El espectáculo de transformistas que agotó seis teatros grandes e hizo a los uruguayos levantarse de sus butacas

"Humorísimas 19 años" fue pensado como una única función, pero terminó haciendo seis a teatro lleno y pudo haber hecho más. La historia del fenómeno.

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Humorísimas 19 años.
Foto: Kevin Miranda.

Iba a ser una sola función en noviembre, para festejar los 19 años. Se puso a la venta en agosto, casi cuatro meses antes y sin ningún tipo de publicidad, y se agotó. A Pablo Atkinson le llamó un poco la atención, pero tampoco le dio para pensar “esto es un éxito”. Habló con el Teatro El Galpón y pidió un día más. Le respondieron que otro viernes no les quedaba, que le ofrecían un miércoles. Lo consultó con el elenco y se lanzó. Se volvió a agotar. Estaba la chance del martes, un riesgo que ni las figuras invitadas del elenco se animaban a recomendar por experiencia. Pues se agotó también. Sumaron el lunes y se llenó. Todo eso agregando funciones hacia atrás, algo que en teatro no se suele hacer. Como el interés de la gente se mantenía, terminaron por colocar dos más, una un domingo y otra el 18 de diciembre, fecha difícil si las hay. Agotadísimas también.

Casi 5 mil personas terminaron viendo Humorísimas 19 años, un espectáculo de transformistas que la gran mayoría no sabía de qué se trataba, pero que el boca a boca se encargó de recomendar y en el que tres figuras muy populares funcionaron como garantía (si es que hacía falta): Petru Valenski, Fito Galli y Nacho Cardozo.

¿A qué respondió este fenómeno? Explicarlo es difícil, pero quizás conocer su historia ayude a entenderlo.

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"Humorísimas 19 años".
Foto: Kevin Miranda.

Celebrar

Fiesta. Es la palabra en la que todos coinciden al hablar de Humorísimas 19 años. Público, participantes, figuras invitadas. Y era real, el clima festivo se vivía desde que uno pisaba el hall de El Galpón y tres o cuatro transformistas recibían a los espectadores invitándolos a sacarse fotos con ellos. Muchos se animaban, hombres incluidos por si alguien insiste con los prejuicios.

La sala se llenaba y cuando se levantaba el telón la actitud del público era toda una sorpresa: gritos, aplausos, silbidos, gente que se paraba. Sonaba Agarrense de las manos del Puma Rodríguez y la alegría se contagiaba. Pablo proponía un ejercicio previo y toda la sala participaba. Uno llegaba a pensar: “No parecen uruguayos”, aunque haya que admitir que en los últimos años la cosa ha cambiado y no somos tan tímidos como antes.

“Somos 15 maricones en escena, así que de fútbol no vamos a hablar”, advertía Pablo Atkinson ya “montado” en uno de sus tantos personajes. Para quienes no lo saben, “montar” es el término que usan los transformistas —hoy también conocidos como Drag Queen— para su proceso de caracterización (maquillaje, peluca, vestuario y demás).

¿Pero qué era concretamente lo que se estaba festejando? “Cuento los años desde que yo, por primera vez, me puse una peluca, un taco aguja y un vestido para decir: ‘Voy a hacer un show como transformista’, más allá de que ya estaba estudiando actuación”, relata Pablo a Domingo.

Supo que quería hacer esto un año antes, cuando con solo 16 años entró de colado a un boliche en su Mar del Plata natal y vio por primera vez actuar a un transformista. “En una reunión de amigos en mi casa dije: ‘Voy a hacer un show’. Me vio gente que no era de mi grupo de amigos y uno me contrató para actuar en una fiesta. Lo tengo filmado, pero nunca lo verán”, confiesa entre risas.

De ahí en más fue aprender de la única forma que existía en esa época: viendo y escuchando a otros colegas. “Tenías que cuidarte porque estaban los que te enseñaban cosas mal para que te vieras mal”, dice sobre años en los que no había tutoriales de YouTube ni lugar dónde ver que en Estados Unidos había programas de TV sobre Drag Queens.

A los tips de colegas había que sumarle horas y horas de práctica, de sentarse frente a un espejo y probar maquillarse hasta que saliera. “El maquillaje que me gusta recién me salió a los ocho o nueve años de probar”, admite.

Cuando Pablo se mudó a Buenos Aires para seguir estudiando y hacer sus shows, conoció a Jonatan Sapag y juntos empezaron a fantasear con crear un espectáculo propio y hacerse un nombre en el ambiente.

