Por María de los Ángeles Orfila
Entre 20 y 30 videos de supuestos maridos y esposas infieles le llegan por día a la casilla de correo. Franco Pisso no responde a ninguno. “No es mi intención desenmascarar a nadie; no soy detective privado”, cuenta a Revista Domingo. Él es abogado, especialista en comunicación no verbal, profesor universitario de oratoria jurídica, autor de dos libros y youtuber. Más de medio millón de seguidores ven sus análisis de políticos, famosos y psicópatas en los que desentraña gestos, posturas, entonaciones y omisiones y enseña cómo entender cada mensaje.
“Nunca pensé que (el canal) iba a explotar -empezó en YouTube para subir clases durante la pandemia-; evidentemente existe la necesidad de comprender un poquito más allá de las palabras”, dice.
Por eso, entre videos de nominaciones o expulsiones de Gran Hermano o viejas entrevistas a Charles Manson o discursos de Donald Trump, Pisso comparte videos para analizar la comunicación no verbal de personas depresivas o sobre las señales que delatan a una persona tóxica o manipuladora o cómo identificar un abuso sexual con el lenguaje corporal (uno de sus últimos videos).
Es más, el pasaje de videos exclusivamente destinados a sus alumnos al público en general se dio por la historia de una estudiante cuya hermana decidió quitarse la vida. “Me fui para casa pensando en lo que debía haberle dado para que ella pudiera alertar esa situación”, cuenta. En respuesta, Pisso empezó a aplicar la metodología de expertos como Paul Ekman -pionero en el estudio de las emociones y las expresiones faciales- y Joe Navarro -ex agente del FBI- en sus videos.
El experto no responde a mujeres y hombres que se sienten engañados -“si ya están dudando, plantéense si su pareja es realmente confiable”, advierte con razón-, pero sí lo hace a los padres y profesores que solicitan su ayuda para entender por lo que están pasando sus hijos o alumnos.
“Mi intención está lejos de ser una especie de determinador de la verdad. Mi intención es que se forme una escucha activa, que estemos conscientes del entorno que nos rodea, que hagamos un poquito más fácil la cruz que todos podemos llevar y que muchas veces nos cuesta decir. Es para ponerse a disposición del otro. En eso consiste (el canal), no en ser el que dirime entre la verdad y la mentira”, expresa en la charla.
Franco Pisso nació y vive en Rosario, Argentina, es egresado y docente superior de la Universidad Católica Argentina y acredita masters en oratoria en la Universidad Austral, en comunicación gubernamental y también una diplomatura en negociación en la Universidad de Michigan. También da cursos de oratoria para exámenes orales y de persuasión y ventas.
Visitará Montevideo el 13 de mayo para brindar una conferencia en el Salón Azul de la Intendencia de Montevideo. Las 400 localidades se agotaron rápidamente.
Es autor de dos libros: Francotiradores (en el que propone “un método innovador y transformador para aquellos que pretenden mejorar su comunicación y resultados, en base a rigurosas investigaciones científicas”) y Pissoteando mitos (un libro más motivacional, donde invita a desterrar ideas que impiden alcanzar los sueños).
Entender el mensaje.
La comunicación se divide en tres áreas: la no verbal (gestos culturales, posturas y microexpresiones), la paraverbal (matices de la voz, volúmenes, inflexiones y tonalidades) y la verbal (las palabras). En ese orden, cada una ocupa el 55%, el 38% y el 7%, respectivamente, del mensaje. “Desde que nos podemos comunicar sin necesidad de estar mirándonos para entendernos, nos agarró fiaca y empezamos a confiar demasiado en las palabras”, apunta Pisso.
Está claro; atender solo el 7% de un mensaje deja mucha información por fuera. Por ejemplo, al no ver los ojos tan abiertos del otro no identificamos la sorpresa, al no ver que se toca el pelo no sabemos que siente ansiedad, al no ver que contrae el buccinador (el principal componente muscular de la mejilla) no sabemos que siente desprecio, al no ver que mantiene una sonrisa por más de cuatro segundos no sabemos que es falsa, al no escuchar que baja la voz no sabemos que siente miedo.
Pero todo lo anterior tiene sentido si se analizan “las tres C”: contexto, combinación y congruencia. Dado un contexto específico (no es lo mismo si la persona está alcoholizada o bajo los efectos de un medicamento o droga o está en el trabajo o en una cita; incluso depende del país) y una combinación de gestos -una persona triste no solo lo muestra en sus ojos que parecen estar caídos sino también con una postura encorvada-, la congruencia es si siente lo mismo que lo que manifiesta sentir. Por ejemplo, si siente un enojo verdadero elevará su voz, arrugará el entrecejo, golpeará la mesa, apretará los dientes. Para Pisso, el enojo es la emoción que transmite más sinceridad. “Es muy difícil de fingir”, afirma.
