"Viste cuando sentís que es ahí?” pregunta Denise Mota con una sonrisa. Así trata de explicar su elección por el periodismo a los 18 años. Fue algo, cuenta, de feeling, de vocación, pero también de una cierta ingenuidad. “Me fui al periodismo con esa cosa de ‘quiero cambiar el mundo’ y ‘dar voz a los que no tienen’, estas ilusiones de cuando una es chica. Así empecé, pero rápidamente me encontré con la realidad”, detalla a Domingo.
Estudió en una tradicional universidad de San Pablo y cuando aún cursaba la carrera aprendió de agilidad y precisión trabajando como radioescucha, una función que con la llegada de internet se hizo obsoleta. “Pasaba horas con auriculares escuchando la radio y hacía pequeños párrafos de breaking news para un canal de televisión. Ahí entré como pasante para pagar la universidad”, recuerda.
En este mismo canal pasó a productora de un programa político. “Fue buenísimo porque también aprendí del trato con grandes figuras de la política, además todo lo que escuchás en el detrás de cámara, rápidamente hace con que salgas de la ingenuidad”, rememora.
Pero fue cuando ingresó a Folha de São Paulo, el diario de mayor circulación de Brasil, que el camino se dibujó con fuerza. “Aprendí de todo, el rigor periodístico, la seriedad. No podías equivocarte y cuando te equivocabas te hacían notar, sentías el peso de la responsabilidad”, dice. Ahí fue redactora, jefa de reportaje, pasó por diversas secciones y ascendió a editora de cierre.
El destino le preparaba sorpresas y a finales de los años 90, durante un viaje de trabajo por el Estrecho de Magallanes, conoció al periodista uruguayo Mauricio Erramuspe, hoy su esposo y con quien formó una familia. “Es una historia graciosa. Lo vi y me enamoré. Fue amor a primera vista mismo. Después empezamos a charlar y se confirmó que el instinto no falla. Bueno, a veces sí, pero en ese caso no”, dice y se ríe.
Tras seis años de noviazgo a la distancia, armó la valija con destino a Montevideo y a una nueva vida. “Iba a cumplir 30 años, esa etapa donde una quiere empezar a redondear cosas”, cuenta quien también había estudiado un posgrado en Integración Económica Regional en América Latina y deseaba ejercer el periodismo en el área. “Quería conocer América Latina de verdad, fuera de Brasil, porque somos muy endocéntricos, nos miramos demasiado a nosotros mismos”, considera.
Acá trabajó diez años como freelance, escribiendo para Folha de São Paulo, BBC y otros medios, porque quería acompañar el crecimiento de sus hijos, Lua y Pedro, hoy con 16 y 14 años. “Quería verlos caminar, que se cayeran los primeros dientes, y lo vi todo. Fue una locura en algunos momentos, pero los vi crecer y eso me da paz. No renuncié a mi trabajo, solo prioricé otras cosas, y después volví”, cuenta.
Desde 2009 tiene una columna en No Toquen Nada (Del Sol), donde una vez al mes acerca al oyente lo que sucede en Brasil. También ejerce el periodismo internacional en varios medios, y hace tres años es editora en el departamento de verificación digital de la Agence France-Presse (AFP).
“En edición ya tenía experiencia, pero fue novedoso lo de monitorear las redes sociales, porque en las guerras, por ejemplo, hay toda una nube de desinformación en internet”, detalla. “Además, es alucinante, porque AFP es una multinacional que está en 150 países y publica en 26 idiomas. Toda esa red para una persona con formación en periodismo internacional es Disneylandia”, comenta riéndose. “Me acuerdo que el primer día que empecé ahí mi hija decía ‘mamá parecés una niña chica’, porque yo entraba en los servicios de la agencia, veía las noticias cayendo y estaba fascinada. No me curé del periodismo”, dice con buen humor.
Orígenes
Denise es el ejemplo fiel de un Brasil que tiene la mezcla en su origen y formación. Nació y creció en el seno de una familia acomodada en San Pablo, pero es hija de nordestinos, su padre es bahiano, su madre sergipana. Además tiene familia en Río de Janeiro, en Goiás y en Espirito Santo. Quizás fue por eso que la adaptación a Uruguay no le resultó difícil. Acá encontró tranquilidad y su “bahianidad” agradeció el ritmo más lento de una Montevideo sin el bullicio de una metrópoli como San Pablo.
