El órgano cambia a medida que pasan los años, pero no lo hace de la misma forma en hombres y mujeres, según investigación. Eso debería influir en tratamientos.
A medida que pasan los años, el corazón va cambiando, pero no de igual manera para hombres y mujeres. Así, por ejemplo, mientras en los varones el músculo cardíaco se hace más grande y grueso con la edad, en ellas suele mantener su tamaño, o incluso achicarse.
El problema está en que con frecuencia, para reducir el riesgo de una falla cardíaca, los cardiólogos prescriben fármacos diseñados para reducir el grosor del músculo cardíaco y optimizar su rendimiento, una medida que no beneficiaría a las mujeres.
Diferencias como esta son más que un dato anatómico: para los expertos, conocer estos detalles da pistas sobre el desarrollo de problemas cardíacos en ambos sexos y formas diferenciadas de diagnosticar y tratar dichas patologías.
"Esto es una demostración de que las enfermedades cardíacas pueden tener diferentes procesos patológicos en hombres y mujeres, lo que hace necesario tratamientos adaptados a esas diferencias", enfatiza el doctor Joao Lima, profesor de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.
En Uruguay las enfermedades cardiovasculares son responsables del 27% de las muertes, según datos divulgados por Presidencia en 2015.
Desigualdad de género.
"Sabíamos que las arterias coronarias son anatómicamente diferentes; que la enfermedad coronaria, que es la que más mata en el mundo, se presenta distinto según el sexo (en la mujer se producen menos placas de colesterol, que pueden obstruir las arterias), y sabemos que los fármacos se comportan distinto, y hay que ajustar algunas dosis", comenta el doctor Alejandro Abufhele, cardiólogo y docente.
El especialista también cita como ejemplo cómo la presentación de un infarto cardíaco varía entre ambos sexos. "En el hombre hay mucho más dolor al pecho; en la mujer hay sensación de ahogo y una molestia más difusa. Es importante recordar estas diferencias para actuar a tiempo".
Esta vez, Lima junto a otros colegas realizó un seguimiento a 2.935 personas, de 54 a 94 años, todos parte de un estudio más amplio que incluye a alrededor de 7.000 individuos y que se lleva a cabo en Estados Unidos para conocer más sobre la salud y enfermedad cardiovascular en ese país.
El objetivo fue analizar, a través de imágenes de resonancia magnética en 3D, cómo envejeció el corazón de cada uno de los participantes, ninguno de los cuales tenía alguna patología cardíaca al comienzo del estudio. Para ello, fueron sometidos a un primer examen en 2002 y luego a otro, una década más tarde.
En ambos sexos notaron una disminución del tamaño del ventrículo izquierdo, una de las principales cavidades del corazón, encargada de impulsar la sangre hacia la mayor parte del cuerpo. Pero la diferencia estaba en su peso: mientras en los hombres aumentó en promedio 8 gramos, en las mujeres disminuyó 1,6 gramos.
Trato diferenciado.
Las causas de esta divergencia no están claras, y requerirán de más estudios, precisamente porque las diferencias en tamaño, volumen y capacidad de bombear del corazón se presentan independiente de factores de riesgo cardíaco —como peso corporal, niveles de colesterol o tabaquismo—, como precisa el doctor John Eng, otro de los investigadores del estudio publicado en la revista Radiology. "Las variaciones de género que observamos sugieren que hombres y mujeres pueden desarrollar una enfermedad cardíaca por diferentes razones", comenta.
Según los expertos, estos hallazgos confirman la necesidad de desarrollar métodos diagnósticos y terapias diferenciadas para cada sexo. "En muchas patologías estamos llegando tarde al diagnóstico en la mujer y, por tanto, a una peor sobrevida", dice Abufhele. "Hace tiempo que venimos hablando bastante sobre la medicina personalizada, y aquí hay un ejemplo en donde hombres y mujeres deben ser tratados diferentes", puntualiza Eng.
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