Mentirosos.
Mentir implica un gran esfuerzo para el cerebro. Al momento de abrir la boca y decir una cosa que no es la verdad se ponen a trabajar la memoria, el sistema límbico, el neocórtex y la amígdala para no fallar en los “cuatro qué” fundamentales: lo que verdaderamente pasó, lo que se va a contar que pasó, lo que ve la otra persona en la comunicación y lo que hace uno mismo con esa comunicación. “Por algún lado siempre la mentira termina apareciendo en la comunicación no verbal”, sentencia Pisso. A veces es un gesto minúsculo, casi imperceptible -lamentablemente, no hay ningún músculo que se contraiga y sea evidencia por sí mismo como sucede, por ejemplo, con el enojo o el desprecio, ni es tan fácil de identificar como lo muestran en la serie Lie to Me-, pero que al analizar contexto, combinación y congruencia se hace visible.
Pisso indica que una mentira, por ejemplo, es más fácil de contar si se dice en orden cronológico, porque eso aliviana la tarea del cerebro. Por otra parte, si la persona esconde los labios al hablar puede estar ocultando parte de la verdad (ya sea porque no quiere o no puede decir algo directamente).
“Cuando vos decís la verdad esos ‘cuatro qué’ no están; no te importa lo que estás haciendo con el rostro porque estás diciendo la verdad. Tampoco te importa lo que está pensando el otro porque vos estás diciendo la verdad. Cuando vos hablás con la verdad pasás a ser creíble y, cuando sos creíble, sos autoridad”, dice el youtuber a Revista Domingo.
Para el otro.
Descubrir la mentira, no obstante, no es el objetivo de los videos de Pisso, aunque promueve siempre hablar con la verdad. “No quiero que las personas que aprenden comunicación no verbal sean unos juzgadores seriales que es lo que pasa en Lie to Me”, dice. Por eso, luego de sus análisis, no dice si la persona miente o no, sino si su comunicación verbal fue o no congruente. Sí es un objetivo aprender a escuchar al otro y a facilitar la comunicación entre las partes. “Por ejemplo, si mi hijo tiene autismo no va a tener que esforzarse tanto para hablar conmigo; o mi hijo adolescente me va a dar mucha más información y voy a quedar tranquilo de que no le pasa nada”, pone como ejemplos.
Y sigue: “Esto no se aprende de otra forma que no sea mirando una y otra y otra vez. No es una cosa de magia. Es mucha práctica. Un informe a nivel técnico, que no es el que subo a YouTube, lleva una hora por cada minuto”.
La comunicación no verbal de cinco personalidades en momentos críticos
Luis Lacalle Pou
Hizo un “buen manejo de la oratoria política” en la última entrevista en Subrayado, a juicio de Pisso. Tanto él como Blanca Rodríguez tenían un brazo más adelante del cuerpo para marcar autoridad. Al consultarle por el caso Astesiano, Lacalle hizo una muestra de desprecio acentuada (contracción del buccinador por tres segundos). Veredicto: congruente pero, en general, muy armado.
Lady Di
La comunicación verbal de la fallecida princesa británica osciló entre el miedo y el desprecio en la entrevista que concedió a la BBC en 1995. El miedo estaba representado por una cabeza inclinada hacia abajo, un tono de voz bajo y sin inflexiones y exceso de salivación. El desprecio estuvo marcado por contracciones del buccinador (algunas discretas y otras acentuadas). Veredicto: muy congruente.
Jey Mammón
La respuesta del conductor a las acusaciones de abuso sexual muestra varios ejemplos de ansiedad: lengua fuera de la boca o manos que se mueven como lavándose. Lo más llamativo es que cuando niega haber cometido los actos no acompaña con el movimiento de la cabeza y mantiene ciertas emociones por demasiado tiempo. Veredicto: sin la credibilidad suficiente.
Cristina Fernández
Toda la comunicación no verbal de la expresidenta argentina tras el pedido de condena de los fiscales de la Causa Vialidad se refiere a una persona sumamente enojada: microexpresiones de enfado, golpes en la mesa, tono elevado y velocidad al hablar. Cuando se apunta a sí misma no lo hace con el dedo recto por lo que “no se asume como condenada”. Veredicto: congruente.
Alec Baldwin
La primera entrevista que concedió el actor tras la muerte de Halyna Hutchins lo muestra con ansiedad y miedo. Esto se ve, por ejemplo, en su cuello tensionado y en la respiración entrecortada. No manifiesta síntomas de felicidad por “salirse con la suya” o desprecio hacia el entrevistado. Veredicto: “No manifiesta que quería hacerlo o que existía esa posibilidad”; es decir, congruente.