Durante toda su vida casi siempre fue la excepción: única afro en la escuela de inglés, en las clases de piano y en la facultad de periodismo. “Si hoy es difícil ver un afro en las redacciones de diarios, imaginate a finales de los 90. Entonces siempre tuve esa cosa de ser el puente”, dice. Al llegar a Uruguay, no fue distinto: única periodista negra y extranjera ejerciendo en los medios.
Fue así que esa otredad, ese ser distinto, y todas las cuestiones que emergen de un proceso migratorio, solo afirmaron algo que la acompañó durante toda la vida.
“Empecé a mirar filosóficamente y entender que este siempre fue mi lugar, incluso cuando estaba en Brasil. Allá yo era la paulistana hija de nordestinos, la negra en un ambiente de blancos, porque viví en un entorno que no es el típico de las poblaciones afros, lamentablemente”, cuenta.
“La madre de mi padre lavó ropa para criar a sus 11 hijos. Entonces, si bien vengo de una familia acomodada, tengo la pobreza muy cercana y sé lo que es, he visto, y eso es muy negro: por más que hayas ascendido un poquito, la pobreza está a una generación".
Por otro lado, migrar mueve cimientos internos, y en un determinado momento se vuelve carne aquello de “no ser de aquí, ni de allá”. Y Denise lo sintió.
“Después que salís de tu país, habitás no-lugares, porque por más adaptada que esté acá, y que tenga la realidad del país naturalizada, nunca voy a ser uruguaya: por mi acento, por mi historial, mis referencias de música, de humor. Además, cuando vuelvo a Brasil pasa lo mismo, porque no estoy tan enterada de la última novedad, porque ya hablo con el acento de acá, y estoy de paso. Entonces estás siempre con un pie en cada canoa y tenés que acostumbrarte”.
Después que salís de tu país, habitás no-lugares
Un nuevo mundo
Hace ya unos años supo que Pedro, su hijo menor, tenía una condición rara. Se trata de una alteración del gen KCNA2 y en Uruguay hay solamente dos casos diagnosticados (en el mundo son aproximadamente 140). En aquel momento, descubrió otro universo.
"Es como si te sacaran un velo y ves todo ese nuevo mundo. Ahí es muy importante agarrarse con los padres y madres, hacer red, impulsar proyectos juntos, ayudarnos y bancarnos la cabeza, porque hay momentos de los lindos, pero hay muchos de los otros también", cuenta.
La búsqueda del diagnóstico no fue fácil. La falta de uno es, a propósito, la principal dificultad en estos casos. Por lo general los padres y familiares embarcan en una jornada angustiante para nombrar y entender algo desconocido.
Viajaron a Brasil y buscaron respuestas en los mejores especialistas y clínicas. Después de un largo camino fue acá en Uruguay donde encontraron una dirección. “Lo descubrimos gracias al brillante neuropediatra de Pedro, un hombre que además de su trabajo clínico, es investigador. En un congreso en España él vio un caso y dijo ‘es lo que tiene Pedro’. O sea, estaba eso del médico que no ve el paciente como un número, y soy grata a Uruguay, porque estas cosas hablan de un país donde todavía los vínculos son más humanos. Hay problemas en el sistema de salud sí, pero también están estas maravillas", relata.
Vocación
Con el periodismo ha vivido momentos que atesora. Además del viaje a trabajo donde conoció a su marido, menciona la visita de Angela Davis a Uruguay. “Para mi fue increíble estar al lado de una mujer contemporánea a Malcolm X y Martin Luther King, una leyenda viva. Fue de estos momentos que dije ‘gracias periodismo’", recuerda.
En esta lista de lindos episodios propiciados por la profesión también está el haber tenido una charla amena con Gilberto Gil, la vez que él y Caetano Veloso se presentaron juntos en Montevideo. “Me quedé muy impactada, lo miraba y veía a un orixá. Ahí también agradecí al periodismo”, cuenta.
— Viviste muchos momentos de transición del periodismo. ¿Cómo lo ves hoy?
