El arte de colorear universos: es salvadoreño y desde Montevideo trabaja para plataformas como Netflix

Rubén Herrera es un enamorado del audiovisual y desde hace siete años se especializa en colorimetría. Ha trabajado en producciones para varios países e incluso en un cortometraje que calificó al Oscar 2024. Acá, su historia.

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Rubén Herrera
El músico y colorista Rubén Herrera.
Foto: Ignacio Sanchez

Si mira hacia atrás, Rubén Herrera (33) se da cuenta que su amor por lo audiovisual existe desde que era un niño. Recuerda ser un fanático del detrás de cámara, al punto de que al mirar una película o el dvd de un concierto, empezaba por los créditos y luego los extras, es decir, por el final. Le gustaba entender la estructura de lo que iba a ver, quién había hecho cada cosa y como había sido filmada la producción.

“De grande me di cuenta de que toda esa información que fui acumulando durante años de forma instintiva y por curiosidad, estaba disponible en mi subconsciente y me ayudó a entender el mundo que yo me enfrentaba con una producción grande. Cuando trabajé en una película, sabía cuáles eran los procesos porque lo había visto muchas veces”, cuenta a Domingo el músico y colorista salvadoreño, radicado hace cuatro años en Uruguay.

En San Salvador llegó a estudiar Ciencias de la Computación, pero luego se dio cuenta de que lo suyo iba por otro lado. Y, si tiene que precisar el momento en que su camino profesional se dibujó con fuerza, recuerda un acontecimiento en específico. Fanático de Metallica, en 2010 fue a su primer concierto de la banda —hoy ya vio a los estadounidenses 29 veces en distintos países— y luego pensó que le gustaría revivir aquellos momentos y lo bueno que sería haberlo filmado. Entonces, sabiendo que esta banda comercializa la parte sonora de sus shows, tuvo una idea. “Empecé a recopilar en internet todos los videos que encontraba de esa fecha y sincronicé el sonido con cientos de tomas y armé un DVD de ese concierto. Eso me despertó, dejé de estudiar programación y me dediqué al audiovisual”, recuerda.

Empezó grabando conciertos de sus bandas favoritas y luego creó un emprendimiento junto a un amigo con el que hacía comerciales para TV. Todo fue a prueba y error, pero estos años de ser el ojo detrás de la cámara le brindaron el conocimiento necesario para entender cada etapa de una producción, resolviendo lo que era necesario aunque las condiciones no fueran óptimas.

“Es algo que le agradezco a mi origen, porque mi país me preparó para resolver con poco. Cuando te involucras en el mercado global y te pones al lado de otras personas del rubro te das cuenta que empezaron la carrera 50 metros adelante, con un montón de recursos que vos no contaste, pero eso de alguna manera me hizo creativo. Estos inicios me enseñaron a trabajar duro, no dar las cosas por sentado y aprovechar las oportunidades cuando se presentan”, cuenta quien también fue productor de Teletón en El Salvador.

Antes de mudarse a Uruguay, algo que emprendió en tiempos pandémicos buscando un ritmo de vida más tranquilo, Herrera viajó por varios países, vivió en Estados Unidos y en Holanda. En 2017 ya había decidido profesionalizarse en colorimetría, un área no tan conocida de las grandes producciones audiovisuales, pero fundamental para el producto final.

Para identificar lo que hace un colorista basta que el lector piense por qué cuando una historia se pasa en México, las imágenes se ven cálidas, casi amarillas. O por qué cuando una escena se pasa en Finlandia el tono es azulado y la imagen fría. O, aún, en lo que genera ver películas como Matrix o series como Stranger Things, que reconocemos automáticamente por su estilo. Este “transportar” al público a un determinado lugar a través de los colores es, en pocas palabras, el trabajo que hace Herrera.

Rubén Herrera
Rubén Herrera en su estudio, en Montevideo.
Foto: Ingnacio Sanchez

“Se trata de que todo se vea homogéneo, integrado, y que tenga su propia personalidad. El buen trabajo de un colorista es el que no se nota. Si es demasiado notorio, distrae, y eso no aporta a la historia”, dice.

Hoy, desde su estudio Causa Color en Montevideo, trabaja en comerciales para empresas como Volkswagen, Pizza Hut, DHL, clubes como Manchester United, y en producciones de plataformas como Netflix, Prime Video y Max. Un estudio que físicamente posee detalles que pocos se imaginarían, pero que son imprescindibles para alguien que puede pasar hasta 12 horas frente a las pantallas.

