Dejó Cuba para expandir horizontes, hoy brilla en la escena local de la música y acaba de lanzar su primer disco

Eileen Sánchez se mudó a Uruguay hace seis años, vivió una historia particular con la ciudad de Mercedes, Soriano, y hoy en Montevideo integra grupos como La Imbailable y AfroCuba Mistery. Acá, su historia.

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Eileen Sánechez
La cantante y multiinstrumentista cubana Eileen Sánchez.
Foto: Lu Lee

Eileen Sanchéz fue una niña encantada con la música. No había antecedentes familiares, pero sí una chispa interna que la hacía cantar por todos lados, inclusive por las calles de La Habana, en su Cuba natal.

Una maestra le aconsejó aprender un instrumento antes de perfeccionarse en el canto. Así, a los 10 años, empezó a estudiar el clarinete. Más tarde se graduó en la Escuela Nacional de Música y comenzó a trabajar como clarinetista en grupos locales. También aprendió piano mientras fue reconociendo su potencial vocal. No demoró en ser corista en estas mismas bandas.

Y aunque la musicalidad no vino de cuna, el incentivo para trillar un camino en este oficio, sí. “Siempre me apoyaron mucho, sobre todo mi mamá, que era quien me llevaba a todos lados”, dice la cantante y multiinstrumentista a Domingo.

“En Cuba cuando decís a tus padres que querés estudiar música, se ponen felices. Está muy bien visto, porque a los artistas se les respeta muchísimo. Es una alegría porque músicos y médicos son los que acceden a viajar más rápido y eso no es un factor menor allá”, contextualiza.

De la mano de una familia que le dio para adelante, a sus 25 años decidió expandir horizontes y miró hacia un Sur desconocido, pero del cual le habían dicho cosas buenas. Cuando llegó el momento de irse, pensó en Argentina, pero amistades uruguayas como Inés Errandonea, joven y talentosa cantautora, la incentivaron a probar suerte acá. Errandonea le hizo una carta invitación —una de las vías que disponen los ciudadanos cubanos para obtener una visa turística para Uruguay— y en 2018 su vida dio un giro.

Un nombre con mucho significado

Cuando llegó a Uruguay, se instaló en Mercedes, Soriano. Había sido atraída por el Festival Internacional de Jazz y decidió quedarse para cursar la Licenciatura en Jazz y Música Creativa que ofrece la UTEC. Más allá de eso, eligió Mercedes porque para ella lo simbólico tiene mucha fuerza y los significados de este nombre en su vida despertaron curiosidad sobre qué podría ofrecer aquel lugar.

“Yo nací el 24 de setiembre de 1993, que es el día de la Virgen de las Mercedes, alrededor de la cual hay mucho sincretismo y símbolos religiosos. Mi abuela, que se llama Mercedes, me llevaba a la iglesia de las Mercedes en todos mis cumpleaños”, cuenta. “Además, cuando llego a Mercedes, me mudo a una residencia que era administrada por diáconos y, justo cuando entro al lugar, había una imagen de la Virgen de las Mercedes súper grande. Cuando fui a firmar el contrato para vivir ahí, el obispo me dijo ‘no puedo creer, el día de tu cumpleaños es el mismo día que se festeja el cumpleaños de la ciudad”, cuenta y se ríe. “Si bien no soy católica, todo ese simbolismo siempre me ha acompañado de alguna forma”, explica.

En Mercedes aprendió a tocar la guitarra de manera autodidacta. Es, dice, un instrumento que le permitió emprender una búsqueda más personal, lejos de lo teórico. Allá también compuso canciones, muchas de las cuales reunió en su primer disco que, a esta altura el lector se podrá imaginar, no podría llamarse de otra manera.

“Decidí ponerle Mercedes por todo ese simbolismo que hay detrás”, explica sobre cómo bautizó su primer trabajo autoral, en el cual reunió 10 canciones en las que se notan influencias cubanas, jazzeras y afro uruguayas. “Catalina”, “La noche” y “Coraje” son ejemplos de una mezcla que representa todo lo que le atraviesa a esta artista cubana radicada en Uruguay. El disco está disponible en plataformas.

En “Coraje”, la canción más experimental del disco, sumó tambores Batá, un instrumento de origen nigeriano. “En Cuba se hizo una adaptación en la forma de construirlo. De hecho los percusionistas que tocan este tambor acá, la mayoría ha ido a estudiarlo allá”, comenta.

