Darío Sztajnszrajber: un pensador crítico que llega a Montevideo para romper la filosofía a martillazos

Ha llevado la filosofía de un modo diferente a la TV, la radio, los medios impresos y el teatro. Se presenta la semana próxima en Montevideo y Colonia.

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Dario Sztajnszrajber
Darío Sztajnszrajber en Montevideo.
Juan Manuel Ramos/Archivo El Pais

Darío Sztajnszrajber es docente de filosofía y escritor. Pero antes que nada es un pensador inquieto, que ha llevado sus intereses a plataformas tan disímiles como la TV, la radio, la prensa y el teatro. Y no aburre, sino todo lo contrario. Porque hablar de filosofía es, al fin y al cabo, hablar del amor, la libertad, la felicidad, la muerte y otros temas de nuestro diario vivir.

Darío Gabriel Sztajnszrajber (su apellido se pronuncia shtainshráiber), también conocido como Darío Szeta, nació en Buenos Aires el 16 de junio de 1968. Si bien es licenciado en filosofía y tiene una larga trayectoria como docente, se hizo conocido por conducir Mentira la verdad (canal Encuentro) y por hacer en radio los programas Demasiado humano (Futurock) y Lo intempestivo (Nacional Rock).

Además, en televisión estuvo al frente de El amor al cine y fue columnista en el magazine 1000 manos de la TV pública argentina. A partir de febrero de 2016 tuvo un espacio en el programa deportivo Tocala (TyC Sports), donde abordaba temas que parecen muy distantes como la filosofía y el fútbol.

Pero lo del comienzo: Sztajnszrajber navega sin problemas en distintas aguas. Fue conductor y columnista de varios programas del dial (entre ellos Metro y medio de Radio Metro conducido por Sebastián Wainraich y Gente sexy de la Rock & Pop), ha colaborado con medios gráficos como la revista Ohlalá (en su sección Filosofía erótica) y la publicación THC (la cual está a favor de la difusión de la cultura canábica), así como con el diario Clarín, Perfil, revista Noticias y Tiempo Argentino. Lo que lo traerá próximamente a Uruguay es su espectáculo Recital de mitos, que presentará el miércoles 25 y el jueves 26 de septiembre en Montevideo y Colonia junto a su pareja, la también escritora Soledad Barruti.

“Como docente siempre intenté generar una transferencia con el estudiantado como para que una clase no sea solo algo expositivo ni informativo, sino algo transformador. En ese sentido, siempre pensé el aula también como una puesta en escena, creo que una clase de filosofía tiene que involucrar de algún modo otros recursos que busquen inspirar al otro. Esos recursos increíblemente uno los puede encontrar en lo teatral. Es un ámbito en el que me siento muy cómodo, porque puedo hacer convergir ambos propósitos: la exposición de un contenido y que ese contenido llegue de modo más emotivo, sensible, que busque generar un estremecimiento”, comenta Sztajnszrajber a Domingo.

“Lo otro que me genera el teatro es la posibilidad de un diálogo con otros géneros que para mí ayudan mucho a que la filosofía tenga otras llegadas. Por eso hice filosofía con ficción y también con música. Mis últimos programas de televisión fueron una mezcla de filosofía y danza; o sea, espectáculos que después presentamos en vivo con ballets coreográficos, lo cual de algún modo también permite que el mensaje filosófico tenga otro acceso”, agrega.

—¿Cómo se mantiene la atención de los alumnos en épocas en las que cada vez se vive más rápido, hay muchas distracciones y parece haber menos capacidad de concentración?

—El hecho de que vivamos en un mundo tan frenético y tan inserto en las redes, en la velocidad, da una oportunidad para, entre otras cosas, salirse un poco de lo instituido. No creo que hoy el mundo esté vacío de sentido, creo que el mundo está al revés, plagado de sentido. El problema es que es un sentido uniforme, monocromático, con un objetivo muy claro que tiene que ver con la productividad. Entonces, es una buena oportunidad que tiene la filosofía para ofrecer justamente lo otro: no encontrarse cómodo sino incomodarse, no estar quieto sino inquietarse. Y esa propuesta nos reconcilia con algo muy propio de lo humano, con nuestra precariedad, con nuestra finitud.

Sztajnszrajber dice que “no es cierto que a los jóvenes no les importa otra cosa que no sea lo que está en las redes”. Es más, piensa todo lo contrario. “Estamos todos tan aturdidos por un único mensaje, por un único ruido, que entonces experiencias más silenciosas, con otros tiempos, terminan siendo muy cautivantes”, sentencia.