Lo particular empieza por las paredes, pintadas con un gris especial que absorbe los reflejos de la luz para que no se genere contaminación visual en el espacio. “Fue un reto encontrar una pintura especializada en eso. Busqué coloristas de Estados Unidos que me pudieran conseguir los códigos específicos para poder reproducirla acá”, cuenta. Además, todas las luces son frías, a una temperatura de 6.500 kelvin, la misma de los monitores con los que trabaja. “Si todas las luces están a esa temperatura no hay una variación. De esa manera tampoco estoy totalmente a oscuras, tengo cierta luz de relleno para evitar la fatiga del ojo”, amplia.

Su cabeza, dice, es un “caos ordenado”, ya que trabaja con fusos horarios muy distintos al de Uruguay. “Por el trabajo vivo en la hora de Estados Unidos, pero también en la de algunos países de Europa. Pero mi familia está en El Salvador, entonces cuando hablo con ellos tengo en mente que están tres horas atrás”.

Por otro lado, trabajar de forma remota, algo que él ya venía haciendo desde hace años y que tras la pandemia se expandió, tiene muchos puntos positivos, pero también particularidades como, por ejemplo, trabajar durante años con personas que nunca llegó a conocer personalmente.

“Me pasó hace poco que lastimosamente falleció un colega productor ecuatoriano. Trabajamos durante siete años juntos y nunca nos conocimos. Fue muy loco porque yo estaba triste por una persona que ni siquiera había visto por videollamada, porque nuestras comunicaciones siempre fueron por mensaje”, cuenta.

Sobre Uruguay, aunque no trabaja para el mercado local —sí ha hecho trabajos puntuales para marcas como Tienda Inglesa y para la Presidencia— siente que acá encontró lo que buscaba. “Uruguay tiene una de las mejores señales de internet en términos de calidad/precio de Latinoamérica, y eso es un dato no menor porque trabajo enviando algunos terabytes a la semana. No todos los países tienen la infraestructura para poder manejarlo”, explica.

Además de eso, acá pudo alcanzar logros no menores para un joven de su generación, como comprar una casa y trabajar de lo que ama. “Ha sido todo un proceso el de abrazar esta ciudad, pero hoy la siento mi casa. Siempre le voy a agradecer a Uruguay, porque me dio las condiciones necesarias para poder establecer el estudio y el estilo de vida que siempre quise”. afirma.

Trabajar con sus ídolos y cumplir sueños

Cuando habla de los trabajos que ha hecho como colorista y que más lo enorgullecen, menciona películas como Dark Prince (disponible en Max); Three Birthdays, recién estrenada y que sigue girando y ganando premios en festivales por el mundo; el documental She Wins (Prime Video), y sketches y entrevistas con estrellas como Serena Williams, Ryan Reynolds, y Aaron Paul y Bryan Cranston (actores de su serie favorita, Breaking Bad). Además, le da un destaque especial a la película Ro & the Stardust, de Netflix (no disponible en Uruguay), que aunque no haya sido nominada, clasificó para ser una de los representantes en la corrida por el Oscar de este año.

“Es todo un movimiento esto de los festivales y premios, porque son una ventana de muestra del trabajo. Es un circuito muy grande y mostrar tu cortometraje abre muchas puertas. Por ejemplo, alguien vio mi trabajo en Nueva York y me escribió invitando a trabajar en otro proyecto en Londres y ese mismo trabajo terminó abriéndome una oportunidad en Holanda”, cuenta sobre un rubro que exige mucha planificación, ya que algunos proyectos duran meses, y funciona por el boca a boca y la recomendación.

Otro punto importante de su profesión es la necesidad de constante actualización en nuevos equipos y programas. “Es un mercado que exige cualidades muy específicas que mezclan lo creativo y lo técnico. Tenés que ser medio geek de las cámaras y eso a mí me divierte. Hay gente que ve memes antes de dormir, yo veo la nueva actualización de la Arri Alexa”, dice riéndose sobre la cámara profesional más usada en la industria cinematográfica de Hollywood.

Desde el año pasado también hace el color de los comerciales de EA Sports FC, empresa especializada en videojuegos y responsable de la saga FIFA. Un videojuego que él conoce desde chico y, por eso, el reto supuso más que un trabajo, le tocó una fibra emocional.

“Trabajar con Erling Haaland y con la gente del Real Madrid, que son mis ídolos del fútbol, fue un viaje. Después de entregar ese trabajo, cuando estaba jugando al FIFA y miré el comercial, pensé ‘ese trabajo lo hice yo’, hasta una foto de la pantalla hice, algo un poco boludo (se ríe), pero claro, pasó una película en mi cabeza en ese momento, porque de alguna manera hice sentir orgulloso al niño Rubén que de chico ya jugaba este juego. Ha sido de los trabajos más satisfactorios”, finaliza quien hoy a través de su trabajo logra cumplir sueños.

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