"En el departamento de Treinta y Tres hubo cuatro o cinco plateros excepcionales, en Maldonado también, en San José… en cada pueblito del Uruguay hubo un taller de platería que estaba instalado y atendía la demanda del lugar”, cuenta con entusiasmo Robert Retamar haciendo referencia a Plateros Orientales, su más reciente libro que por estos días está presentando por todo el país.
El primero fue Sarandí 250, con el que realizó un registro fotográfico y de información de las casas introductoras de la platería criolla en Uruguay.
“Faltaba la otra parte, que es la de los plateros y su historia, que es este libro. Es como la frutillita de la torta”, explica sobre un trabajo que, según él mismo recalca una y otra vez, “viene a llenar un vacío y dejar información para futuras generaciones”.
Según Retamar, hasta el momento no existía un libro así en nuestro país. “Por ejemplo, en el Museo del Gaucho y la Moneda están las piezas de platería en exhibición, pero sin el autor, sin la información. En este libro están todos los datos que faltaban para cerrar el círculo”, apunta.
Comenta que lo que, por lo general, ocurría en otras épocas era que las personas compraban los cuchillos y luego acudían a un platero para “vestirlos”, es decir, colocarles una vaina o cabo en plata y oro.
“La época dorada de los plateros fue entre 1880 y 1940; después de ese año desaparecieron. No hubo relevo generacional y se cortó el oficio. Actualmente, hay algunos plateros que hacen trabajos muy básicos, muy elementales. No hay mucha calidad en los plateros actuales”, ilustra el investigador en diálogo con Domingo.
Lo dice alguien que ha hecho de la platería su pasión, y que no solo investiga y acumula mucho material relativo al tema —documentos, recibos comerciales, publicidades, fotografías, guías de la época, publicaciones—, sino que también posee una colección propia que atesora en su casa.
“Tengo bastantes piezas: cabezadas, estribos, espuelas, pasadores, hebillas… La mayoría está sellada por plateros, que es lo más difícil de conseguir, que estén con el sello al costado, hecho con un punzón. Esa es la manera que tenemos de identificar al autor”, relata quien sueña con armar un pequeño museo en un futuro no muy lejano.
Para eso debe encontrar tiempo, lo cual no es muy sencillo porque es dueño de un pequeño emprendimiento hotelero y familiar que demanda su atención. El Apart Hotel Amter está ubicado en la ciudad de Fray Bentos (Río Negro) y suele ser el lugar elegido como escala por los argentinos que se dirigen al este uruguayo.
Allí también expone sus piezas de platería criolla e informa a los turistas al respecto. Les cuenta que a Uruguay primero arribó una ola de plateros españoles, pero que luego una ola de italianos tomó ese lugar y fueron, a su entender, los que hicieron los mejores trabajos.
“Dos o tres de ellos trabajaron para el presidente Máximo Santos en 1882, como Carlo Bellini, que tenía un estilo muy barroco que lo diferencia del resto”, señala Retamar.
Esos artesanos les enseñaron luego a los colegas locales y aparecieron plateros orientales como Alipio Suárez, creador del histórico apero del caudillo blanco Aparicio Saravia.
Plateros Orientales le llevó a Retamar entre 10 y 15 años de trabajo de recopilación de información. “Lo hago por pasión realmente”, dice y anuncia que su próximo libro será Trincheras portuguesas, sobre piezas militares recolectadas en el Rincón de las Gallinas, donde se libró la Batalla de Rincón. “Ya está en imprenta y creo que va a tener una muy buena aceptación porque este año se conmemoran los 200 años de la Cruzada Libertadora”, augura.
Registro detallado de cada artesano
Plateros Orientales es un libro de 350 páginas que recoge el trabajo de más de 100 plateros que trabajaron en tierras uruguayas. Incluye fotos, biografías, descripción del estilo del platero y el sello que utilizaba para identificar sus piezas, entre otras cosas. En el final hay un registro de los artesanos, departamento por departamento.
“Son unos 100 plateros, pero fueron muchísimos más. Si se toma en cuenta todo el Uruguay, habrán sido 500, 600 o tal vez 1.000. No todos dejaron su huella porque muchos ni siquiera sellaban o sino trabajaban en relación de dependencia”, explica Robert Retamar, autor del libro. Este ya fue presentado en la Patria Gaucha y en el Museo del Gaucho y la Moneda, donde quedó un ejemplar para poder ser consultado, así como en la Biblioteca Nacional.
Para quienes lo quieran adquirir, lo pueden hacer a US$ 80 en la librería Linardi y Risso y en Zorrilla Subastas. También se puede pedir por Instagram en la cuenta del autor @faco.nazo o en @cuchillos_nuestros.
“Ha tenido muy buena aceptación, hay unos 400 vendidos ya”, destaca sobre un trabajo que realiza a pulmón, sin ninguna ayuda económica.
Plateros Orientales viene a completar el trabajo iniciado en Sarandí 250, el primer libro de Retamar en el que repasa las casas que introdujeron la platería criolla en el país. El título tiene un doble significado para el autor: primero, era la dirección en Montevideo de la emblemática armería Broqua & Scholberg, que vendía diferentes artículos, entre ellos cuchillería; segundo, remite al nombre que le puso al grupo de WhatsApp que creó hace nueve años para compartir información sobre platería criolla, y que conforman unos 300 miembros, entre ellos argentinos y brasileños.