“Me gusta decir que nos autoconstruimos. ¿Por qué? Porque yo estudié actuación, no estudié transformismo en la escuela de teatro porque era casi una palabra tabú. De hecho, tuve profesores que me decían que no pusiera tanta energía en los shows, que no me olvidara que mi carrera era el teatro. Y en realidad esto también es teatro”, sostiene con convicción.

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"Humorísimas 19 años".
Foto: Kevin Miranda.

“No fue un día o dos, fueron muchos meses en los que fue difícil tener trabajo y cuando lo conseguimos se generó la marca”, cuenta Jonatan por teléfono desde La Plata, donde mantiene la pata argentina de la compañía haciéndola funcionar en su propio restaurante, en modalidad cena-show.

Los amigos hicieron boliches, teatro, temporada en Mar del Plata, cumpleaños, fiestas…

Jonatan recuerda que el nombre del espectáculo surgió porque los contrataron de una discoteca y poner el nombre de los dos, como hacían hasta el momento, resultaba muy largo. Entonces empezaron a tirar ideas: divertidísimas, jugadísimas… ¡humorísimas! Quedó y enseguida comenzaron a imaginar un logo que, con ciertos cambios, mantienen hasta el día de hoy.

Juntos han ido festejando años de Humorísimas. Los 10 años los celebraron en un teatro grande de la vecina orilla; los 15 fueron en Uruguay, en el restaurante El Viejo Oeste de la Expo Prado. Pablo quiso festejar los 17, pero justó cayó la pandemia. Podía haber esperado hasta los 20, pero no se aguantó. “Igual nunca pensé que podía pasar esto”, se sincera quien ya tiene en mente Humorísimas 20 años (ver recuadro).

Los artistas

Ya se prepara "Humorísimas 20 años"

El elenco de Humorísimas 19 años estuvo conformado por Pablo Atkinson, Federico Lynch, Cristian Barrios, Hernán Gutiérrez, Naty Na, Andrés Rojo, Astromelia y Fabián Leoni. Los bailarines fueron: Álvaro Sánchez, Seba Bargas, Agustín Contrera y Juan Pereyra. Y los actores invitados: Petru Valenski, Fito Galli y Nacho Cardozo.

Atkinson y Jonatan Sapag ya trabajan en Humorísimas 20 años, que girará en torno a las hermanas Coito. “Vamos a develar cómo se escaparon de la cárcel y cuál va a ser su próxima aventura. La historia se va a cerrar para que venga otra”, aclaró Pablo. La idea es estrenarla a mediados de año o un poco antes, en sala aún por confirmar.

“Amo lo que hago y quise que esto sucediera, pero demoró muchos años en darse. Fue por una fuerte convicción en esto, sino es un camino que te juro que a la mitad lo abandonás”, agrega quien tiene la satisfacción de que sus dos abuelas lo pudieron ver actuar. Con una de ellas armaba obras de teatro cuando era niño y veía a Antonio Gasalla en televisión, por eso su alegría.

Dos piezas clave: el socio y el asistente

Jonatan Sapag fue el amigo de juventud con el que Pablo Atkinson creó Humorísimas en la Argentina. Él mantiene la marca en el vecino país y Pablo la hace funcionar en Uruguay.

“Tenemos una relación que va más allá del trabajo, hablamos todos los días. Somos los hermanos que nunca tuvimos porque los dos somos hijos únicos. Hoy por hoy nos comentamos Gran Hermano”, contó Jonatan a Domingo.

Otro gran amigo de Pablo es Hernán Gutiérrez, también argentino. Se conocieron a través de un amigo en común en Mar del Plata. Hernán empezó a acompañarlo a los shows y con el tiempo se fue transformando en su asistente.

“Como siempre me gustó lo que él hacía, Pablo me sentaba en el baño de su casa y me maquillaba. Hasta que un día me animé a hacer shows”, relató Hernán.

Terminó viniéndose a vivir al Uruguay y siendo parte de los elencos de su amigo. El año pasado, por ejemplo, hicieron juntos por el interior la gira Amigas y rivales.

“Siempre fue muy gentil conmigo y con todo el mundo. Siempre tuvo esa cosa de maestro y de buen amigo. Me fue puliendo y haciendo a su forma porque yo nunca estudié teatro”, dijo quien, como sabe coser muy bien, es quien se encarga de los vestuarios de las obras. “Arruinando telas aprendí a coser”, bromeó.

