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Conocido por la teoría de las inteligencias múltiples, que presentó en 1983, hoy Howard Gardner está enfocado en cómo ponerlas al servicio del aprendizaje.
La agenda de viajes de Howard Gardner —doctor en Psicología de la Universidad de Harvard, conocido internacionalmente por su teoría de las inteligencias múltiples y autor de más de 30 libros— estuvo congelada por seis años: una investigación relacionada con la educación superior había restringido su posibilidad de dictar conferencias, sin importar cuánto se lo pidieran. Pero ahora, con los datos ya recopilados y el proceso de conclusiones en curso, abrió un espacio para viajar y dar conferencias sobre cómo cambiar las mentes en función de un mejor aprendizaje. Un tema vinculado con la investigación que lo ha tenido ocupado en estos últimos años, pero ha sido objeto de su interés desde hace varias décadas.
Gardner sigue abocado al cambio mental, tema que es el eje de su libro Mentes Flexibles: El arte y la ciencia de saber cambiar nuestra opinión y la de los demás. Tener una mente capaz de ajustar sus paradigmas y adaptarse a escenarios diferentes se vuelve cada vez más necesario en un mundo tan cambiante y rápido como el de hoy, asegura, pero no por ello se da con facilidad. Al revés: pareciera ser algo crecientemente difícil. "El cambio mental es una meta complicada, porque los seres humanos tendemos a subestimar nuestra resistencia al cambio", opina.
Según el psicólogo, los seres humanos creemos que somos más flexibles y adaptables de lo que en realidad somos. Pero nuestras teorías, construidas desde la niñez en torno a la mente, la vida, el mundo físico o las otras personas, se levantan como un bastión difícil de derribar, por muy erróneas que puedan ser.
Parte de la responsabilidad de esto está, según Gardner, en la disonancia cognitiva, que se produce cuando habitan en la mente ideas contradictorias o incompatibles, o cuando nuestras creencias no están en armonía con lo que hacemos. "Esta disonancia llena la mente con evidencia contradictoria que no hace más que fortalecer los prejuicios y creencias previas", acota.
Las redes sociales, agrega, son el caldo de cultivo perfecto para que estos prejuicios no solo se mantengan, sino que además crezcan, se fortalezcan y multipliquen. Esto, a su juicio, es una "tendencia alarmante". "Las redes y el auge de las noticias falsas hacen que sea más complejo averiguar qué es lo que está pasando realmente y qué es efectivamente confiable, lo que abre la puerta a creencias que no son ciertas", explica.
Gardner cree que el único antídoto contra esto es contar con una educación de excelencia, que entregue herramientas que permitan a las personas tener más filtros y más recursos para entender el mundo sin una mirada sesgada o prejuiciosa.
Por eso, en el último tiempo ha centrado su área de investigación en el aprendizaje, siempre usando como base su famosa teoría de las inteligencias múltiples, difundida por primera vez en el libro Estructuras de la Mente, de 1983. Según esta teoría, los individuos expresan su inteligencia en ocho maneras distintas —como la música o lo emocional— y no solo, como se trabajaba hasta entonces, a través del C.I. o Coeficiente Intelectual, que se basa únicamente en la lógica y el pensamiento matemático-lingüístico.
"Como psicólogo por más de 50 años, por supuesto que me interesa cómo funciona la mente y cómo esta se puede cambiar. Apenas empecé a hacer clases en una escuela de educación, hace ya casi 40 años, me empecé a interesar particularmente en el aprendizaje temprano, ese que se da durante la primera década de la vida. Pero hoy es claro que, en el futuro, el aprendizaje necesitará estar presente a lo largo del ciclo de la vida, por lo que en el último tiempo me he enfocado más en el aprendizaje adulto. Yo mismo tengo 75 años, ¡y espero seguir aprendiendo!", dice.
—¿Qué ha cambiado en el entendimiento del aprendizaje desde que su teoría de las inteligencias múltiples se hizo conocida a nivel mundial?
