EL PERSONAJE

Daniel Supervielle: del periodismo a asesorar políticamente a Lacalle Pou y vender sus cuadros al mundo

Soñaba con ser escritor pero lo atrapó el periodismo. A los 40 hizo un clic y se reencontró con el arte. Fue asesor de Luis Lacalle Pou y hoy vende sus cuadros al mundo.

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Daniel Supervielle pinta obras de arte inspiradas en el fútbol como fenómeno; su sello son las hinchadas.
Daniel Supervielle pinta obras de arte inspiradas en el fútbol como fenómeno; su sello son las hinchadas.
Foto: Francisco Flores.

Por Mariel Varela

Los padres de Daniel Supervielle lo mandaron a un taller de pintura entre los 8 y los 12 años y él iba obligado. Prefería pasar el tiempo jugando a la pelota que entre pinceles, aunque hoy lo agradece, igual que las clases de francés. Soñaba con ser escritor pero se metió muy rápido en el periodismo: con 17 años entró en el diario La Mañana y el oficio se lo fue devorando. Se sacó el gustito tiempo después publicando un par de libros (ver recuadro) y abriendo una librería, La Licorne. Fue pieza clave en la vanguardista X FM, fue mano derecha de Orlando Petinatti para diseñar Radio Futura, que según cuenta a Domingo, se craneó en el Bar Arocena. Produjo radio y televisión, fue editor para América Latina de AFP y asesor personal de Luis Lacalle Pou en las campañas 2013/2014 y 2018/2019, que lo llevó a la Presidencia.

Su currículum es extenso, pero fue a raíz de una charla con un mentor de Silicon Valley, en la universidad de Stanford, donde abrió los ojos y se percibió a sí mismo, por primera vez, como un líder. “Le conté todo lo que había hecho (relator de fútbol, pintor, abrí un librería, fundé un cuadro en la Liga Universitaria) y me dijo ‘sos terrible emprendedor’ y ahí me di cuenta de que muchas veces había estado al frente de proyectos donde no había nada, como autor intelectual de los procesos y me cambió el chip”, revela el actual director de Comunicación Estratégica y Política de CERES.

Hasta los 40 años abrazó el periodismo con toda sus fuerzas, incluso ejerció la docencia, pero el cambio de década lo encontró destrabando otras aristas que tenía ocultas y latentes: se empezó a proyectar en la pintura, como escritor, analista político y de empresas. “Mi vida se enriqueció muchísimo y estoy disfrutando eso”, asegura.

Arte

Nació en Montevideo pero se crió en Río Negro, más precisamente en la estancia que su padre administraba llamada Nueva Escocia -que se vendió- donde no había electricidad. Iba a la escuela en Young y el resto del día lo pasaba escuchando radio o leyendo lo que encontraba en la enorme biblioteca familiar: enciclopedias, poesía, novelas, El Gráfico, Revista Time.

Ahí aprendió a andar a caballo, a trabajar con ganado, a carnear y a desarrollar la imaginación en los montes, rodeado de naturaleza, jugando a ser Bomba y Tarzán.

Una vez en la capital, asistió durante cuatro años a clases de pintura. Entre los 12 y los 20 no tocó un pincel. En 2012, la plataforma Perform Group lo contrató para relatar fútbol en inglés y al salir del estudio se topaba con cartones apilados. “Una noche agarré una trincheta y los empecé a pintar. Mostré uno, me compraron dos, terminé en el taller de Ignacio Iturria y se dio una cadena de hechos: empecé a pintar, vendí uno, empezó a gustar, me llevaron a una galería, me llamaron de otra y no paré”, cuenta.

Un cuadro de Alcides Ghiggia en 1950 lo catapultó a la fama. Se lo vendió a un amigo que le dijo ‘esto es impresionante’, y no se equivocó: es muy codiciado en el exterior. Ese y otros tantos de la serie Multitudes los ha vendido a Brasil, EE.UU. y Argentina.

Lo inspira el fútbol como fenómeno. Las tribunas sonoras, esos gritos de gol en las hinchadas son, para él, mucho más que una pasión: simbolizan arte en su máxima expresión, son danza, canto, color. Encontró un objeto a retratar y su forma de plasmar a las hinchadas adquirió sello propio.

“Fui a ver a un pintor que se llama ‘Pollo’ Vázquez y me dijo: 'Daniel, veo en tu trabajo muchas influencias, pero veo algo que es solo tuyo, único, seguí por ahí, buscando lo tuyo, porque lo más difícil para un artista es tener estilo propio'. Por casualidad, por búsqueda, enseguida encontré un estilo propio donde la gente reconoce los cuadros que hago, o sea no son imitaciones, esto es un Supervielle”, comenta incrédulo.

Que el fútbol lo haya elegido no es casual: hay fundamentos teóricos y emocionales que sustentan ese match. Fue relator, dirigente de Wanderers, jugador de la Liga Universitaria e hizo su tesis académica sobre literatura y fútbol. “Me leí todo lo que se escribió sobre fútbol en Uruguay. Pero no desde el fútbol (como deporte) sino desde una expresión colectiva, sociológica, cultural. Tenía raíces para pintar sobre el tema, no futboleras sino de investigación, de tratar de comprender el fenómeno”, argumenta.