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Hernán Gutiérrez en "Humorísimas 19 años".
Foto: Kevin Miranda.

Mudanza

Pablo está instalado en Uruguay desde hace 13 años. Eran épocas de mucho Facebook y fue por esa red social que en 2009 el boliche Alexander lo contrató para hacer un show en Montevideo. El lugar —ubicado debajo del Palacio Salvo— era grande, entraban unas 500 personas. Fue un boom porque trajo una producción que no se estilaba por estos lares.

Lo empezaron a contratar de otros lugares, llegó a ser protagonista de un informe del programa de TV Cámara Testigo (Canal 12) y el boliche Il Tempo le propuso hacer temporada todo el año. Fue ahí que decidió quedarse para ver qué pasaba. Entonces apareció Azabache y eso le permitió acceder a un público más amplio ya que, hasta entonces, estaba más concentrado en el nicho LGBT.

“Azabache era un público de la plena, de la cumbia, que capaz en su vida se hubiera planteado ver un show así o ir a un teatro a verlo. Entonces el cambio vino por: ‘Si esto puede estar en un teatro, la puedo llevar a mi mamá o a mi abuela’. Creo que ahí se dio el quiebre”, reconoce.

Confiesa que tuvo que derribar muchos prejuicios porque el público uruguayo no es igual al argentino. “Llegué con una manera de hacer espectáculos y toda la gente me decía: ‘Esto no va a funcionar’. Yo fui a todos los ‘no’ para transformarlos en un ‘sí’”, cuenta con orgullo.

Por ejemplo, El Tinglado fue el primer teatro que le abrió sus puertas y sin tener que insistir. En el 2014 le dijo: “Probemos, programemos” y desde entonces todas las versiones de Humorísimas se han presentado allí.

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"Humorísimas 19 años".
Foto: Kevin Miranda.

Pablo tuvo que cambiar también el tono de sus presentaciones. Comenta que en Argentina el estilo es más agresivo, se mete mucho con el público al punto de hacer sentir mal a los presentes y recurre mucho al uso de las malas palabras.

“En Uruguay no se usaba ese nivel y me di cuenta de que había otros caminos. Creo que el tacto con el público es algo que ha marcado la diferencia porque mucha gente me lo ha resaltado. Nunca el humor es reírse del otro sino con el otro; al final te divertís igual y nadie se va sintiéndose mal”, acota quien sigue teniendo toda su familia en Argentina y acá vive con su gato Felipe.

Considera que su público es mayormente de adultos y adultos mayores y eso le encanta. “Con los jóvenes me pasa que por ahí no me van a ver, pero me dicen: ‘Mi mamá es fan tuya’”, admite entre risas.

De todas formas señala que hoy van más a verlo en familia, desde la abuela, pasando por los padres hasta llegar a los nietos y manteniendo, claro está, la cuota de público LGBT. “Pero ya se hizo una cosa más grande donde el público se mezcló porque es algo que está pensado para todos”, apunta.

El público

Una señora con oxígeno y quienes repiten

El público participa mucho de la obra, ya sea con gritos o aplausos, como con sonoras carcajadas.

“No miran la hora y quieren más. Te juro que son muchísimas las personas que nos escriben diciendo: ‘Me duele la mandíbula o la panza de reírme’, ‘me fui llorando, pero de la emoción’. Yo escucho a la gente descacharrarse de risa y es un placer”, afirmó Pablo.

Contó, por ejemplo, que hay una persona que siempre va a verlo con alguien distinto. “Trae a las amigas, los compañeros de trabajo, la vecina... y si no consigue a nadie vuelve sola”, dijo. Es mucha la gente que ha ido a ver la misma puesta más de una vez. “¡Ni yo he ido a ver una obra cinco veces!”, comentó.

Fito Galli, por su parte, mencionó el caso de una señora que había estado todo el día conectada a oxígeno por su enfermedad para poder ir a la función y que esa noche tenía un auto esperando en la puerta del teatro por las dudas de que ocurriera algo. “Nos contaba la hija que estuvo revoleando el bastón las dos horas y media, no le faltó el oxígeno ni nada; al contrario, salió mejor de lo que entró”, recordó a las risas.

Petru y Nacho, en tanto, destacaron el “final de music hall” en el que Pablo le pide a su elenco que se quede en el hall del teatro para saludar y sacarse fotos. “Teníamos hasta cierta incomodidad porque el personal del teatro se quería ir a su casa y la gente seguía ahí”, apuntó Nacho.

