Por Mariel Varela
Mientras los niños de 10 años miraban dibujitos animados, jugaban a la pelota o se disfrazaban de superhéroes, Felipe Berhau prefería dedicar su tiempo a dibujar celulares imaginándose cómo sería el diseño, la estética y las funciones del siguiente modelo. O escribir cartas en sus momentos de ocio para enviar a las oficinas de Motorola en Estados Unidos expresándoles su deseo de trabajar para ellos cuando fuera grande.
El día que con 12 años encontró la respuesta a una de esas tantas esquelas en el buzón de su casa quedó perplejo. Palabras más, palabras menos, el mensaje que le llegó por correo decía: “Muchas gracias por el entusiasmo”. Hoy, 15 años después, guarda ese papel como un tesoro, aunque ya no ansía ese trabajo: cree que puede aportar más como fanático.
Fue gracias a Motorola que se metió en el universo de los teléfonos como por un tubo. Una cosa llevó a la otra: se fanatizó con los celulares en pleno auge del V3, se compró uno, después otro modelo, empezó a acumular aparatos -hoy tiene 180 y va por más-, consiguió piezas y armó teléfonos desde cero sin tener idea de tecnología; se convirtió en un sabelotodo de la historia de la telefonía, pasó a ser uno de los máximos coleccionistas de celulares en Uruguay, y número uno de Motorola en el mundo, y hasta montó un museo de celulares en su casa, ubicada en el barrio de Punta Gorda. Terminó conformando una comunidad digital con personas de diversos países, creó un blog y el contenido que publicó en dos años alcanzó a más de tres millones de usuarios en el mundo. Así captó el interés de la marca, que en 2014 lo contactó con el objetivo de realizar una acción de marketing que jamás vio la luz, aunque para él significó la gloria.
En 2022, la filial en Argentina lo invitó para que los asesorara en el montaje de un museo y ahí tocó el cielo con las manos.
“Querían poner un museo como el mío, me pidieron que los ayudara, les hice la línea del tiempo con los teléfonos y les armé la disposición del lugar”, cuenta fascinado Felipe a Revista Domingo.
¿Cuánto cobró por ese trabajo? Digamos que lo hizo por amor al arte, aunque sacó su provecho: gracias a esa experiencia se hizo de un teléfono que persiguió durante años. Se trata de un prototipo que iba a ser el sucesor del modelo V3 en 2008 pero nunca salió al mercado.
“Lo busqué por 15 años hasta que cuando estuve ayudando a los de Motorola Argentina con el museo, me mostraron todo lo que tenían para poner y dije ‘eso me lo van a dar como pago’”, comenta entre risas.
Siempre que alguien quiere saber qué le atrajo tanto de estos objetos como para haber armado un santuario en su dormitorio, él lo resume en cuatro palabras: “Hay locos para todo”.
Mañana se cumplen 50 años de la primera llamada con un teléfono móvil, que se hizo justamente con un Motorola DynaTac 8000X. Fue desde Nueva York, a las 11:35 AM -por eso el material publicitario de la marca desde entonces muestra esa hora en todas sus cajas- y la realizó el ingeniero Martin Cooper, a quien Felipe se dio el lujo de entrevistar en la época en que era administrador del blog.
Ese señor, hoy de 90 y pico de años, contestó las inquietudes de este fanático perseverante vía correo electrónico. “Me contó de cuando hizo la demostración en vivo, que se moría de miedo de que no saliera bien; cómo le ganaron a la competencia y que no tenían idea de que los teléfonos iban a ser como televisores y tener Internet o cámaras. Lo que sí sabían era que el teléfono de las casas, de cable, no iba a durar mucho tiempo más”, relata.
Fanatismo
El año pasado mandó a hacer un mueble exclusivamente para ubicar y apilar de forma prolija los 180 teléfonos que integran su colección hasta ahora: hay aparatos que datan de 1989 a 2022. Los cuida como reliquias. Limpia el excesivo polvo que juntan y busca técnicas para evitar que el plástico se descomponga.
