ARQUITECTURA Y URBANISMO
La batalla entre la preservación del patrimonio edilicio y la modernidad. Hay varios movimientos sociales que, sin recursos, han logrado detener la demolición de varias construcciones.
En agosto de 2019, a impulso de la organización civil Basta de demoler Montevideo, un grupo de vecinos se manifestó frente a la vieja casona de Soriano 1117, exsede del Club Naval, para pedir que se detuviera su demolición. La propiedad no contaba con ningún grado de protección patrimonial, pese a haber sido construida en 1925 por Humberto Pittamiglio. También en el portal Change.org se había formado una petición para evitar su derrumbe, la cual fue firmada digitalmente por centenares de personas. La prensa también se hizo eco de estos movimientos que intentaban salvaguardar la casa en la que vivió el ingeniero Adolfo Shaw, quien durante muchos años dirigió una empresa constructora vinculada a obras icónicas como la del Estadio Centenario y el Palacio Municipal.
Pero en este caso, la batalla estaba perdida de antemano. Los miembros de Basta de demoler Montevideo sabían que esta vez era difícil frenar la “piqueta fatal del progreso”, pese a que tenían otras contiendas ganadas.
Desde entonces, esta organización sin fines de lucro ha logrado frenar cuatro demoliciones —al menos parcialmente— en la capital del país.
“Hicimos el año pasado una denuncia pública por una casa de finales del siglo XIX en Canelones y Carnelli, la cual dábamos por perdida, porque pensábamos que la Intendencia no iba a interceder, como ocurrió con la sede del Club Naval. Pero luego que salió en todos los medios de prensa, actuaron y lograron frenarla. Si hubiese quedado solamente en el ámbito de las redes sociales, no habría pasado nada”, dice Erich Schaffner, vocero de Basta de demoler Montevideo.
“En este caso se resolvió conservar el frente y la primera crujía del edificio (los espacios delanteros, entre la fachada y el siguiente muro). Y se permitió la construcción de un edificio retirado, aunque como compensación se otorgó mayor altura respecto a lo permitido en la zona. Los arquitectos salieron a poner el grito en el cielo, porque se superponían dos arquitecturas que no tenían nada que ver y de escalas completamente opuestas”, agregó a Revista Domingo.
Otras tres propiedades linderas, ubicadas en Maldonado y Yaro, también pudieron ser salvadas de la demolición. “Se había presentado un proyecto de sustitución completa y la Intendencia promovió el mismo sistema: el de conservar la primera crujía de las construcciones y levantar un edificio retirado”, indicó Schaffner.
El próximo 11 de marzo, Basta de demoler Montevideo presentará una nueva asociación civil que se llamará Patrimonio Activo, ampliando su número de adherentes y pasando a tener alcance nacional. “Estamos elaborando un plan de recuperación histórica, una batería de propuestas que vamos a presentar tanto a la Intendencia como al gobierno nacional para trabajar de forma más proactiva, porque la sensación que nos queda, después de todos estos años, es la de que desde los reclamos y la queja no se logra mucho. Por eso trabajaremos proponiendo soluciones más que planteando problemas”, anticipa el activista.
Una luz de alerta.
Si puede hablarse de puntos de inflexión en la batalla por la preservación del patrimonio arquitectónico, uno de ellos fue la demolición del local de Assimakos de Avenida Italia y Mataojo, la cual se realizó incluso sin que existiera un permiso que la habilitara.
Durante muchos años, el edificio albergó la fábrica de alfombras “La Indígena”, del empresario Manuel Assimakos, y era reconocido por tener una de las fachadas más distintivas de Avenida Italia.
Tras una manifestación de vecinos indignados, en junio de 2014, la Intendencia de Montevideo resolvió suspender por 90 días a la empresa que demolió la propiedad y aplicar una multa de 350 Unidades Reajustables (la más grande que le permite su Digesto, equivalente a $ 255.500 de la época) a la propietaria del terreno. A esa altura, la construcción casi había desaparecido sin que se hubiera gestionado el correspondiente permiso de demolición.
En su defensa, la comuna arguyó que el inmueble no estaba considerado “en ninguno de los niveles de protección del patrimonio cultural vigente”. Además, aseguró, “en ningún momento se solicitó o propició la consideración del bien para su protección patrimonial por parte de instituciones, la Facultad de Arquitectura o ciudadanos”, siendo este “un derecho que existe y que no ha sido ejercido”. Pero aquellas palabras se las llevó el viento: la fachada bellamente ornamentada en el estilo del edificio del Indio de Villa Biarritz (obra del mismo arquitecto Jorge Caprario), había desaparecido para siempre.
El cuarto poder.
La prensa ha tenido un rol preponderante en la amplificación de las preocupaciones de los vecinos que se resisten a perder los iconos de su barrio. Uno de los casos más notorios en Montevideo es el de la vieja heladería y confitería Cante Grill, que funcionó durante siete décadas en 21 de setiembre y Williman, cuya fachada de ladrillo a la vista, obra de Humberto Pittamiglio, tuvo que ser integrada al moderno edificio que se construyó en ese lugar.
En Punta del Este, también a partir de distintas notas de prensa, se logró preservar la icónica casa Poseidón de la Laguna del Diario (proyectada por el arquitecto uruguayo Samuel Flores Flores en 1978), que hoy forma parte de un moderno complejo en construcción.
Por su importancia, los proyectos de Flores Flores fueron presentados en la Bienal de Arquitectura de Venecia, curada por Rem Koolhaas en 2014, y se incluyeron en la exposición Latin America in Construction: Architecture 1955-1980 que realizó el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 2015, una muestra en la que Uruguay tuvo una participación destacable en el concierto de la arquitectura de América Latina. Pero además del currículum del arquitecto y la relevancia de su obra, nadie podía negar que la casa Poseidón era una de las postales emblemáticas de Punta del Este.
Si bien la normativa autorizaba la construcción de edificios en altura en la laguna, y hace años que la vivienda estaba amenazada a la espera de una buena coyuntura, la demolición de Poseidón logró ser frenada por la intervención de los medios de comunicación, vecinos y actores fundamentales como la Facultad de Arquitectura.
Medidas cautelares
En noviembre de 2019 la Junta Departamental de Montevideo aprobó dos decretos que otorgan protección cautelar a construcciones anteriores a 1960 en el Centro, Cordón, Palermo y sectores del Parque Rodó y Tres Cruces. La disposición obliga a obtener un permiso especial de la Intendencia para derribar este tipo de propiedades.