— Nuestro trabajo está pasando por transformaciones hace rato sí. Y sinceramente no sé qué más tiene que pasar para que el periodista sobreviva en el periodismo. Hacemos fotos, videos, texto, traducimos, producimos, adaptamos, hacemos reels...tenemos que hacer todo y aún así a veces necesitás dos trabajos. Claramente si tenés que hacer todo eso, la calidad de lo que hacés va a quedar perjudicada. Estamos muy precarizados. Vamos rumbo a un modelo que aún no sé cual es, pero es exigente, agotador y no siempre es gratificante. Ni que hablar que las mujeres somos más blanco de violencia. En ese escenario, es cada vez más difícil que voces disonantes aparezcan, y una de mis luchas es que en el periodismo profesional podamos vernos más reflejadas y que se pueda sostener la vida con ese trabajo. La belleza de nuestra profesión, que para mí sigue siendo muy bella, es poder acercar, hacer puentes.
—¿Cuáles fueron los desafíos que encontraste para ejercer la profesión en otro país?
—Al ser mujer y extranjera te miran con una doble o triple lupa. Cuando escribís sobre un hecho local a veces van a decir que lo contaste mal, que no entendés. Así estés sumamente cubierta y con todo más que chequeado. Tienen la excusa perfecta, me ha pasado. ¿Mujer y extranjera? ¡Bingo! ¿Mujer, extranjera y afro? ¡Bingo!. Muchas veces no existís, pero para una minoría, por suerte.
Al ser mujer y extranjera te miran con una doble o triple lupa
Crear conexiones para mover estructuras
Para cambiar la realidad que la hizo una excepción a la regla por tanto tiempo, Denise también trabaja a través de su costado militante. Frecuenta la Casa de la Cultura Afrouruguaya y ha establecido lazos y proyectos con referentes locales. “La gente piensa que la pauta racial es importada de Estados Unidos, y no es eso, es un tema de representatividad. Una sociedad diversa como es la sociedad uruguaya tiene que verse de forma diversa”, afirma. Y añade: "Es un tema sensible. Cuando hablo de eso ya sé que van a decir que estoy currando con el racismo, y es todo lo opuesto. Cuanto más hablás de esto, menos te tienen en cuenta para un montón de cosas, te resta, no suma", enfatiza.
"Además es una cosa que pasa mucho con los afro: todos se sienten en la posición de criticar. Cuando querés hablar de las pautas de la comunidad afro, vos sos el racista, o estás importando pauta de otros países. ¿Porque los afro no pueden reivindicar su cultura, sus orígenes y sus problemas? ¡Y hay problemas! Estadísticamente la población más pobre en Uruguay es afro, es número, es dato, y eso te dicen varios organismos, pero no podés hablar, porque si lo hacés sos un resentido", afirma quien también fue editora durante más de cinco años del blog Preta, preto, pretinhos de Folha de São Paulo.
"Yo tengo la obligación de hablar de eso, si no lo hago siendo una mujer afro y viniendo de una familia que sabe lo que es pobreza, soy una canalla", reitera con firmeza.
Es también como parte de este trabajo que el 27 y 28 de julio, junto a Delfina Martínez y Oriana Madruga, será la conductora del Festival afro Lágrima Ríos, en el Antel Arena. En esta oportunidad presentará a referentes como Eduardo Da Luz, Chabela Ramírez y Rubén Rada, y representantes de la nueva generación de artistas afro como Facundo Balta, Sofia Alvez y el rapero brasilero Emicida.
En el festival se desarrollarán propuestas que incluyen música, plástica, feria artesanal y conferencias temáticas a cargo de especialistas. Es gratuito, y lleva el nombre de Lágrima Ríos en reconocimiento a su legado como mujer afrodescendiente, artista y activista de la cultura nacional.
Para Denise la belleza del periodismo está en crear puentes y hoy, tras casi 20 años de haberse mudado a Uruguay y acá ejercer la profesión, está feliz con el camino que ha recorrido y siente que la decisión no pudo haber sido mas acertada.
“Amo a los uruguayos y amo a Uruguay. Estoy agradecida a este país en todos los aspectos. He tenido muchas oportunidades y soy muy feliz acá. Llegué a los 30, con una carrera hecha y podría nunca haber encontrado trabajo, como pasa mucho, pero sería infeliz si no pudiera seguir ejerciendo y Uruguay me lo permitió”, finaliza.
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