, el doctor Armando Alor Pedraza.