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El público de "Humorísimas 19 años".
Foto: Kevin Miranda.

Los shows

Lo típico de los espectáculos de transformistas son las imitaciones o parodias de grandes divas y Atkinson no es la excepción. Cuando tenía 18 años sentía que aún era muy joven —por edad, pero también por inexperiencia— para animarse a nombres como Susana Giménez o Moria Casán.

“Eran personajes que yo no los quería hacer tanto, pero la gente los pedía. Rondaban en mi cabeza, pero no me animaba por lo arraigados que están en la gente. Entonces hay personajes que me dan mucho miedo, pero me han traído muchas satisfacciones”, señala quien hizo una gira con Carlos Perciavalle por el interior del país parodiando a Susana y a Rafaella Carrá.

Mirtha Legrand es uno de sus últimos personajes. Lo estrenó para el unipersonal que realizó en 2022 y por el que fue nominado al Florencio. En Humorísimas 19 años, la Chiqui elige a tres miembros del público para que canten con ella un tema de los Pimpinella, logrando resultados “descacharrantes”, como dijera Pablo.

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Mirtha Legrand en "Humorísimas 19 años".
Foto: Kevin Miranda.

Además hay lugar para personajes creados, como el caso de Déborah, la traductora, que en El Galpón traducía con “lengua de señas” los temas que a su lado cantaba la Valeria Lynch interpretada por otro transformista. “Lo he hecho a lo largo de los años con mil cosas diferentes: con canciones, con textos… A mí me encanta, siento que con ella puedo hacer cualquier verdura y la gente se ríe igual”, acota el actor.

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Valeria Lynch y Déborah, la traductora en "Humorísimas 19 años".
Foto: Kevin Miranda.

También quiere mucho al personaje de Diana, que es “su hermana” y que comenzó a hacer repetidas veces en El show de la tarde, el programa de Paola Bianco en Canal 10 al que empezó yendo como invitado y terminó en el elenco estable del 2023. “Me gustó mucho que la producción se animara a poner a un transformista a las dos de la tarde. Trabajar en TV era un sueño que tenía desde niño y después de hacerlo descubrí que me encanta”, confiesa quien está a punto de incursionar en otra nueva experiencia: salir en parodistas Los Muchachos este Carnaval.

Volviendo a esos personajes que siempre le piden, cuenta que hay varios que son excusa para poder mostrar otras cosas. Porque en Humorísimas hay baile, humor, imitaciones, ida y vuelta con el público y un final que impacta (ver recuadro).

Destacado

Un final que emociona más de una vez

No se trata de spoilear porque Humorísimas 19 años ya terminó, así que podemos hablar de su emotivo final. “Pablo me dijo que no me podía contar nada”, así que fue una sorpresa para mí también”, comentó Jonatan Sapag, socio de Atkinson en Argentina.

Aparece Pablo, “montado” en uno de sus personajes, y frente al espejo se va quitando poco a poco su maquillaje hasta quedar de cara lavada. En actitud opuesta, Nacho Cardozo, como el arlequín de Pierrot, se prepara para el show.

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Pablo Atkinson y Nacho Cardozo en el final de "Humorísimas 19 años".
Foto: Kevin Miranda.

Y un Petru Valenski al que estamos poco habituados, canta el tema Esto es teatro, de Nacha Guevara, con el solo acompañamiento de un piano. “Me moría de ganas de encontrar un espectáculo donde estrenar este tema y me pude dar ese gusto”, confesó Petru.

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Petru Valenski en el final de "Humorísimas 19 años".
Foto: Kevin Miranda.

“Salió una de las cosas más tiernas y sencillas de la obra”, apuntó Nacho.

Mientras que el gran protagonista señaló que lo que quiso fue mostrarle a la gente la verdadera gran transformación, que pudiera apreciar realmente que esto es un arte. “Siempre tuve el deseo, al hacer esto, de que fuera un hecho artístico que muere cuando la valija se cierra y queda el vestuario adentro; pero porque así me nace y es mi forma de ser, mi vida, mi elección”, comentó Pablo.

“Hay gente que ya lo vio 80 veces y me sigue diciendo: ‘El final es maravilloso’”, agregó conmovido.

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Nacho Cardozo, Petru Valenski y Pablo Atkinson en el final de "Humorísimas 19 años".
Foto: Kevin Miranda.

