El Mundial de Rusia fue el disparador perfecto para que Jonathan Balbi ideara una novedosa técnica para trabajar con sus alumnos de Idioma Español en el liceo Delta del Tigre, en Ciudad del Plata. Esa vez y todas las veces que aplica el método les plantea elegir el destino que desean conocer y escribir un diario de viaje que incluye desde la creación de la valija, a partir de cajas de zapatos, la confección de pasajes y pasaporte, hasta una investigación exhaustiva del destino, la narración con infinitos detalles y posteos en redes. En definitiva, apelar a la magia de la imaginación para vivir la experiencia de forma tan real y tangible que puedan sentir que de verdad conocieron el país en cuestión.
Para mucha gente subirse a un barco, un avión o un ómnibus para hacer una escapada es moneda corriente, pero no es la realidad de los estudiantes de la mayoría de los centros educativos públicos donde Balbi puso en práctica esta original propuesta que le valió ser finalista del premio de la Fundación ReachingU al mejor docente uruguayo 2023 (ver recuadro).
“Surge en un lugar (Ciudad del Plata) donde no hay capacidad de sueño ninguno, ni aspiran a terminar el Ciclo Básico. Ninguno ha viajado. Viven a media hora de la capital y no conocen el Centro de Montevideo”, comenta Jonathan Balbi a Domingo.
Que Balbi haya encontrado en la docencia su vocación y haya ideado este diario de viajes no es casual: era el “revoltoso” del liceo de Ecilda Paullier y en tiempos de oscuridad -“viví una adolescencia difícil porque mi familia perdió todo”, apunta- nunca le tendieron un salvavidas.
“Ningún docente del liceo me aportó nada para lo que sentía. Nunca recibí educación, apoyo o palabras de aliento. Entonces la decisión de ser docente fue para aportar un granito de arena a los gurises pensando en lo que no hicieron por mí”, asegura.
El ganador del Premio ReachingUse conocerá el 4 de octubre en una gala que tendrá lugar en la sala Vaz Ferreira. Balbi se animó a postularse al galardón pero no imaginó que llegaría a la instancia final. “Fue una emoción terrible para mí y todos los gurises porque es de ellos, uno solo es un guía”, reconoce quien no sabe cómo se las ingeniará porque todos sus alumnos de Ecilda Paullier (liceo por el que participa porque es donde tiene las horas docente este año) quieren acompañarlo a la ceremonia.
Más allá del resultado, dice, la mayor satisfacción fue que se haya validado una propuesta que generó resistencia entre sus propios colegas: “Me llena de orgullo saber que fue tenida en cuenta porque tan mal no va uno”, indica.
Si le toca ganar, recibirá US$ 5.000 y su plan es donar mil para ayudar a solventar un proyecto de convivencia y salud mental en el liceo de Delta del Tigre, donde hoy es subdirector. Le gustaría invertir el resto del dinero en hacer un posgrado en gestión: “Mi sueño es llegar a ser director del liceo de Ecilda, del que también fui alumno”, confiesa.
Metamorfosis
Balbi hace 160 kilómetros cada día para ir de Ecilda Paullier a Ciudad del Plata, donde ejerce como subdirector del liceo de Delta del Tigre, pero también ha dado clases en el liceo de Playa Pascual y en el de Libertad y asegura que, a medida que uno se acerca a Montevideo por la Ruta 1, la vulnerabilidad aumenta. Delta, ese lugar tan estigmatizado, es el alma de este proyecto: allí Balbi vio a adolescentes desmayarse por el hambre y comprendió que debía trascender el aula, trabajar desde el corazón y no solo desde la razón, y dar a sus alumnos herramientas útiles para sus vidas.
Tomó en cuenta ese contexto de fragilidad y se las ingenió para crear un plan donde los estudiantes aprenden el contenido del programa mientras conectan con sus experiencias de vida y sus conflictos. Es que este viaje imaginario es también sinónimo de transformación emocional.
“Entran en un sueño que los lleva a la infancia y relatan una situación que vivieron. En el siguiente desafío van a encontrar posibles soluciones para eso. La idea es que el problema pueda ser liberado al regresar del viaje, que esa mochila deje de pesar y que a través de la escritura creativa logren sanar”, relata. En esa instancia entra en juego el robot que Balbi les manda a construir al inicio, cuyo objetivo es ayudarlos a enfrentar lo que necesitan para superar sus problemas.
Es tal la confianza que se despierta a partir de estos diarios que ha hecho aflorar otros asuntos que suceden a nivel de la institución: “Gurises que se cortan, que vomitan porque no se quieren como son, o abusos”, revela.
Y cita un caso conmovedor: “Santiago, un estudiante de 12 años, tenía al padre preso, le habían dado pila de años y en vez de salvarlo (dijo que tenía que pagar por lo que había hecho) construyó una máquina que permitía purificar los pensamientos criminales de quienes cometían un delito. Y así desaparecían las cárceles, porque volvían a la sociedad como alguien nuevo, sin lo malo. Escribió en su diario que le hubiese gustado eso para su padre, que nunca pensó en su familia porque eran más fuertes los otros pensamientos. Ahí ves que realmente generás algo para su vida, lo movés y le das herramientas para que piense una solución”.
Si bien la consigna está pensada para motivar a los estudiantes, no deja de lado la pata académica: las tareas abarcan lectura de textos sobre viajes, investigación del país a visitar, ejercicios gramaticales y más. “Los obliga a leer sin darse cuenta porque es al servicio de lo que escriben”, explica.
Este proyecto dura cuatro meses y se cierra con la Feria de las Naciones, un evento donde los alumnos exponen a la comunidad lo que aprendieron en esa aventura y comparten su diario de viaje. “Hay gurises que me dijeron ‘no preciso ir porque lo viví como si hubiese estado ahí’”, cuenta sobre la devolución de los alumnos.
El sueño de Balbi es que este diario de viajes, que ya alcanzó a 750 alumnos maragatos de los liceos de Delta del Tigre, Playa Pascual, Libertad y Liceo N°3 de San José de Mayo, se extienda en centros educativos de todo el país.
“Decidí presentarme (al Premio ReachingU) para poder llegar a otros colegas y comunidades para que se pueda replicar quizás no el proyecto, pero sí el modo de trabajar: es el camino para aportar un granito de arena, sino todo queda en cumplir con el programa”, concluye.