—Aunque muchos psicólogos no han sido muy entusiastas sobre esta teoría, este trabajo, y otros similares (como el de Daniel Goleman en torno a la inteligencia emocional) han entrado en el léxico popular y en el conocimiento popular. La pluralidad de inteligencias es hoy reconocida por educadores, expertos y personas a cargo de la selección y promoción de personal. Desde mi experiencia, puedo testificar que una mirada plural de la inteligencia es estimulante para muchos individuos, especialmente para aquellos que no rinden bien en cierto tipo de pruebas.
—¿Cómo pueden los sistemas educacionales estandarizados adaptarse a las inteligencias múltiples de los alumnos?
—Incluso cuando se necesitan pruebas y evaluaciones estandarizadas, no hay razón por la que se deba enseñar de una sola manera. Los profesores debieran individualizar tanto como les sea posible, enseñando en función de las fortalezas y tendencias de cada estudiante, y a la vez pluralizar, lo que significa enseñar conceptos y habilidades de múltiples maneras. Todo esto es más fácil, por supuesto, cuando las políticas educativas del país son flexibles, los profesores están bien entrenados y motivados.
En esta línea, Gardner rescata también la importancia de lo que llama "aprendizaje disciplinario", concepto que implica aprender a mirar, en cada disciplina, su sentido más trascendente y aplicable a otras áreas de la vida. Quien aprende historia, según Gardner, aprende también que cada historiador tiene para los mismos hechos explicaciones diferentes, y que esa mirada plural es importante para dimensionar los alcances de los hechos actuales. Así, quien realmente comprende, puede aplicar los conocimientos adquiridos de manera apropiada en nuevas situaciones.
—Muchos piensan que ahora que la información está fácilmente disponible, ya no se necesita aprender datos, sino flexibilidad y herramientas emocionales. ¿Está de acuerdo?
—Buena pregunta. Está claro que hoy la información, entendida como hechos o datos, está al alcance de los dedos: no tenemos que buscar por horas o incluso días. Pero, ¿qué datos debiéramos buscar y por qué? ¿Y cómo reunimos esa información de manera que sea razonable y que ilumine al mundo, en vez de ofuscarlo? Por otro lado, la flexibilidad, que es la apertura al cambio y al cambio mental, es más importante hoy que hace cien años, pero siempre ha sido valiosa y siempre ha caracterizado a las sociedades más exitosas y productivas, ya en sea en la Antigüedad o en el siglo pasado.
En la era de las apps las aptitudes sociales importan
Katie Davis es coautora de Gardner en su último libro La Generación App: Cómo la juventud de hoy navega con la identidad, la intimidad y la imaginación en el mundo digital, publicado en 2013, donde analiza el impacto de las nuevas tecnologías en las generaciones futuras.
—¿Podrían las nuevas tecnologías llegar a desarrollar un tipo de inteligencia que se sume a las ocho descritas por usted en su teoría de inteligencias múltiples?
—Pienso que no. La tecnología saca provecho de las inteligencias lógicas, cinéticas y lingüísticas. Las redes sociales, por otro lado, invocan la inteligencia interpersonal. Si estas inteligencias no pudieran explicar algunas conductas y competencias, entonces consideraría la posibilidad de que existieran nuevos tipos de inteligencias. Pero la evolución trabaja muy lentamente.
—¿Cuál es su visión sobre la inteligencia artificial?
—Me agrada cuando nos ayuda a llevar a cabo ciertas tareas de manera más eficiente y equitativa. Espero que tengamos una buena comunicación y colaboración entre esta inteligencia y los humanos. Pero sería una pesadilla que nos llegara a reemplazar completamente (...) En una era en la que tantas tareas pueden ser llevadas a cabo por computadores y por la inteligencia artificial, las habilidades sociales y emocionales, las capacidades que son distintivamente humanas (como la empatía, el compañerismo y la capacidad de hacer juicios sobre otros) son cada vez más importantes.