Para todo eso que Pablo viene presentando hace casi dos décadas tuvo que armar un elenco. En Uruguay comenzó rodeándose de gente que hacía algo parecido, pero con el tiempo los tuvo que formar para adaptarlos a su estilo.

“Me costó un montón la disciplina de que se entendiera de que no se trata de un show de boliche que nos juntamos a tomar mate o whisky un rato antes y vemos qué hacemos, sino que es un espectáculo, que el público merece respeto y hay que pensar lo que se va a presentar”, destaca.

Hoy los va convocando de acuerdo a lo que cada espectáculo requiera. Algunos son bailarines que hacen personajes, otros son actores que se transforman solo cuando él los llama y otros se dedican de lleno a esto. Actualmente la apertura de cabezas es tal, que ya aparece mucha gente formada.

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"Humorísimas 19 años".
Foto: Kevin Miranda.

Con Humorísimas 19 años Pablo quiso que la gente no terminara diciendo que fue a ver “un espectáculo de travestis” como una cosa despectiva, sino que pensara: “¡Qué artistas! Mirá la transformación y el esfuerzo que hicieron, con qué altura y respeto lo manejaron”.

“A veces hablo de la militancia en silencio. No me considero un militante de la comunidad LGBT aunque he participado de varias marchas, pero no estoy todo el tiempo con la pancarta, no me nace. Creo que con mi trabajo he generado pequeños cambios en pequeñas personas, granitos de arena que hacen a todos. El hecho final es hacer arte”, opina.

Todo eso sin descuidar lo que se volvió un sello de su compañía, esa impronta bien arriba. “Yo siempre digo que los espectáculos de Humorísimas son una fiesta. Esa palabra creo que es la que mejor los define porque la gente se para de la butaca a revolear la campera cual Fiesta de 15 o casamiento… y a mí me encanta que pase eso. Me encanta que la gente se desacate porque no hay nada más lindo para el que está arriba del escenario que ver eso”, dice.

Y con Humorísimas pasa.

Repercusiones

Tres invitados que quedaron sorprendidos

La idea era que las hermanas CoitoPetru Valenski y Fito Galli— pasaran a saludar. “Pero a medida que avanzaban los ensayos y las funciones, nos fuimos metiendo en otros sketches, en otras cosas, y estuvo muy bueno”, contó Fito sobre la invitación que les hizo Pablo Atkinson para ser parte de Humorísimas 19 años.

Lo mismo ocurrió con Nacho Cardozo. “Iba a hacer solo alguna coreografía, pero después fuimos entendiendo que era lindo que la gente nos viera en algo que tuviera que ver con cada uno y su tipo de humor. Pablo escuchaba mucho nuestras opiniones”, explicó el coreógrafo. Fue así que la historia de juntarse, que no se había dado nunca en estas condiciones, se concretó.

El resultado sorprendió a estas tres figuras a pesar de su experiencia y enorme popularidad. “La respuesta de la gente fue impresionante, hermosísima. Dos horas y media aullando en esa platea como si estuvieran en una cancha de fútbol”, comentó Fito.

También los impactó mucho el desempeño de los artistas. “Si bien yo ya había trabajado con muchos de ellos, me llevé la sorpresa de ver un grupo tan pero tan profesional, con mayúsculas. De los que están dos o tres horas antes en camarines preparándose, en un ambiente totalmente relajado y amable. Me encantó, me encantó y me encantó”, remarcó Petru.

Nacho, en tanto, confesó que si bien en su carrera ha tenido grandes éxitos con mucha convocatoria de público, nunca le había sucedido algo como esto. “Tan arrasadoramente, no”, dijo a Domingo.

“Hubo mucho trabajo detrás, mucha dedicación de Pablo, mucho de pensar, de producir. Solamente tengo palabras de agradecimiento para su trabajo y, por supuesto, para todo el equipo porque fue fenomenal. Éramos 15 a la vista, pero después estaban los asistentes de cada uno. Había un equipo detrás muy importante”, añadió.

Los tres están convocados para Humorísimas 20 años, pero ya no como invitados sino como parte del elenco. Las Coito dieron el sí encantadas; Nacho está ajustando compromisos para poder estar.

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Las hermanas Coito (Fito Galli y Petru Valenski) junto a Nacho Cardozo.
Foto: Kevin Miranda.

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Pablo Atkinson.
Foto: Kevin Miranda.
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Pablo Atkinson.
Foto: Javier Ce.

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