Es un trabajo que tiene participación de varios artistas locales —Alejandro Luzardo, Coby Acosta, Facundo Balta son solo algunos— y producción de Nicolás Ibarburu. Lo hizo a lo largo de tres años, permitiéndose vivir orgánicamente el proceso de decantación de las canciones. “Valoro mucho el hacer las cosas a mi tiempo. Porque hay un proceso de maduración ahí. Por más que a veces estés decidida sobre lo que quieres, si te permitís vivir ese proceso lentamente, podés conocerte más y conectarte más con la canción. Me gustaría no perder eso en mis próximos trabajos”, reflexiona.

Volver a conectar con las raíces

Se fue de Mercedes en 2021, pero siente que aquel lugar dejó no solo lindas amistades y dos libros por terminar —la escritura es otra de sus pasiones— sino también un proceso enorme de autoconocimiento.

Desde entonces reside en Montevideo y hace pocas semanas visitó La Habana. Fue el primer reencuentro desde que se mudó a Uruguay. El regreso se vivió con alegría y el encantamiento de quien vuelve a beber de la fuente y a conectar con algo profundo.

“Regresar a mi tierra era algo que necesitaba muchísimo. Hay mucha gente que no vi porque muchos de mi generación están por varias partes del mundo, pero el simple hecho de caminar por las calles y pasar por lugares que tienen un montón de significado, de historia y de recuerdos, fue una inyección de energía”, dice.

Allá pudo hacer eso que actualmente la encuentra en un momento único: cantar sus propias canciones, pero ahora acompañada de sus vínculos más imprescindibles. “Fue muy lindo porque tenía a mi madre y a mi familia ahí. Escuché y vi todo con otra atención y valorando mucho más, porque si bien siempre amé la música cubana, cuando tenés la música de tu país ahí todo el tiempo, no das tanto valor. Pero cuando estás en otro lado te das cuenta de lo importante que es”, evalúa.

El pasaje para este viaje anhelado fue un regalo de sus compañeros de La Imbailable Orquesta, uno de los proyectos que integra —también tocó con el uruguayo Mariano Gallardo, con el grupo Pa'ntrar en Calor, y con AfroCuba Mistery—. “Habíamos ido a tocar en Brasil y antes del toque llegaron y me dijeron: ‘Eileen te tenemos una sorpresa’. Luego me contaron que me estaban regalando un pasaje para que yo pudiera ir a ver a mi familia”, rememora con una sonrisa ancha.

“Fue hermoso. La calidad humana que tiene esa banda es algo que no viví en ningún otro proyecto. Son una familia realmente”, relata sobre el grupo de cumbia colombiana con el cual toca desde 2019, y que el año pasado se llevó el Premio Graffiti al Mejor Álbum de música tropical por Lento y Parejo.

Su proceso migratorio, considera, estuvo lleno de altos y bajos hasta ahora. Pero Eileen no se queja, al contrario, agradece. "Ser cubano creo que está muy bien visto acá, la gente ama Cuba. Si bien la cultura es diferente, no es tan alejada. Creo que lo más contrastante para mi fue el clima, cero feeling con el frío. El mate no me conquistó, pero porque nunca fui fanática de los sabores amargos. El café por ejemplo, que se toma mucho en Cuba, no me gusta. Con el baile me pasa lo mismo. Soy una Cubana promedio en el baile. Acá la gente me dice que bailo muy bien y les digo ‘mirá que allá se baila mucho mejor’", cuenta entre risas.

Pero migrar es un proceso fuerte que transforma y deja marcas. Por eso, volver a La Habana le regaló reencontrarse con una parte de su personalidad que fue adormeciendo en los últimos años. “De hecho mi madre me dijo algo que fue realmente fuerte para mí, porque no me dijo al primer día, sino a la semana y media de estar ahí. ‘Volviste a ser tú, porque estabas muy seria, tú no eras así’, me dijo. El uruguayo es más melancólico y a partir de eso me quedé pensando en cómo te mimetizás con una cultura cuando vivís en otro país y no te das cuenta de que capaz había partes de ti que te gustaban y que las dejaste ir. Volver a Cuba fue recordar que soy una persona alegre”.

Es así, con energía renovada, que Eileen quiere disfrutar de Mercedes, saboreando de a poco este trabajo que tanto le costó sacar como artista independiente y del cual está orgullosa.

Además, dice, vive un momento de reinvención: tiene planes de hacer talleres de música para adultos mayores y quiere concretar un viaje de reencuentro con su padre, que vive en Jamaica y no ve hace más de una década. Sobre todo, pase lo que pase, está segura de que habrá más canciones en el horizonte.

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