De trabajar en Planta Baja, Cámara Testigo y El Origen a dirigir el film uruguayo que iba a competir por el Oscar

Juan Ponce de León creó con su hermano Facundo la productora Mueca, con la que hizo TV y el film "Hay una puerta ahí". Hoy está en tratativas para escribir una serie española y prepara un film sobre sus padres.

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Juan Ponce de León.
Foto: Francisco Flores.

"Tengo un mensaje del más allá para ustedes”. Eso decía el mail que Juan y Facundo Ponce de León recibieron allá por el 2020 de Enric Benito, un médico español que tenía un material que le podía interesar a su productora, Mueca Films. Se trataba de 11 horas de comunicación entre Benito y el uruguayo Fernando Sureda, un enfermo de ELA que lo había contactado para que lo acompañara en su proceso hacia la muerte. La idea de transformar esas conversaciones en algo más había sido originalmente de Sureda, pero falleció antes de saber en qué podía desembocar todo eso.

Los hermanos Ponce de León decidieron visualizar el material por separado para no condicionarse uno al otro y arribaron a la misma conclusión: “Esto es una bomba”. Fueron necesarios casi dos años de un gran trabajo de montaje para llegar a Hay una puerta ahí, la ópera prima de Juan Ponce de León (39 años) —codirector con su hermano Facundo y montajista del proyecto— si de cine hablamos.

“Yo creo que es la película más cinematográfica en la historia de Mueca que no me tiene a mí como realizador ni a Facundo como conductor. Digo que no soy el realizador porque no hubo rodaje”, explica Juan a Domingo sobre la película que iba a representar a Uruguay en la carrera por el Oscar a Film Extranjero, pero finalmente decidieron retirarla. El problema que hubo fue que podía interpretarse que había un conflicto de intereses dado que Facundo es el actual presidente de la Agencia del Cine y el Audiovisual del Uruguay (ACAU).

A pesar de lo amargo de la noticia, lo que el realizador rescata fue el reconocimiento que recibieron del sector audiovisual, que se vio reflejado también en lo sucedido con el público. “Fue increíble lo bien que le fue porque teníamos mucha intriga. Sabíamos que era una película que generaba mucho miedo en la gente por la temática, pero muchos que le tenían cierta resistencia terminaron encontrando una película mucho más luminosa de lo que pensaban. De las cosas que más me impactaron fue la cantidad de gente que la fue a ver más de una vez”, cuenta con orgullo sobre un producto que, paradójicamente, tiene muchas cosas anti cine. “Se corta, se ve pixelada… sin embargo, ahí está su fortaleza y nos costó darnos cuenta de eso”, apunta.

Para Juan tiene sentido que esta película haya caído en manos de Mueca. “Es una productora que siempre tuvo interés por las historias de personas y esto es una historia de una humanidad descomunal. Hay también mucha filosofía en la película”, sostiene quien considera que la productora que creó con su hermano allá por 2012 es un cruce entre filosofía, comunicación y la identidad que le proporciona la música.

¿La música? Es que Juan de chico quería estudiar piano. Pensaba hacerlo ni bien terminara el liceo, pero se fue de intercambio tres meses con un amigo a Alemania (estudió en el Colegio Alemán) y cuando volvió se anotó en la Escuela de Cine (ECU) porque se dio cuenta de que eso conectaba más con esa manía que siempre había tenido de filmar todos los acontecimientos familiares.

“Siempre tuve un interés inculcado por mi padre por el arte. Entonces fue como muy natural, nunca dudé de que lo mío tenía que ver con la creación artística. No concibo nada de lo que hago sin la música y, de hecho, en Mueca hay un sello identitario en la manera en que usamos la música”, dice y recuerda que, así como lo ha hecho Facundo, él también integró bandas como Éxito 4 y Kuropa y Cía. “Ahí tocaba el acordeón”, acota.

Cuando cursaba primer año en la Escuela de Cine del Uruguay, le hicieron una prueba para ser cámara en la productora Contenidos y comenzó a trabajar en el programa Planta Baja (Canal 12), donde conoció a Andrés Rodríguez, su actual socio en Mueca (Facundo dejó al asumir en la ACAU). “Se dio un mix muy interesante porque estudiaba en la escuela y después me iba al Comcar a grabar el programa Vidas”, relata sobre lo que le pasaba cuando ya estaba en segundo año de la Escuela de Cine. Entonces le viene a la mente una anécdota muy particular con su madre. “Un día llamó a Facundo preocupada para decirle que yo era muy chico para estar presenciando ciertas cosas, porque había ido a un rodaje con un médico forense en el que había visto un cuerpo. Pero eso también me formó”, asegura.