-¿Hoy podrías vivir del arte?
-Podría y es una apuesta que algún día estoy considerando tomar. Hoy quiero mantener mis dos mundos: el arte y la estrategia política. El camino del artista es de mucho sacrificio, búsqueda, introspección y soledad. Estoy enfocado en seguir creciendo en este camino que empecé, y está sólido, porque siento que hay algo atrás de cada pintura.

Política

Cuando aquel 13 de enero de 2012, Supervielle atendió su teléfono en La Paloma y escuchó la voz de Lacalle Pou al otro lado no podía imaginar que esa llamada le regalaría el mayor desafío de su carrera profesional. Era Luis Lacalle Pou que lo citaba en el Parlamento. En esa reunión le contó que planeaba postularse a presidente y le ofreció integrar al comando de campaña. Lo pensó y aceptó.

En la primera contienda electoral en que lo asesoró surgió el concepto de La Positiva, fue un éxito a nivel de comunicación, pero no alcanzó para que Lacalle Pou llegara a los votos para ser el presidente de los uruguayos. Con el diario del lunes todo es más simple; sin embargo, Supervielle asegura que siempre confió en que ese triunfo llegaría.

“Siempre supe que iba a ganar, no me preguntes por qué. Mis amigos me decían ‘estás loco, es imposible’. Y yo les decía ‘este loco va a ser presidente”’, señala.

-¿Qué creés que pasó para que Luis Lacalle Pou ganara la elección en 2019?
-El paso del tiempo puede ser un gran aliado o un gran enemigo y en el caso de Luis (Lacalle Pou) fue un aliado porque lo hizo crecer como candidato, como político, lo templó, supo dónde estuvieron los errores. Era mucho mejor candidato que Daniel Martínez. El Frente Amplio venía de un ciclo que se estaba terminando y él proponía uno que estaba naciendo. Teníamos mejor candidato, había un ciclo que terminaba y otro que empezaba y Luis entendió el humor social, el humor electoral, propuso un cambio, la gente quiso ese cambio y fueron varias conjunciones de una persona que estaba pronta para el momento que lo llamaron a actuar, y a los hechos me remito. porque ha hecho una buena presidencia.

Recuerda que Lacalle Pou le dijo a su comando de campaña tras la derrota electoral: “Equipo que gana no se toca, pero equipo que pierde y juega bien tampoco”. Y ganó los siguientes comicios.

Sobre el manejo del tema Astesiano, Supervielle considera que al gobierno le “explotó una bomba”. Opina que “no estaban preparados, creo que si le hubiese pasado a (Tabaré) Vázquez o a (José) Mujica era lo mismo”. Reconoce que fue “un problema grave” pero entiende que es “un disparate” afirmar que había “una banda de delincuentes en el piso 4 de la Torre Ejecutiva”.

“Cuando el ruido pasó, quedó el problema y se pudo abordar correctamente. Creo que actuaron bien. Al principio, producto de esa conmoción de que explotó una bomba, por ahí cometían errores, pero quién soy yo para juzgar desde afuera, con la teoría pura, hay que estar en esos zapatos para actuar”, asevera.

Cree en el diálogo y no descarta asesorar a otros candidatos: “Me dedico a la comunicación política estratégica. Soy blanco independiente, no pertenezco a ningún sector y hablo con todos, incluso con los partidos que integran la coalición y con referentes del Frente Amplio”, expresa.

-¿Hay grieta en Uruguay?
-Creo que hay gente que quiere que haya una grieta porque tienen esa visión de querer copiar todo deArgentina. Siempre que Uruguay estuvo dividido (guerra civil, dictadura, guerrilla) nos comieron de afuera, entonces tenemos que lograr procesar nuestras diferencias por un camino de diálogo y de respeto a las mayorías y a las minorías. Así Uruguay no tiene límites, puede ser realmente un faro de la democracia, de los valores de Occidente en el mundo. Y yo creo en eso, con lo cual, si algún día encuentro un espacio donde políticamente eso se pueda hacer, capaz que hasta me animo a meterme en política. Hoy no está en mi horizonte, creo que soy mejor analista y técnico, pero si mañana hay que dar una batalla por eso, creo que le daría.

Sus cosas

Meta cumplida: el trabajo profesional de Supervielle con Lacalle Pou terminó al ganar la elección nacional, aunque quedó una amistad. “Cumplimos la misión que nos habíamos fijado”, afirma. Hoy lo ve igual que siempre, dice, aunque con más arrugas, batallas y heridas. “Siempre dio la cara y estuvo con la gente”, opina.

Su pluma: su sueño era ser escritor y puede decir misión cumplida. Publicó dos novelas cortas tituladas Mehari (2002) y Namibia (2008). Más tarde llegaron otro par de libros vinculados al periodismo y la asesoría política: La Positiva (2015) y La libertad responsable(2022).También es coautor de Democracia en marcha (2022).

Uruguay connection: así se llama la muestra a la que fue invitado a participar en Buenos Aires Se inauguró el 23 de marzo en el Centro Cultural Recoleta y estará hasta julio. Llevó cuatro obras de la serie Multitudes, entre las que destacan dos trabajos de los festejos de Argentina campeona del Mundo en el Obelisco. “Ese cuadro voló”, dice.

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