En relación a la filosofía como disciplina, viene trabajando desde hace años para que no sea solamente una reflexión abstracta, una especie de soliloquio en el que la persona se encuentra aislada y pensándose a sí misma. “La filosofía puede inspirar a una transformación concreta en las cuestiones existenciales que nos rodean. Tanto en un aula como en un teatro, como en un libro, el que escucha o lee encuentra en ella una forma de reposicionarse en su cotidiano. Los temas de la filosofía son el amor, la libertad, la felicidad, la muerte, son temas que naturalmente todo el mundo tiene en su cabeza. Y en la medida en que el lenguaje sea accesible y seductor, engancha mucho”, asegura.

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Darío Sztajnszrajber.

Sobre captar la atención

Es autor de Filosofía en 11 frases (fue best seller en Argentina) y de Filosofía a martillazos, un texto que conserva la frescura del tono coloquial de sus exposiciones, incluidos sus diálogos con el público. Esta introducción a grandes temas y grandes autores -de Platón a Jacques Derrida, de Friedrich Nietzsche a Karl Marx, de San Pablo a Roberto Espósito- lleva al lector no especializado en filosofía a reflexionar, con toques de humor y los desvíos propios de las conversaciones.

—Aclarado lo de la cotidianeidad de los temas que trata la filosofía, ¿es necesario ser disruptivo, “romper la filosofía a martillazos” para mantener la atención del público y de un salón de clases?

—“Filosofía a martillazos” es una cita de Nietzsche que yo tomo porque es uno de los pensadores que más me han influido. Hay muchas formas de hacer filosofía. A mí me interesa esta, no puedo no hacerla sino a martillazos. Sobre todo a martillazos con uno mismo, que es la principal idolatría de la que tenemos que correr, que es ser demasiado devotos de uno mismo. Para mí, la vocación originaria de la filosofía es la sospecha permanente, la duda frente a lo establecido y sobre todo la reconciliación con nuestras angustias existenciales.

La vida en múltiples plataformas

La comunicación en el mundo se ha diversificado tremendamente con el abanico de la digitalidad (redes, plataformas, streaming, etcétera), pero Sztajnszrajber entiende que los medios tradicionales, lejos de desaparecer como pronosticaron hace mucho tiempo algunos agoreros, continúan vigentes e incluso se han fortalecido en algunos casos.

“Se van reconfigurando, encontrando nuevos lugares. No veo que ninguno muera en el sentido más lacerante, más contundente. En todo caso hay un descentramiento. Por ahí la televisión tradicional en una época era el centro hegemónico de todas nuestras prácticas culturales. Hoy es un medio más que sigue teniendo una fuerza importante, pero que está acompañado por otras experiencias mediáticas como el streaming, como las redes. Sí es cierto que después hay apuestas concretas que proponen otros tiempos; la lectura siempre supone otra temporalidad de la que propone el streaming”, anota. Y agrega: “Celebro la diversidad de opciones y me parece muy interesante cuando uno puede de algún modo ir yendo de uno a otro medio. Me parece bueno que alguien pueda ver una serie, estar en las redes y tomarse el tiempo de desconectarse y leer un libro tranquilo a la noche”.

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Darío Sztajnszrajber.

El arte y las grietas

Sztajnszrajber evita hablar de política en esta nota de Domingo. Sabe que proviene de un país en el que la grieta es real. El escritor ha desarrollado una extensa tarea en el ámbito de la gestión cultural. Fue gerente de la Editorial de la Universidad de Buenos Aires y coordinador del programa de cultura literaria de la Secretaría de Cultura de la Nación. También desarrolló una importante labor docente en la comunidad judía. Y aunque comprende que hablar de religión también divide, no cuestiona que quien se suba a un escenario aborde ambos tópicos.

“Es importante diferenciar al artista de la obra. En definitiva, en última instancia, el que decide es el público. Hay artistas que no pueden hacer otra cosa que poner en escena obras que de algún modo lo identifican en su persona. Y otros pueden tener una relación más distante. Incluso hay obras donde no hay manera de que uno encuentre algún vínculo directo con posicionamientos personales. En filosofía pasa mucho eso. Vos tenés un montón de pensadores que por ahí toman partido por lo personal, por cuestiones políticas o religiosas. Me parece que eso es muy importante en términos de la libertad con la que nos manejamos y de la pluralidad a la hora de pensar nuestra relación con el público”, señala. Y agrega sobre la obra que en breve presentará en Montevideo y Colonia: “El Recital de mitos, busca recuperar un lenguaje más ancestral u originario, por fuera del frenesí contemporáneo”.

Las dos fechas previstas son el miércoles 25 de setiembre en el Teatro Stella de Montevideo y el jueves 26 en el Bastión del Carmen de Colonia.

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