Estuvo en Cámara testigo, pero se terminó yendo porque no era el formato que le gustaba. “Tenía que estar ocho horas en un patrullero y era un tipo de narrativa que no me interesaba; quería hacer cosas mías”, dice. Lo tentaban más trabajos como el que desarrolló en la serie Adicciones o en la película La casa muda, junto a Gustavo Hernández. Se metió más en el mundo del cine o en el de la publicidad, donde filmó comerciales. Junto a su hermano Facundo rodó el documental Vigilia, sobre el artista Finzi Pasca, y un proyecto sobre los pasantes del Teatro Solís. Entonces apareció la productora Elisa Lieber y les propuso la serie televisiva El Origen, donde abordaron temas de historia, fútbol y humor.

Vivir, donde fueron en busca de lo que había ocurrido con los protagonistas del ciclo Vidas, fue lo último que hicieron para la pantalla chica. “Ahí nos dimos cuenta de que ya no teníamos más lugar. Si ves la televisión hoy, es todo entretenimiento; cambió muchísimo. Lo nuestro había cumplido un ciclo”, señala.

Había que seguir entonces con Mueca, una productora sin empleados que contrata personal puntualmente para los proyectos que hace y se toma su tiempo para encararlos. Juan considera que, además, es un emprendimiento que tiene mucho que ver con su casa, con su familia.

“Tiene la mirada más filosófica y periodística de Facu, y la mirada más artística o de cineasta mía. Eso hace que tenga un estilo definido. No fue algo buscado, pero sí teníamos una especie de manifiesto cuando arrancó de las cosas que nos gustaría hacer. Es muy intuitiva”, describe sobre la productora que desde hace unos tres años forma parte del hub audiovisual Reducto que hoy reúne a nueve empresas del rubro.

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Juan Ponce de León.
Foto: Francisco Flores.

Se lleva en la sangre

Juan reconoce que sus progenitores influyeron mucho en lo que es hoy como profesional. Su padre, aunque es abogado y escribano, supo transmitirle el amor por la música y el gusto por ciertos directores de cine; su madre le imprimió la pasión y el empuje.

“La primera vez que vez que vi llorar a mi madre fue escuchando una ópera, entonces de grande entendí que ella también conecta mucho con la música, no desde el lado más erudito como mi padre, sino del lado más emocional. Están muy pelo a pelo en la influencia que tienen sobre nosotros”, dice haciendo referencia a sus cinco hermanos, todos mayores que él: tres varones y dos mujeres.

El realizador advirtió que sus padres eran muy interesantes cinematográficamente, en la pandemia comenzó a filmarlos y ya tiene decidido que todo ese material, que sigue en construcción, se convertirá en el documental Mora. Se va a llamar así porque tiene como base la casa de Punta Carretas en la que se criaron, ubicada en la calle Coronel Mora. “Mi madre está negada a venderla, dice que de ahí la sacan con los pies para adelante”, comenta y agrega que siempre supo que iba a hacer este producto. “De pique sabía que era una película y no un video familiar. Me va a llevar años, pero sé que lo voy a hacer”, afirma el padre de Alfonsina (7) y Marga (4) y esposo de Agustina.

Muchos saben que Juan viene de una familia muy identificada con el Club Nacional de Football (su bisabuelo era José María Delgado), pero confiesa que es el menos hincha de sus integrantes. “Es tanta la enfermedad que hay alrededor que en un momento me aparté, así que no lo sufro tanto como el resto”, apunta. Lo cuenta cuando recuerda que filmar a su madre presenciando el regreso de Luis Suárez a Nacional fue lo que la realizadora catalana Marta Andreu define como “la herida” en su documental. “Es la escena que te saca de eje”, explica sobre el término.

Juan se entusiasma al develar que Mueca está por cerrar un contrato para escribir una serie de ficción para un estudio español. “No se puede decir mucho más”, lanza sobre el proyecto que se suma a los dos documentales que tiene previstos para este año, además de buscar el estreno de Hay una puerta ahí en la Argentina y continuar con sus trabajos para UNICEF o de contenidos para marcas. Todo eso sin abandonar un sueño muy personal: “Siempre estoy con la idea de hacer mi largometraje de ficción, tengo unas ideas que estoy escribiendo. Es algo que está presente todo el tiempo”, cierra quien asegura tener “esa cuestión de estar contando siempre”.

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Fotograma de "Hay una puerta ahí".
Foto: Difusión.

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