MARIEL VARELA
Los niños y adolescentes sonreirán tras la aparición de una investigación estadounidense publicada este mes, en la revista especializada Pediatrics. El estudio señala que los alumnos necesitan una pausa de 15 minutos cada tres cuartos de hora de clase, para mejorar su nivel de conducta y rendimiento.
Sucede que, en países como Uruguay, los estudios llevados a cabo en el Primer Mundo enfrentan ciertas limitaciones de orden práctico a la hora de aplicar sus conclusiones.
En Uruguay, la mayoría de los liceos tienen un recreo de cinco minutos tras cada recambio de materia, y no más. La medida no es arbitraria. Está ligada a la necesidad de organizar los horarios para que pueda haber más de un turno por liceo, explica la psicóloga Ana Grynbaum, quien desempeña su profesión en dos liceos públicos capitalinos.
En cuanto a las instituciones privadas, destaca el psicólogo Luis Correa, director del liceo Los Maristas, a pesar de que la situación es un tanto distinta ya que "hay más posibilidades de instrumentar cosas, también a veces se complica un poco".
La decisión no está librada al azar, y el tema económico es una de las aristas del tema. Al respecto Grynbaum agrega que a los profesores se les abona por hora, y los minutos de recreo no son pagos, a pesar de que están dentro del horario de trabajo. Por ende, "de la cantidad de horas de clase que puedan dar depende también lo que cobran a fin de mes", señala la experta.
MÁS PAUSAS. Un grupo de científicos de la Universidad de Medicina Albert Einstein de Nueva York analizó 11.000 casos de chicos entre 8 y 9 años, y comprobó que el cerebro puede mantener su concentración y atención entre 45 y 60 minutos. Se concluyó entonces que la pausa es necesaria no sólo para sociabilizar con el resto de los compañeros, sino también para recargar energías.
En lo local, Educación Primaria fija los recreos de acuerdo a los distintos turnos, y siempre toma en cuenta los umbrales de atención para hacerlo. El matutino -de 8 a 12 horas- tiene una pausa de media hora entre las 10 y las 10.30, mientras que el vespertino -de 13 a 17- la tiene entre las 15 y las 15.30.
Esta orientación se maneja a nivel de las escuelas públicas y los colegios habilitados, manifiesta el consejero de Primaria Óscar Gómez, aunque aclara que existe "libertad para establecer modificaciones en cuanto al ritmo curricular".
Según la pediatra y líder del estudio norteamericano, Romina Barros, el recreo es fundamental para que los alumnos obtengan resultados superiores en las pruebas, alcancen mayor nivel de concentración y mejoren su conducta.
La investigación indica que los momentos dedicados a la recreación y al tiempo libre son tan importantes en la vida académica como las clases de matemática o lengua. Los recreos no son la única solución, pero ayudan a mitigar los problemas de conducta.
En Uruguay, la psicóloga Ana Grynbaum indica que la situación que se vive en los liceos, donde las jornadas académicas son cada vez más extensas, es que durante las últimas horas "los chiquilines están en otra, cansados, aburridos y se produce la mayor parte de los problemas de conducta".
En la medida en que puedan tener espacio para jugar, para conversar, para buscar novio, para hacerse amigos, no lo harían dentro del salón, o no lo harían tanto, reflexiona Grynbaum.
OTRAS FORMAS. Una de las estrategias propuestas por investigadores canadienses y franceses para mejorar los resultados académicos, los problemas de conducta y dispersión del alumnado fue alternar las materias intelectuales con las actividades físicas y artísticas.
Sobre esa temática, el consejero Gómez señala que la propuesta de Primaria es que los docentes tengan en cuenta la variación de actividades a lo largo de la jornada ya que es "un elemento de distensión y descanso".
Se pretende así darle cierto dinamismo a las clases y variar el ritmo con el fin de que no decaiga la atención en los niños.
Luis Correa indica que en Los Maristas se intenta confeccionar los horarios de forma tal que no se dicte la misma materia dos días seguidos. El director agrega que un componente adicional con el que cuenta el colegio es un taller de discusión que se imparte en el marco del ámbito religioso, e implica "un corte en la actividad intelectual".
Para alegría y satisfacción de los más chicos, los estudios demuestran que el tan querido recreo se ha transformado en un elemento más que trascendente, y los maestros han dejado de aplicar la famosa sanción de "dejar sin recreo", ya que ello implica "quedarse con el alumno en el aula y padecerlo", según relata Ana Grynbaum.
La famosa pena ya no se usa, y según indica el psicólogo Correa "dejar a alguien sin recreo no es una práctica para nada recomendable". El profesional considera que frente a una inconducta es preciso entender por qué sucede y la sanción generalizada no es la forma adecuada para resolver el problema. "No se puede bajar un chichón dando un martillazo", concluye Luis Correa.