El encuentro con un fantasma y otras historias de Mercedes Morán

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Mercedes Morán
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Es una de las actrices más importantes del Latinoamérica. Acá, un repaso por su carrera: entre el teatro, el cine, la televisión y las series.

Está sentada en la primera fila de una iglesia evangelista. Su marido, el pastor Emilio Vázquez, da un discurso sobre el enemigo y dice que el enemigo es la agenda de derechos, el enemigo es la homosexualidad, el enemigo es el aborto. Ella, Elena Vázquez, mira hacia abajo. Sonríe apenas, con el rostro áspero. Asiente con la cabeza. De pronto, su marido dice que será candidato a la presidencia y entonces donde no pasaba nada pasa todo. En un segundo, la mirada de Elena, que era suave y tenue, se endurece, adquiere el aspecto de una amenaza. Mira hacia atrás. Escucha cómo todas las personas repiten que alabado sea Cristo y se pone de pie. Alza las manos y grita, por encima de todos, alabado seas Cristo. Sube al escenario en el que está su marido y sigue, en un histrionismo impostado, histérico: alabado seas, acá estoy para escucharte —la mirada al cielo, los movimientos nerviosos— decime, te oigo, te recibo, quién es el enemigo, quién es el demonio —las manos sobre la cabeza, se tira al piso, se revuelca sobre sí misma— ahhh, ahhh, ahhh —se levanta de a poco— el demonio es la política —grita—, el demonio es la política —tiene la voz áspera—, el demonio es la política —la rabia apretada en los dientes—, el demonio es la política -dice- y después se desvanece.

Así termina el tercer capítulo de El Reino, la serie que Netflix estrenó en agosto de 2021, en la que Mercedes Morán, argentina y actriz, hace de Elena Vázquez, una de las protagonistas junto a Diego Peretti.

Quizás también se trate de una de esas escenas en las que se entienden algunas cosas: por qué Mercedes Morándijo, en una entrevista, que hay escenas a las que teme enfrentarse, por qué se anotó en un curso de teatro siendo adolescente, por qué su primer profesor le dijo que tenía talento, por qué ella se obsesionó con la actuación, por qué cree que actuar la salvó de un estado de timidez crónico, pero sobre todo, por qué cuando está actuando Mercedes Morán es capaz de atreverse a cualquier demonio.

La actriz definitiva

Mercedes Morán y Diego Peretti en "El reino". Foto: Netflix
Mercedes Morán y Diego Peretti en "El reino". Foto: Netflix

Mercedes Morán cree que empezó a ser Mercedes Morán cuando era una niña. Fue una tarde en la que estaba jugando con su hermana y sus primos varones en el campo. Se escaparon de la casa, se alejaron y se subieron a una parva de heno altísima. Estuvieron allí hasta que uno de sus primos pensó que ya era tarde y que los estarían esperando para merendar y todos se bajaron y se fueron corriendo pero ella no: ella se quedó sola, arriba de esa montaña áspera, sin poder bajar. Tuvo miedo, se sintió sola y olvidada, pero entonces miró alrededor: la altura de esa parva era un lugar desde el que nunca había visto el campo y ella sintió, en ese momento, que allí cabía el mundo entero y que si quería, iba a poder con el mundo entero. Tenía 5 años. O quizás 6.

Las cosas sucedieron, más o menos, así: nació en Córdoba pero vivió la infancia en San Luis, es hija de un diputado y de una maestra, se casó a los 17 años y se fue de la casa de sus padres, siempre sintió un deseo irrefutable de libertad, estudió sociología, en la dictadura abandonó la carrera porque “los militares la vaciaron de contenido”, sintió miedo, una amiga le recomendó hacer un taller de teatro, fue a la escuela del actor Lito Cruz, él le dijo que se notaba la vocación pero hasta ese momento ella no sabía que quería ser actriz, hizo mucho teatro, se encontró con un fantasma en una sala independiente, se cayó del escenario, trabajó con China Zorrilla y con Ricardo Darín y con Guillermo Francella y con Lucrecia Martel, ganó premios, se casó dos veces, tuvo tres hijas y algunos nietos, hizo televisión, participó en Gasoleros, la telenovela que la hizo popular, hizo cine, sigue haciendo cine, fue a festivales, fue elogiada por Nanni Moretti y por Frances McDormand, conversó con Roman Polanski en Cannes, es feminista, cree que el feminismo y la ecología son los únicos capaces de amenazar al sistema, dice siempre lo que piensa porque piensa que el costo de hablar es menor que el de autocensurarse y también hace series.

Hoy, además de en El Reino, se la puede ver en Amazon Prime, como doña Tota, la madre de Diego Maradona en la serie Maradona, sueño bendito, sobre la vida del ídolo argentino.

“Siempre hacer personajes reales es un desafío raro y más este tipo de personajes que son prototipos. Yo traté de entender el vínculo con el hijo para crearla. Para mí fue una experiencia relinda porque conocí algo del Diego que no hubiera conocido si no hubiese sido por la serie”, dijo la actriz en la entrevista en La caja negra. También contó que quedó muy afectada después de la muerte de Maradona, que tiene una buena relación con Claudia y sus hijas, que había olvidado -no en el sentido literal, sino un olvido vago- la escena que grabó con él en Gasoleros, que cuando la vio en redes sociales se emocionó, que nunca juzga a sus personajes porque sino no podría interpretarlos, que le interesa más ser la mala que la heroína, que le gusta hacer papeles que sean diferentes.

Las últimas noticias sobre Morán dicen que hace un mes empezó a grabar una nueva película. Se trata de Empieza el baile, de la directora y guionista argentina Marina Seresesky, que protagonizará junto a Darío Grandinetti, en la que será una bailarina de tango que fue gloriosa y reconocida y que hoy sobrevive en el olvido.

La filmografía de Morán dice que antes de esta hubo varias y muy distintas: La ciénaga, Diarios de motocicleta, Whisky Romeo Zulu, Luna de Avellaneda, La niña santa, Un novio para mi mujer, Cordero de Dios, Los Marziano, Betibú, Neruda, Sueño Florianópolis, Familia sumergida, El Ángel, El amor menos pensado, Araña.

Hoy Morán tiene 66 años, el pelo corto y blanco, la mirada entre severa y suave, la piel marcada por el tiempo. Si mira hacia atrás, recuerda aquella tarde en la parva de heno como uno de esos momentos en los que todo se vuelve menos confuso y algo se devela: un sentido, una mirada, una certeza, un deseo. Tal vez eso —no haber perdido el deseo incontrolable de poder con el mundo— sea su mayor éxito, su mejor victoria: la carta que la transformó en Mercedes Morán, una de las actrices más importantes de América Latina.

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