"¡Paren la obra!”, se escuchó fuerte. La arqueóloga Nicol De León dio una noticia inesperada a Rosana Carrete, directora del Museo Histórico Cabildo de Montevideo. Allí donde se pretendía instalar un ascensor, “a un metro”, como jura Rosana en diálogo con Domingo porque ya se había excavado en 2018 para reparar un caño y no había aparecido ningún vestigo del pasado, ahora Nicol encontraba las primeras señales de la que puede ser una de las fuentes de agua más antiguas de la ciudad. Esto fue como el meme en el que el minero abandona la tarea cuando le faltaba un esfuercito más para encontrar los diamantes. Entre pavimentos, botones metálicos, pipas de caolín, botellas y contenedores, balas y otros objetos que ya serán datados, apareció una estructura circular que acaparó la atención: una fuente de agua circular que bien pudo haber servido en tiempos coloniales.

El lugar preciso es el último patio del edificio que comenzó a construir Tomás Toribio —maestro mayor de las Reales Obras de Fortificación de Montevideo y la fachada de la Iglesia Matriz, entre otros trabajos específicos— en 1804 para darle lugar definitivo al “Cabildo y Reales Cárceles” (nombre completo) y, aunque fue donde perdió la vida al caerse de un andamio años después, terminó siendo una de las principales obras neoclásicas coloniales de la ciudad.

En ese patio se había previsto la instalación de un ascensor, puesto que el Cabildo no cuenta con ese elemento de accesibilidad y el público lo ha estado reclamando desde hace tiempo para conocer las salas del piso superior. Rosana ya había constatado esta necesidad cuando un niño en silla de ruedas no pudo completar la visita y ya se lo había propuesto a varias autoridades del Departamento de Cultura de la Intendencia de Montevideo de los últimas administaciones. Ahora llegaron los fondos, pero el ascensor deberá esperar hasta que se le consiga un nuevo sitio en uno de sus patios para no afectar al nuevo acervo del edificio.

Nicol De León

Nicol De León y su equipo han excavado una superficie importante del segundo patio del Cabildo pero todavía no han alcanzado mucha profundidad. En las primeras tareas ya se toparon con diferentes pavimentos —entre ellos una parte que cree que es original— y muros de cimentación siguiendo una forma circular con elementos bien característicos de la época colonial como son los ladrillos de gran tamaño y con lo que aparenta ser un brocal en el centro. “De la primera época de la Colonia”, lanza la arqueóloga a Domingo.

Y añade: “Las fuentes de agua tienen un significado muy importante para la historia de la ciudad porque la abastecieron por 150 años”.

Un detalle llamativo es que esta fuente no aparece en los planos oficiales que registran aquellas que fueron abiertas por la Corona española, aunque el edificio fue diseñado para cumplir una función pública.

También se hallaron otras piezas que corresponden a cómo se manejaba la salubridad en los primeros años de independencia del país y cómo que se conectaron estos con la red Arteaga, la que fue la primera red de alcantarillado de América Latina, cuya construcción se realizó entre 1856 y 1913. “Hay varios elementos que nos hablan de cómo se evacuaban las aguas servidas”, cuenta.

En las zonas de cateo también se encontraron restos de alimentación —como huesos de vaca, pescado, cerdo y aves—, botellas completas de ginebra y vino y otros utensilios. La arqueóloga encontró una moneda, pero no se puede saber su año de acuñación por el el mal estado de conservación. Sí presume que puede ser plata. No obstante, todos estos objetos serán sometidos a limpiezas profundas para luego inventariarlos y documentarlos. Algunos corresponderán a objetos que fueron dejados durante las sucesivas vidas y reformas que tuvo el edificio a lo largo del siglo XIX y siglo XX.

Nicol De León

Nicol De León

Las perspectivas ya tienen ansiosa a Rosana. Una vez que finalicen las obras —y el ascensor sea instalado en otra parte del edificio de la esquina de la calle Juan Carlos Gómez y Peatonal Sarandí— tiene pensado colocar un vidrio testigo para que los visitantes puedan apreciar la fuente desde arriba e incorporar los objetos a las distintas exposiciones.

“Mi idea es que el año que viene la gente pueda entrar a un especie de zona de excavación en la sala (de planta baja) para que descubran las piezas”, relata a Domingo. Hoy hay una muestra que simula ser una embarcación donde hay réplicas de objetos que se pueden manipular en contraposición a la típica orden de ‘no tocar’ de los museos. Y agrega: “Todos estos hallazgos no hacen solo al edificio, sino a la historia de Montevideo”.