El primero de esos 180 celulares fue un V360 de color gris que le regalaron sus padres cuando tenía 11 años, después de mucho insistir. A los dos meses, ya estaba con la cabeza puesta en conseguir un modelo más nuevo. Por esas casualidades de la vida, su padre no tuvo mejor idea que tirarlo a una piscina y resultó que Felipe tenía el celular en el bolsillo. Fue tal el escándalo que le armó que al papá no le quedó otra alternativa que comprarle uno nuevo.
Así llegó a sus manos el segundo teléfono y arrancó esta peculiar obsesión que, más tarde, se convirtió en colección y museo en su casa.
Si bien nunca se puso a hacer números y cuentas, le consta que lleva invertidos miles de dólares en este hobby -entre US$ 10.000 y US$ 20.000-. También desembolsó otra importante suma en un viaje a Chicago que pagó de su bolsillo cuando la marca le ofreció la posibilidad de conocer las oficinas de la casa central.
Entre sus metas más inmediatas figura adquirir el famoso DynaTac, ese se utilizó para hacer la primera llamada móvil cinco década atrás. El valor de este artefacto no baja de US$ 8.000 en distintas subastas, por ser una pieza única e histórica, pero Felipe no pierde las esperanzas.
No es solo dinero, asegura, también hay mucho tiempo y lágrimas detrás. Es que tiene la camiseta tan puesta que cuando Motorola atravesó malos momentos comerciales, lo conversó con otros fanáticos: “Hay un trasfondo detrás, no es solo que compro los teléfonos, sino que también me había obsesionado con leer las noticias, lo que pasaba en el mercado o la interna”, enumera.
Anécdotas
Cuando era niño sus padres no lo dejaban comprar teléfonos, así que aprovechaba las caminatas por 18 de Julio junto a su abuelo para comprar celulares a escondidas con sus ahorros.
Sus compañeros de trabajo y amigos lo conocen por esta pasión y ya no le llama la atención a ninguno si él pide colaboración para su colección o si quiere cambiar un smarthphone caro por un teléfono del 2000.
Historias curiosas y alocadas vinculadas a esta obsesión por los teléfonos tiene muchísimas, pero hay un par que sobresalen por lo disparatadas.
“Cuando Lenovo compró Motorola, en un momento tomaron la decisión de cambiarle el nombre y que se llamara Lenovo Moto, y empecé a hacer una campaña con los fanáticos, incluso contacté a los empleados de Motorola que tenía a mi alcance para que no tomaran esa decisión y finalmente la revirtieron. No digo que fue únicamente porque insistí pero creo que aporté mi granito de arena para concientizar que la gente no estaba contenta con la decisión”, cuenta.
Pero eso no es nada. Una vez, cuando era chico, fue víctima de un hurto en la calle y ni siquiera el temor a que le hicieran daño evitó que se aferrara a su celular y no quisiera soltarlo por nada en el mundo. “Vinieron a robarme con un cuchillo en la mano. 'Dame tu teléfono, dame tu teléfono', me decían. ‘No, te doy mis championes’. Era invierno y me quedé descalzo en mitad de la calle, pero me quedé con mi teléfono”, cierra.
50 años de la primera llamada con un teléfono móvil
El 3 de abril de 1973 fue un día histórico: tuvo lugar la primera llamada por teléfono móvil. Martin Cooper, ingeniero encargado de desarrollar el artefacto que se utilizó -Motorola DynaTac 8000X- la hizo mientras recorría la sexta avenida de Nueva York, y no se le ocurrió mejor idea que telefonear a su colega Joel Engel, representante de la competencia, AT&T.
“Marqué su teléfono y fue un milagro que me contestara él mismo, así que lo saludé y le dije: ‘Soy Marty Cooper y te estoy llamando desde un teléfono celular: un teléfono de mano, portátil y personal’”, contó en diálogo con BBC tiempo atrás, feliz de haber ganado semejante ‘batalla’. En esa misma entrevista reveló que el teléfono que hoy solemos denominar ‘ladrillo’ medía 25 x 5 x 10 centímetros, pesaba más de un kilo y solo permitía hablar durante 20 minutos, luego se le terminaba la batería, algo impensado por estos días. “La gente se ríe de él, pero era lo mejor que se podía hacer en esa época”, comentó el ingeniero